Rafael Trejo: cerca de la patria, lejos del encumbramiento

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30 de septiembre de 1930.  Los estudiantes universitarios se hacen a las calles en contra de la tiranía de Machado; entre ellos un joven que al decir de Raúl Roa era “un mozalbete de pelo lustroso, tez trigueña, bigote mongol, torso amplio y ágil musculatura”. Pero Rafael Trejo González sobresale más que por su apariencia física impactante, por su postura en contra de los gobiernos de la época que le tocó vivir.

Felo, como cariñosamente le llamaban sus padres y amigos, decidió escoger la carrera de Derecho, no para presumir, sino para ponerse al servicio de la patria. Así lo hizo saber a su amigo Raúl Roa: “Voy a matricularme en Derecho público y en Derecho Civil. Creo que he cogido la carrera más acorde con mi vocación y temperamento. Desde hace muchas noches sueño con el estrado; pero no creas que mi aspiración es hacerme rico a expensas del prójimo. Mi ideal es poder defender algún día a los pobres y los perseguidos. Mi toga estará siempre al servicio de la justicia. También aspiro a ser útil a Cuba. Estoy dispuesto a sacrificarlo todo por verla como quiso Martí”.

Y esas palabras, casi una sentencia, no cayeron en saco roto, porque desde su ingreso a la Universidad de La Habana estuvo presente en las manifestaciones estudiantiles dentro y fuera lo que le valió represalias del rectorado de la casa de altos estudios de la cual fue expulsado provisionalmente en noviembre de 1927 por haber contribuido a evitar un consejo disciplinario contra compañeros suyos.

Pero no queda ahí. En 1930, Trejo sigue en acción y junto a otros estudianteshace desaparecer la tarja de la Escuela de Derecho que glorificaba al régimen. En ese propio año sale electo vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de la Escuela de Derecho y desde allí, trata de canalizar las aspiraciones de la masa estudiantil y clandestinamente conspira contra el tirano.

“Te voy a poner aquí porque tú, 30 de septiembre, vas a entrar en la historia de Cuba”, dijo Trejo antes de salir a la manifestación pactada, refiriéndose a una hoja del almanaque marcado con la fecha y que colocó en su sombrero.

En un intercambio cuerpo a cuerpo, con el vigor y valor de sus veinte años Rafael Trejo enfrenta a uno de los militares, quien le dispara mortalmente. Horas después cae en coma y muere.

Su sepelio, ocurrido el dos de octubre, es una clara evidencia de cuán involucrada estaba la juventud cubana con los destinos de Cuba, que no podían ser otros que los de la libertad definitiva.

Y hay que volver a Raúl Roa: “(…) Trejo no salió aquella mañana a jugarse la vida, como se la jugó, para el encumbramiento. Sabía que, como sabemos nosotros, en el reloj de la Historia había sonado con campanadas solemnes la hora de los oprimidos, cuyas necesidades y aspiraciones fueron desoídas y estranguladas por el régimen social basado en la explotación del hombre por el hombre. Aunque Trejo no militara formalmente en la izquierda, es obvio que por sus sentimientos generosos, su honradez insobornable y su fe apasionada en un mundo más justo y bello, estaba más cerca de nosotros que la derecha ávida de mando y de riqueza”.

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Tay Beatriz Toscano Jerez

Periodista.

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