¿Quién es el asesino?

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Mi hermana mayor murió de cáncer. A penas tenía 48 años. El cáncer la mató, a pesar de sus desesperados deseos de vivir, a pesar de que hicimos todo lo posible. … y también lo imposible.  Ese fue el segundo fallecimiento por esa enfermedad en mi familia. Unos 28 años antes, mi abuelo materno, “se fue al infinito”, por un cáncer fulminante en el hígado.

Sin embargo, por allá por 1987 ese padecimiento no era el principal miedo de los de mi sangre, ni mucho menos de la sociedad. Pero los tiempos han cambiado, y el cáncer, —ojalá fuera solo ese el nombre de un signo zodiacal— es la primera causa de muerte en Cuba, con cifras que por alarmantes, ni voy a mencionar.

Muchos son los factores de riesgo en padecer esa enfermedad: calidad de vida, de la alimentación, exposición a fuentes contaminantes o padecimientos genéticos.

Sobre este último, nada puede hacerse al respecto y aunque algunos advierten hasta un 50 por ciento de probabilidades, otros indican variación de los posibles riesgos según la cantidad o cercanía de familiares con este padecimiento, o la rareza de los mismos.

Sin embargo, si tu ADN lleva esa mutación, no siempre significa una condena a padecer la enfermedad, o viceversa.  El cáncer es un conjunto de muchos factores, los cuales pueden evitarse.

Rigoberto Hermidas Acosta, master en medicina natural y tradicional lleva años investigando los daños en los alimentos, específicamente los agrotóxicos.

“Más del 70 por ciento de la población no conoce la importancia de consumir de forma sana y poner en práctica la información brindada por el médico o los medios de difusión.

“El fabricante no nos engaña. Nos dice: tiene tartrazina —por ejemplo— pero la gente no sabe lo dañino de esta sustancia y lo compra; o en letras grandes escribe vitaminas tales y tales, y al lado 0 por ciento. La mayor parte del tiempo ni nos fijamos en la fecha de vencimiento”.

Y es cierto, no es un secreto cómo hoy en Cuba el asunto de la alimentación constituye una de las principales preocupaciones de la población, para no decir la primera y más importante, sin contar cómo también el estrés —vinculado al tema alimenticio— constituye una causa de cáncer y otras enfermedades mortales.

¿Qué voy a cocinar?, ¿Cómo accedo a tal o más cual producto si no hay, o los precios siguen astronómicos? ¿Cómo hago para distribuir el salario en una dieta variada y sana?

Esas son interrogantes capaces de echar al piso cualquier intento de explicar la importancia de consumir alimentos agroecológicos, pero existen alternativas, como respuestas.

“Creemos a veces que dándoles a los niños cada día como merienda una lata de refresco gaseado y un pan con salchicha los estamos alimentando bien y es todo lo contrario. La inmunodeficiencia sale de esa alimentación.

“Asimismo pasa con los jugos `naturales´ de cajita —ya de natural no tienen nada— o los de polvito, y son siempre la alternativa encontrada para los enfermos, las fiestas. Pero es mejor, —aunque a veces no más barato—, hacer un jugo de piña y no darle uno sintético. Ese resuelve para un día y no mata, pero para consumo frecuente nunca llega a ser un alimento nutritivo y fortalecedor, no debe ser el usual.

“En otros países hasta el huevo tiene un cuño de agroecología con la fecha de cuándo lo puso la gallina. Es cierto, es más costoso, pero uno no lo paga luego en hospitales. Como en Cuba la salud es gratis no sabemos cuánto cuestan los medicamentos para el cáncer, los tratamientos fuera de la provincia y más allá, lo costoso para la familia y al paciente en materia económica y aún más importante, en materia emocional. Ese sufrimiento puede evitarse si la gente se alimentara de forma sana”.

Y los buenos hábitos alimenticios no solo tienen que ver con la aparición de tumores, si bien sea esta la más alarmante por mortal, sino además con otras enfermedades provocadas por la inmunodeficiencia.

A pesar de la concientización en la sociedad, al doctor Hermidas Acosta le preocupan igualmente los productos salidos de los campos con exceso de químicos, a veces por desconocimiento, a veces por avaricia de los inconscientes productores.

“Los campesinos asimismo tienen su parte importante aquí. Se ha repartido tierra pero nos ha faltado control sobre el paquete tecnológico, las prohibiciones en determinados alimentos, sobre todo aquellos consumidos crudos. El organismo humano no puede eliminar los agrotóxicos y en los últimos años se han triplicado los pacientes con insuficiencia renal. No se puede seguir tratando el efecto, sino ir directo a la causa.

“Es preciso crear más puntos de ventas de alimentos naturales (y sean realmente naturales) aunque las frutas sean un poco más caras que en el resto de los mercados estatales, y así los campesinos se dedican más a lo agroecológico.

“Las entidades científicas y de la agricultura tienen que asumir la responsabilidad con la contaminación de los alimentos; las fuentes de abasto contaminadas; el control de las sustancias para el control de plagas, qué entregan, para qué u cómo se usan.

“No hay estadísticas reales, porque la gente le suma la carga genética, pero el estilo de vida influye, es prominente. Ingerimos bebidas sintéticas que a veces creemos tienen vitamina C porque tienen sabor a esas frutas ricas en antioxidantes, pero si esas altas dosis vienen directo de la naturaleza es mejor”.

Como el pez, el hombre, también puede morir por la boca.

 

LOS AGENTES ASESINOS SEGÚN OMS

Recientemente la Organización Mundial de la Salud publicó una lista de productos que está demostrado producen cáncer, y aquello fue noticia durante varios días en el mundo.

El listado —bien podría parecer alarmante— incluye varios oficios como la reparación y fabricación de calzado, de muebles, pintor, deshollinador o la industria del caucho, todos por la exposición continua a los polvos de varios minerales de origen natural y sustancias como el benceno.

Radica ahí entonces la importancia de usar medios de protección adecuados y correctamente para evitar tales complicaciones futuras que pueden ir desde un cáncer nasal hasta uno de pulmón o leucemia.

Y claro, constituyen el alcoholismo y el tabaquismo los principales agentes provocantes de cáncer, de varios tipos, para no decir de casi todos. La exposición al tabaco (sea pasiva o activa) y el alcohol, son los asesinos fundamentales de la sociedad actual.

Sin ánimo de alarmar, el listado de la OMS también apunta hacia las carnes procesadas como el jamón, la salchicha y las tocinetas por sus altos niveles en nitrato, esos tan bien conocidos por nosotros.

La larga lista de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés) se completa con una serie de agentes químicos y sustancias que, según las investigaciones, también pertenecen a este grupo, respaldado por evidencias.

Aquí encontramos los Anticonceptivos hormonales (combinados), la Radiación solar y ultravioleta, Radiaciones ionizantes (rayos gamma o rayos X).

Otros agentes citados son el benceno, el gas mostaza y el níquel, así como los virus del papiloma humano, y Hepatitis B y C.

Aparecen en la lista unos a los cuales no estamos tan vinculados los cubanos como el Pescado salado al estilo chino, la nuez de areca y las lámparas y camas solares.

Pudiera parecer contradictorio, porque ¿cómo puede uno asumir realmente una conducta responsable cuando no siempre depende de la voluntad de vivir, cuando la economía martilla los deseos todo el tiempo?, pero es preciso encontrar la fórmula, hacer los cálculos.

Producir más; planificar con la familia; redirigir las compras desde el nivel individual hasta el estatal; asumir una actitud responsable con nosotros mismos y quienes nos rodean; abogar y actuar por una sociedad menos contaminada; exigir por el cuidado de nuestra salud; proponer a las personas ofertas alimentarias variadas y sanas, a precios asequibles y de calidad; son algunas propuestas.

Mención aparte a otras actitudes que pueden contribuir a una mejor calidad de vida, el tema alimentario es sí, un asunto de preocupación nacional y la sociedad cubana merece, de una vez por todas, eliminar el asesino silencioso acechante en los agrotóxicos.

Como diría un amigo: Comer sano nos cuesta más que un salario, pero no intentarlo siquiera nos está costando la vida.

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Glenda Boza Ibarra

Periodista. Graduada en 2011 en la Universidad de Camagüey.

3 Comentarios en “¿Quién es el asesino?

  • el 1 octubre, 2016 a las 4:58 pm
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    Problema real que requiere de múltiples acciones y de mucha información a la población, a los productores, a los directivos… gracias Dr. Rigoberto Hermida

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  • el 29 septiembre, 2016 a las 8:37 am
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    Y yo que creía que en Cuba todo era agroecológico… Jiji

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  • el 28 septiembre, 2016 a las 5:26 pm
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    Te aplaudo, Rigo. Te cambio la pierna de jamón que tengo aquí en el refrigerador por arroz con chícharos agronómicos (aquí le dicen orgánicos). ¿Cambias?

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