¿Quién atiende a mi mascota?

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Por Luana Lobelle Muñiz*

Desde hace algún tiempo los animales son menos visibles ante la pupila humana. Claro, no hablo de la vaca que nos da la leche, ni del caballo que acarrea un vehículo cargado de alimentos. Me refiero al perro guardián de la casa y al gato que elimina a los roedores, es decir, a todo ser irracional, pero fiel, convertido en un integrante más del hogar gracias al cariño de las personas.

¿Acaso no se les puede brindar una atención especializada? Lo cierto es que en donde resido, Aguada de Pasajeros, no contamos con un local ni personal calificado para atender a nuestras mascotas.

Esta insatisfacción no ha tenido lugar siempre, pues hay quien aún guarda recuerdos. La ilusión invade a los jóvenes que escuchan al anciano del barrio cuando narra: “En una ocasión mi perrito fue atropellado por un carro y rápidamente acudí a la clínica veterinaria. Allí le entablillaron la patica fracturada y le recetaron antibióticos”.

Los afortunados que un día asistieron a esa dirección, saben que años atrás el local fue destinado a almacén de una nueva farmacia. Con ese fin se resolvió otro asunto vital para la población. Pero nada hacemos cuando le quitamos el pan de la boca a un niño para dárselo a otro.

Si cada año se gradúan técnicos y médicos veterinarios, si la empresa Labiofam elabora medicamentos, si aumenta la cifra de locales arrendados al sector privado; entonces ¿dónde radica la cuestión?

El municipio de Aguada no es la única localidad afectada por esta situación. En varios territorios de la provincia encontramos similar inconformidad. La atención a los animales domésticos es un tema que ocupa la última página de la agenda de quienes son responsables.

Si bien ocurre lo anterior, es porque no reparan en las consecuencias donde desemboca el asunto. Por mencionar alguna: la proliferación de enfermedades transmisibles al hombre. Además, aunque muchos lo consideren una debilidad o pérdida de tiempo, es indudable que las mascotas son el fiel amigo de quienes carecen de compañía. La ausencia de estos animalitos llega a provocar en sus dueños un dolor comparado con la muerte de familiares cercanos, incluso, hasta lágrimas.

Es hora de atender esta necesidad prevalente, por ningún motivo insondable. Que no tengan espacio comentarios de la población como: “Eso pasa porque las mascotas no aportan nada a la economía” o “¡No sé dónde están los veterinarios!”. Eliminemos de la sociedad el problema que está en nuestras manos.

*Estudiante de Periodismo.

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