Psicología en directo: ¡música para mi psiquis!

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Alfred A. Tomatis, destacado médico otorrinolaringólogo e investigador francés, mundialmente famoso por su método Tomatis (en esencia una metodología para estimular el sistema auditivo), saca a la luz en 1991 su libro Pourquoi Mozart. Tomatis, quien también incursionó en el campo de la psicología, aseguraba que en su práctica profesional sometía a sus pacientes a escuchar la música del afamado austriaco, y lograba buenos resultados en aquellos que sufrían depresión, pues la acción que ejercía dicha música sobre el sistema nervioso era capaz de matizar el comportamiento.

Esta publicación atrajo la atención internacional de inmediato, y en consecuencia en un corto tiempo se desató un torrente de investigaciones dirigidas a apoyar o refutar la propuesta.

Un grupo de investigadores de la Universidad de California, en el año 1993, dirigidos por la psicóloga Frances Rauscher, ofrecieron a la comunidad científica mundial los resultados de un experimento, donde tres grupos de jóvenes por separados recibieron estímulos antes de ser examinados con pruebas de inteligencia. Un primer grupo escuchó la música de Mozart (Sonata para dos pianos en Re mayor K.448), de forma paralela, al segundo se le hacía una terapia de relajación, mientras que el tercero permanecía en silencio, todo ello durante 10 minutos.

Los del primer grupo superaron los rendimientos de los restantes, dando pie al llamado “efecto Mozart”; aunque desde un principio los investigadores aclararon que como “efecto” al fin, solo tenía una duración de aproximadamente 10 minutos, dejando ver que lo ideal era estar expuestos a las melodías varias veces todos los días.

La novedad científica fue bien acogida por la industria de la música, la cual apoyada por la propaganda de medios sensacionalistas, comenzó a lucrar con la nueva forma de “volverse inteligente”. La popularidad del “efecto Mozart” fue tal que en muchos lugares se empezó a regalar de forma institucional grabaciones a diferentes grupos de edades, para así crear personas más listas. Frances Rauscher indignada por el giro comercial expresó en reiteradas ocasiones que el hecho de escuchar algún tipo de música por sí solo no nos volvía inteligentes. El “efecto Mozart” también ha sido aplicado a pacientes que sufren epilepsia, y una vez más la ya casi milagrosa sonata K.448 ha tenido notables resultados.

Es innegable, que la música incide sobre nuestra psiquis y en dependencia del género, los instrumentos utilizados y el ritmo, nos puede provocar estados afectivos, placenteros o no, lo cual está vinculado con nuestra historia de vida. Las atmósferas musicales son un fenómeno que muchos experimentamos cuando somos capaces de conectar con composiciones que facilitan el tránsito a un determinado estado, ya sea para relajarnos, concentrar la atención o excitarnos. La musicoterapia es una tendencia que incluso ha sido empleada en Cienfuegos con resultados excelentes, destacando su efecto en el área de las cardiopatías.

Nuestros latidos se armonizan de forma natural con los distintos ritmos que nos brinda la vida, el saberlos bailar, cantar o tranquilamente escuchar es el verdadero “efecto” que nos proporciona la capacidad de crecer… piénsenlo, piénsalo.

Marlon Frank Espinosa Requesens (psicólogo)

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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