Primera opción: ¡¿magisterio?!

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De infantes, la escena resulta habitual: un aula imaginaria, un diminuto pizarrón, libretas, lápices, amiguitos o muebles convertidos en alumnos… fantasía e imitación conjugados y ya la niña o el niño se siente maestro (a). Juega a esta profesión, quizás por resultarle cercana, porque casi cada día de su vida ve desenvolverse como tal a una persona adulta, y la representa. Sin embargo, para la mayoría, pocas veces este juego cobra aliento al crecer pues, llegado el momento de elegir, el magisterio deja de ser el camino soñado.

Lo sabemos. Con el paso de los años, suman menos los muchachos y muchachas interesados en cursar carreras pedagógicas. De manera sostenida, tales disciplinas han ido perdiendo atractivos para quienes aspiran a ingresar a la Educación Superior, y en ciertos casos, cuanto en los años infantiles asoma como una vocación, adquiere luego el sabor del desaliento.

¿Por qué la reticencia a formarse como maestros? La pregunta no conduce a una única respuesta. Disímiles factores contribuyen a que la de profesor no sea considerada una buena opción en el momento de delinear el futuro profesional. Debido a esa razón y al hecho de que en las últimas décadas una cifra considerable de docentes ha abandonado el sector en búsqueda de mejores oportunidades en otras esferas, Cuba ha debido apelar a disímiles iniciativas, como la formación emergente o la búsqueda de alternativas que permitan garantizar la presencia del docente en las aulas al comienzo de cada curso escolar.

No pocos hallan explicación a este fenómeno en la falta de motivación de un buen número de quienes se desempeñan como educadores, desencanto que muchas veces emana de condiciones laborales no siempre óptimas y una carga de trabajo difícil de llevar en la coyuntura actual.

Sin embargo, la mayoría de la población coincide en señalar al salario como el peor verdugo para el ejercicio del magisterio en Cuba, pues si bien este ha registrado cierto incremento, todavía resulta insuficiente para satisfacer las necesidades de un personal que, debido a las propias características de su desempeño, no tiene, como en otros gremios, la posibilidad de entradas extras.

En nuestro país existe consenso general sobre la encomiable labor del maestro, su importancia para el desarrollo social, pero tal reconocimiento no siempre se traduce en prácticas que de manera tangible gratifiquen el sacrificio, la dedicación, el desvelo de los hombres y mujeres encargados de la educación de niños, adolescentes y jóvenes.

Entendemos que la situación económica cubana impide vislumbrar de inmediato un aumento salarial, no solo para los maestros. Sin embargo, a nivel provincial o territorial pueden explotarse diferentes recursos que ayuden a mejorar las condiciones de vida y empleo de dicho colectivo. ¿Por qué no flexibilizar el horario de algunos servicios de manera que puedan acceder a ellos una vez culminada la jornada laboral? ¿Por qué no beneficiarlos, cual sucede en determinados organismos, con la venta de ropa y calzado? Si tenemos en cuenta la prestancia exigida a maestros y maestras, esta sería una buena forma de garantizársela.

De juntarse empeño y creatividad, con certeza aparecerán incontables maneras de estimular la labor del educador y el consiguiente incremento de la matrícula en las universidades pedagógicas, aunque el mayor incentivo siga radicando en una remuneración a la altura del significado de dicha profesión para cualquier sociedad.

La coyuntura cubana actual demanda esos acicates. Las carreras de Educación —al igual que la de Medicina o Informática, por citar dos ejemplos— exigen también la presencia de los mejores alumnos, gente que llegue a ellas por vocación, por amor y no por el mero hecho de asirse a la primera tabla que los salve del naufragio profesional. Ello, está claro, conducirá a un proceso docente educativo de calidad, el cual permitirá formar a los hombres y mujeres encargados de edificar el presente y esbozar el mañana.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

2 Comentarios en “Primera opción: ¡¿magisterio?!

  • el 4 noviembre, 2016 a las 7:49 am
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    Jorge, muchas gracias por leer y comentar este trabajo. La verdad, me reconforta saber que es de su agrado ver cómo personas como yo, no ligadas de manera directa al sector de Educación, también se sensibilizan con los problemas de los trabajadores educadores, sobre todo, de esa rama esencial para cualquier sociedad. Mucho más puede decirse y hacerse para incentivar el ingreso de los jóvenes a las carreras pedagógicas y para enaltecer la figura del maestro, esa sin la cual ninguna sociedad puede crecer y desarrollarse.
    Otra vez, gracias.
    Yudith Madrazo Sosa.

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  • el 2 noviembre, 2016 a las 6:05 pm
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    Es muy grato leer artículos sobre los educadores escritos por personas que no pertenecen al MINED y sin embargo los defienden con convicción, muchas gracias. Hace muy poco vi a la ministra reunida con alumnos de preuniversitario en la provincia de Artemisa y les pedía (casi que exigía) que optaran por esta especialidad, porque eran ellos los encargados de suplir la falta de profesores en ese territorio. Respeto a nuestra dirigente, pero no creo que sea esta la forma ideal para resolver este gran problema, pues ya ese discurso se lo escuchamos constantemente al anterior ministro y como vemos, la situación ha empeorado. ¿Para qué gastar recursos en tratar de formar maestros sin vocación, que si logran graduarse como tales, abandonan al primer año de trabajo? No dudo que pueden surgir varios buenos y que se mantengan, pero serán los menos, hay experiencias sobradas de esto. En Cuba hay profesores suficientes para cubrir todas las plazas que se necesitan, sin embargo una enorme cantidad (como usted dice) han abandonado el sector en busca de mejores oportunidades; entonces lo primero que debiéramos hacer es tratar de detener la emigración y de paso lograr que muchos de los que ya no están (y que son muy buenos), regresen al sector y claramente, seguir formando nuevos maestros, pero con vocación, que en este oficio es esencial. ¿Cómo lograr esto? Hay muchas formas, usted menciona varias, no es solamente el aumento de salario (que sin dudas es importantísimo) lo que estimula a los profesores, se lo digo por experiencia propia. Le reitero las gracias, he leído varios artículos referidos a este tema en los últimos tiempos, ¡qué bueno!, como ya he dicho en otros comentarios, los necesitamos. Reciba mi más cordial saludo y la felicitación por tan estimulante artículo.

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