En primera línea contra la COVID-19 en Cienfuegos: “La Suárez”

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Tal parecería que la fatalidad posponía una y otra vez, la publicación de mis conversaciones con Yusleyvys Suárez Cabrera, enfermera desde hace 16 años, la jefa de la Sala de Observaciones del Hospital Provincial Gustavo Aldereguía Lima, y desde inicios de la epidemia de covid-19, al frente de asistencia a sospechosos y en ocasiones positivos del SARS-CoV-2 en Cienfuegos.

Se mueve como reina en sus predios, de carácter fuerte y muy operativa, pero al mismo tiempo querida y respetada por todos, “la Suárez”, como le conocen desde el afecto y el cariño, ha resultado una organizadora nata de los servicios de Enfermería en la zona roja del HGAL.

Y comenzaba esta historia comentando sobre las peripecias para escribir, y les cuento la odisea: primero, las fotos se me trastocaron entre un montón de mulatas criollas con cofias y nasobuco; después, puse el dedo en el micrófono y me quedé en blanco a la hora de transcribir. Pero al no darme por vencida, allá volví, a la zona roja de la institución donde labora y por tercera vez repitió, con total amabilidad, sus palabras, que vienen desde la humildad, con premura, porque a cada segundo la procuraban.

A la interrogante de si no teme al riesgo responde con firmeza:

“Aquí nunca se ha contagiado nadie del personal médico o de enfermería; estamos protegidos, contamos con todo para cuidarnos, y yo velo y cuido por ello. Cuento con gente preparada para asumir la asistencia. En estos momentos tenemos en la sala, donde antes funcionaba la Unidad de Cuidados Intensivos Quirúrgicos, once pacientes sospechosos que son contactos de confirmados y tienen síntomas y enfermedades de base que observamos clínicamente, además de que no se descuida la epidemiología. En la misma instalación, se dispone de un cubículo equipado para atención al grave, dentro de la misma zona roja, para cuidar los protocolos y observar los flujos, y de esta manera evitar un brote dentro del hospital”.

Yusleyvys Suárez Cabrera, enfermera jefa de la zona roja del Hospital Provincial de Cienfuegos. /Foto: Juan Carlos Dorado

“Suárez, una sobrebata por favor”, le piden desde el pasillo, y en ese momento tocan a la puerta metálica, que cual barrera, permanece cerrada bajo “siete” llaves que ella guarda con celo. Le traen un equipo de descontaminación, que sostiene con destreza. Continuamos conversando en medio de sus funciones.

“Tengo un hijo de siete años, y mi esposo me cubre la retaguardia; mi suegro se encarga de comprar lo que viene a la bodega, cuando me toca el aceite, detergente o pollo, porque yo tengo muy poco tiempo para hacerlo. En cuanto llego a casa, a pesar de que salgo bañada y descontaminada del Hospital, vuelvo a aplicar las medidas, aparto la ropa, porque cuido mucho a la familia, y al niño en particular. Este es un trabajo hermoso, alguien tiene que hacerlo”, cuenta con toda humildad.

Un llamado desde el final de la sala la reclama; improviso una rápida despedida, le comento que a la tercera va la vencida, y me dice, “mira a ver si grabaste”; sonríe tras el nasobuco y vuelve al trabajo cotidiano, ese de cuidarnos, de salvar vidas, en el que ni siquiera se reconoce como la guerrera que es.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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