En primera línea contra la Covid-19 en Cienfuegos: Dianamary

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Dianamary Orbea es una joven estomatóloga, recibida de especialista en Estomatología General Integral. Trabaja en el Área VII de Salud, y llega en las mañanas al trabajo, como copiloto de su novio en una motorina.

“Recién graduada fui ubicada en un consultorio de los conocidos como de difícil acceso, en Cuatro Vientos, asentamiento montañoso del Macizo de Guamuhaya. De allá guardo muchas anécdotas humanas, de gente hermosa que me acogió con cariño.

“La zona pertenece al municipio de Cumanayagua, y es eminentemente cafetalera; la mayoría de las personas que allí viven trabajan en los cultivos de café; y también en las unidades del Ejército Juvenil del Trabajo. Fue una época bonita, de trabajo y crecimiento humano y profesional”.

Es una mañana cualquiera y Dianamary trae una sonrisa de “oreja a oreja”, como decimos en buen criollo, y miren que se hace difícil encontrar sonrisas mañaneras en estos tiempos difíciles, es como una condición rara, cuando nos falta el café y nos levantamos con las noticias de más confirmados a la Covid-19.

Dianamary es mi estomatóloga, la que me toca por mi consultorio, y me da una alegría tremenda, porque cada vez que me acerco a su sillón, allí está para solucionar mi rictus de sonrisa, sin excusas.

“Estoy extrañando mucho el gimnasio”, me dice cuando interesada en las inquietudes de los jóvenes profesionales de la Salud, la incluyo en mi encuesta periodística. “Yo tengo costumbre de hacer ejercicios físicos, eso me proporciona salud física y espiritual”, me cuenta.

Las gotas de sudor corren por su careta, a una hora temprana de la mañana, porque la protección puede resultar incómoda para un estomatólogo, por el calor y la disminución de la visibilidad.

“El trabajo estomatológico se torna peligroso en estos tiempos de epidemia; tenemos contacto directo con las mucosas y el riesgo de contagio es alto, pero también es verdad que la gente está sometida a mucho estrés y ello repercute en la boca, que es nuestro campo”, y aprovecha para darme una terapia sobre la mordida y cómo “aflojar” mi mandíbula apretada desde mucho antes de la epidemia.

La recuerdo una mañana cualquiera, tocando a mi puerta para conocer el estado de salud de todos en la casa, preguntando por síntomas respiratorios, y entonces la admiré mucho más.

“Me ha tocado pesquisar, ir de casa en casa, llevar estadísticas de epidemia, hacer informes, y estar donde se me precisa, porque estos tiempos difíciles son de presencia y no de ausencias. Hacemos guardias, largas guardias, en las que resulta difícil aliviar dolores por las carencias”.

A Dianamary, como a todos los profesionales de la Estomatología, le faltan muchas cosas para trabajar; ella sueña con tener su sillón bien equipado, con todo el stock de medicamentos y materiales que precisa para aliviar y embellecer a sus pacientes del Área VII, en Pastorita; pero la realidad es impactante y dura, y entonces “inventa” con lo que tiene a mano, eso sí, de allí, de su sillón verdeazul, nadie se marcha sin una solución, aunque sea perentoria.

“Estoy lista para todo, los tiempos duros pasarán, atrás quedará la epidemia y los días en que todo parecía oscuro, pero habrá mañana, sin dudas”, dice con optimismo. Dianamary, sonríe, y regresa a su sillón, en una jornada en la que no ha dicho que NO.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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