EN PRIMERA LÍNEA CONTRA LA COVID-19 EN CIENFUEGOS: Cristian
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 13 segundos
Ya lo había tenido antes en un aula para aprender sobre géneros periodísticos, cuando no se hablaba de la epidemia de Covid-19 y se preparaba para entrar a la Universidad Central de Las Villas a estudiar Periodismo. Se trata de Cristian Martínez Navarro, joven con un montón de sueños por cumplir. Pasaba su año de Servicio Militar en la Universidad de Cienfuegos, y se las arregló para matricular en un curso de la Asociación de Comunicadores.
Recuerdo que hasta conversamos sobre la bandera cubana que antes se izaba a la entrada de la ciudad, con ayuda de la Universidad, y nunca más hemos visto ondear.
Hace muy poco supe de él; andaba con otros muchachos, de voluntario en el Centro de Especialidades Ambulatorias (CEA), hospital donde se atienden positivos a la Covid-19 en Cienfuegos. Pero no me sorprendió, siempre lo supe un muchacho valiente, de ESTAR y PERMANECER en tiempos como estos. Y aunque en la práctica ha “perdido” dos cursos, no está amargado, porque esta es una escuela que será para toda la vida.
¿Y a qué te dedicas allí en el CEA?, le pregunto por WhatsApp, y viajan una retahíla de interrogantes en forma de mensaje de voz, para luego transcribir.
“Trabajo en la descontaminación, con un equipo de fumigación a la espalda, pero en general hago lo que sea necesario y me indiquen. Con mucho cuidado y protección, porque una cosa es lo que nos imaginamos y otra acá dentro. Se está dializando un paciente grave y hay que moverlo hasta el local donde está el riñón artificial, y eso requiere de la ayuda de muchos en su traslado; se moviliza todo el Hospital, y estoy en ese equipo, que es un trabajo riesgoso y muy duro. Voy detrás de la camilla con el equipo de descontaminación.
“He comprendido la importancia de la profesión de un médico, enfermero o personal de la Salud en general, de la entrega y sacrificio que requiere, y todas esas enseñanzas las llevaré para siempre en mis recuerdos. Es verdad que he estado alejado de mi gran sueño, el de estar en la Universidad, pero quién dice que este trabajo no signifique aprendizaje. Estoy en contacto con mi facultad, recibo orientaciones, y ya para el 21 comienzan las conferencias on line”.
Pero Cristian no ha dejado de ser periodista allí en la zona roja. Me cuenta que está haciendo una serie de fotografías y testimonios para motivarse y escribir, para contar la historia de quienes allí salvan vidas y se entregan, y aprovecho para animarlo. El día en que acordamos “vernos” por WhatsApp, llegaron unos pacientes y entonces se tuvo que poner, nuevamente, la ropa de protección y descontaminar la habitación y las pertenencias.
“La recepción de los pacientes es difícil, llegan asustados, con la impresión lógica de saberse confirmados a un virus que puede ser letal y contagioso; y es entonces cuando hasta un gesto de humanidad se agradece y eso lo tengo muy claro. El 13 de marzo ‘asaltamos’ la sala de Pediatría y regalamos dulces a los niños allí hospitalizados; les brillaron los ojos y hubo lágrimas de padres.
“Hoy, por ejemplo, nos levantamos a las 5:00 de la mañana a recoger ropa sucia, acarrear basura y amanecer con todo listo. Este será un antes y un después, y para toda la vida; he compartido sentimientos con pacientes y personal médico, he apreciado procederes; porque vivirlo acá dentro es otra cosa a lo que imaginé siempre. Me he engrandecido como ser humano, he aprendido el verdadero y real valor de la vida al apreciar todo cuanto se hace acá por salvar vidas y sanar. Quiero agradecer a quienes nos han dado la oportunidad de probarnos. En la zona roja todos somos iguales, nos medimos como seres humanos, independientemente de la función que cumplimos, desde las auxiliares de limpieza hasta los médicos o enfermeros”.
¿Un mensaje?
“Agradecimiento, y un llamado a la conciencia y a la protección. Y que pueden seguir contando con nosotros. Cuando vuelva a un aula universitaria, cargaré con todo lo aprendido acá”.
Visitas: 8
