Postales de mi Jardín

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En el Jardín Botánico de Cienfuegos fue montada la exposición fotográfica Postales de mi Jardín, de Rosario (Charo) Domínguez Basail: un gesto con el que esta institución científica descalifica el estereotipo cultural contemporáneo proclive a fomentar la incomprensión entre arte y ciencia como áreas irreconciliables de aprehensión de la realidad. Así, el Jardín Botánico anticipa convergencias interdisciplinares muy aportadoras para su praxis cotidiana. Esa, que desde su nacimiento en 1901 está signada por el laboreo científico y lo convirtió en una isla de biodiversidad en el centro sur de Cuba con extraordinarias cualidades paisajísticas.

Precisamente esta tesis, en relación con su magnificencia natural, es el pretexto para el discurso visual. Al ser su autora una artista que se ha adentrado en el estudio de las especies, sus propuestas trascienden el hedonismo formalista típico de una amateur errática deslumbrada con la belleza. De ahí que sus capturas militen con rigor y oficio en esa vertiente apegada a la investigación que se practica dentro de la modalidad de la fotografía de naturaleza. Para ello, Charo se enfoca en destacar la trascendencia biológica de especies —flora o fauna— que tienen por hábitat el Jardín, pertenencia que acredita a través de dos centros neurálgicos complementarios: aquellas endémicas de Cuba y las de presencia abundante.

Con ellas enhebra la línea discursiva del relato visual y recorre un fragmento del comportamiento de la actividad biológica del sitio durante una jornada. La progresión del día a la noche la sugiere mediante la atmósfera lumínica contenida en cada obra, más que por el hábitat específico de cada especie; por ejemplo, algunas, como la trampa de mono, de hábitos diurnos aunque se desenvuelven en espacios sombríos, están incorporadas al registro luminiscente. Ello coloca a la viuda negra —una sorpresa en estos predios para muchos visitantes— en el punto de inflexión a partir del cual sitúa los organismos representativos de la nocturnidad.

Al poseer las imágenes la nitidez de la fotografía científica, afloran las características morfológicas de cada ejemplar, a la par, el regodeo en las texturas, las iridiscencias y los ambientes plagados de efectos sutiles entre las luces y las sombras. Incluso, la captura de las actitudes vitales de algunos: ahí está la circunspección del sijú platanero; la majestad del zunzún, tal como corresponde a quien se sabe identificado con una esmeralda árabe; el carisma idiosincrático de la cartacuba, la temeridad del escorpión azul o el espíritu hilarante del sapo timbalero. Son intenciones expresivas que, junto al uso de gráciles líneas diagonales en la estructura de la composición para contextualizar el punto de atracción óptica —invariablemente ubicado en el centro—, constituyen operatorias sensibles utilizadas por la autora para delatar, de manera casi imperceptible, la dinámica de tanta vida “fijada” en la superficie de estas instantáneas. A la vez, denotan el interés de Domínguez Basail por adentrarse en búsquedas creativas que propenden más a lo intenso que a lo extenso; esas, ahora impresas y transmutadas en las postales de un Jardín que a sus 115 años sigue reinventándose para continuar honrando su condición de Monumento Nacional.

*Crítica de arte, miembro de la Uneac.

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Massiel Delgado Cabrera

Crítica de Arte. Profesora de Historia del Arte en la Universidad de Cienfuegos.

2 Comentarios en “Postales de mi Jardín

  • el 21 noviembre, 2016 a las 10:38 am
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    Muy bueno

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  • el 17 noviembre, 2016 a las 10:47 am
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    ¡Qué bien!!! ¿La pueden mostrar en la ciudad, en el Boulevard, para que mucho más personas la vean??? Por favor…

    Respuesta

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