¿Por qué Cuba es un pueblo de Patria o Muerte?

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 42 segundos

Si bien para los cubanos la convicción de Patria o Muerte fue acuñada por nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, a propósito del sepelio de las víctimas del sabotaje al barco la Coubre, la disyuntiva ya estaba explícita en la manigua redentora, cuando nuestros compatriotas de entonces fueron a los campos insurrectos inspirados por la certidumbre de que morir por Cuba era vivir.

Ese día luctuoso, el 5 de marzo de 1960, ante el casi un centenar de cadáveres de hijos de esta querida tierra, se levantó por primera vez la consigna que ha guiado y guiará nuestra lucha, después de convertirse en bandera de combate del pueblo, porque ella es portadora de conceptos y principios tan sagrados como los de independencia, soberanía, patriotismo e intransigencia ante todo aquello en contra de la voluntad y firmeza de los herederos del ideario martiano y fidelista.

Luego, Patria o Muerte no es una proclama política más, representa la actitud de millones de hombres y mujeres dispuestos a defender con dientes y uñas las conquistas a fuerza de sacrificio y abnegación; constituye, además, la postura de quienes no están dispuestos a bajar la cabeza y cambiar la integridad por un puñado de limosnas.

Somos un pueblo rebelde porque hemos tenido que lidiar con muchas adversidades a lo largo de la historia. La vida nos enseñó que resuta muy caro el precio de la dignidad, esa misma que en viril posición esgrimió el Titán de Bronce, Antonio Maceo, en aquella memorable protesta de Baraguá en la que le rispotó al enemigo español, “No nos entendemos”, en clara y enérgica respuesta a las pretensiones de la contraparte de que los cubanos depusieran las armas y cejaran en el empeño de liberar a Cuba del yugo colonial.

Patria o Muerte es el respeto a la memoria de los cientos de miles de cubanos que en más de dos siglos han derramado su sangre en noble gesto de tributo a la Patria. A ellos, les debemos gratitud y honra; por ellos, estamos obligados a no ceder ni un ápice en nuestros principios.

Traidores y vendepatrias han existido siempre; son esos que se someten al amo y la voluntad del agresor por migajas; los mismos que han servido por años al bando contario sin ningún miramiento a favor de los suyos; esos que piden 24 horas de sangre para asesinar a padres, hermanos, parientes y vecinos. A esos cubanos malagradecidos y mezquinos nuestro José Martí los llamó canijos sietemesinos.

Desde que los nacidos en esta tierra abrazaron la identidad nacional y cristalizaron la definición de Patria, muchos han sido los avatares y obstáculos en defensa de tales conceptos. Para mantenerlos en alto hasta los días de hoy, ha sido necesario enfrentar a enemigos externos e internos, pero hay experiencia, y a pesar de los pesares hemos salido victoriosos, porque si algo nos distingue, incluso al margen de cualquier discrepancia e incompresión, es la unidad de los cubanos y el amor a esta Isla.

No han sido pocos los momentos de peligro en el largo camino de lucha, sobre todo en estos últimos 60 años en que el páís más poderoso del mundo se ha ensañado con este laborioso pueblo, por la sencilla razón de que no se doblega a sus designios y constituye un ejemplo de soberanía y autodeterminación para el mundo. Eso no nos perdona el imperio norteamericano.

Resulta harto conocida la larga lista de acciones agresivas contra los cubanos, incluso antes del triunfo de la Revolución. Duelen aún nuestros muertos, víctimas de sabotajes, atentados, agresiones directas y de todo tipo de acciones financiadas, organizadas, y dirigidas desde los Estados Unidos.

Los tiempos han cambiado y los métodos y formas de hacer terrorismo contra Cuba son otros. Hoy se valen del poder de su alta tecnología en las comunicaciones y la información para sembrar la confusión, el desconcierto y la desunión entre nosotros. Prevalece el oportunismo ante las desgracias de una implacable pandemia y las escaseces de todo tipo, a consecuencia, precisamente, del férreo cerco económico, financiero y comercial, arreciado con las crueles medidas del bloqueo.

Ante el denominado golpe blando a través de la guerra mediática y no declarada que se nos impone, hoy más que nunca la Patria nos convoca, con la brújula siempre certera del pensamiento y las ideas de Martí y Fidel. “Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”, sentenció el más universal de los cubanos.

Porque tenemos sobradas razones para ser un pueblo de Patria o Muerte, esencialmente cuando están en juego los más sagrados valores de nuestra identidad y el futuro y la feliciddad de nuestros hijos.

Apenas siendo un adolescente nuestro Héroe Nacional en el poema dramático Abdala vislumbró que “Por la Patria morir antes que verla del bárbaro opresor cobarde esclava”.

Visitas: 6

Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *