Plazuela de la Juventud: destino y futuro

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No muy lejos de allí… un viejo espigón, como buen anfitrión, nos recibe desde el mar, reventando nuestros oídos, con su soledad acompañada, aquella que lo convierte en testigo fiel de la inspiración de bardos y poetas, fieles enamorados de “El Decano”, como lo nombran popularmente algunos, cuando es comparado entre sus pariguales; su nombre, perpetuado desde antaño por algún genio, lleno de certeza e hidalguía es, desde aquel entonces, nuestro Muelle de la Real Hacienda.

Su éxito comercial se catalizaba en ocasiones por la descarga hacia un gran almacén sin paredes, techado a dos aguas y ubicado estratégicamente a su lado, entre el muelle y el bello edificio de la Aduana, para colocar allí las mercancías más expeditas, facilitando de esta manera la labor de fiscalización desarrollada por los aduaneros, último paso en su intrépido andar, hasta las enormes casas-almacén de la ciudad, con vistas a partir días después hacia los mostradores de los grandes —al por mayor— y pequeños negocios —al por menor— que rodeaban la amplia rada cienfueguera.

Luego se construyeron en esta privilegiada zona, facilidades portuarias, con diversos usos, diferentes materiales, que llegaron a convertirse en terminal marítima, donde embarcarse en los añosos barcos Juraguá, Pura y Santa Bárbara hacia el Castillo de Jagua, o en aquellos llamados de fibrocemento, que permitieron el transporte obrero hacia la denominada Obra del Siglo: la Central Electronuclear de Juraguá, último exponente del desarrollo en aquel momento, truncado por la caída roja de los europeos.

Fueron momentos de transformaciones, donde se instaló por muchos años, la Empresa de Seguridad Informática Seisa, institución que sin muchos arreglos, adaptó los citados espacios, ya de por sí obsoletos, si de diseños hablamos; fueron las gestiones intensas de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos, con su director, el  M.Sc. Arq. Irán Millán Cuétara —enfrascada durante años y con pocos recursos en devolver a los cienfuegueros la imagen marinera que nunca pudimos perder—, quien logró que oídos definitorios se la entregasen, para ubicar allí un digno lugar donde la juventud se pudiera recrear.

Nacía de esta manera el proyecto Plazuela de la Juventud, a cuatro manos, partiendo de las ideas conceptuales de su director y el capacitadísimo técnico en edificaciones, Omar Villanzón Flores, quien con más de 40 años de experiencia, le dio forma y color. Intención que fue materializada por la Brigada dirigida por Carlos Martínez Hernández, e integrada por Pedro Ercia, José Calderón, Osleisis Calderón, Rafael Vasallo, José Osorio, Felipe Álvarez y Luis Miller, bajo la supervisión, minuto a minuto, del propio Villanzón, respondiendo todos, con calidad y rigor constructivo a los inversionistas de Servicios Comunales Municipal. Emergía entonces este bello propósito en apenas un año —iniciado el 10 de octubre de 2016 y entregado a su inversionista en julio de 2017—, para ser inaugurado en diciembre pasado, sin contar con la presencia de los artífices de tan magno sueño para los cienfuegueros. Esta bella Plazuela fue concedida a la AHS, con vistas a su desarrollo como Proyecto Cultural.

Foto: Ildefonso Igorra López

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