Pido permiso para aplaudir

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Desde el pasado domingo, aplaudir por la vida se ha convertido en un nuevo símbolo cubano en la lucha contra la Covid 19. Y desde el primer día mi familia se sumó al aplauso, en apoyo a una excelente iniciativa que cada jornada suma adeptos, deseosos de reconocer el trabajo que realiza el personal de Salud en Cuba y el resto del planeta.

Pido permiso entonces para aplaudir también por otros, entregados en cuerpo y alma a la humana y necesaria misión de enfrentar la pandemia que azota a la humanidad.

El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokyo y la suspensión de toda la actividad deportiva en nuestro país, presagiaban dejar al Inder en total inactividad. Pero no estaba en los planes del organismo deportivo cubano quedar de brazos cruzados, en tiempos en que la Patria reclama el concurso de todos sus hijos.

Se colgaron guantes y tacos, se guardaron botes y planes de preparación; quedaron truncos objetivos y se postergaron metas y ambiciones. No obstante, el Inder comenzó a ser protagonista en esta nueva competencia, sin dudas la más importante de Cuba en este y en cualquier otro ciclo olímpico.

Cienfuegos ha sido testigo de innumerables muestras. La recién remodelada Residencia Deportiva estuvo entre las primeras instituciones reajustadas para servir como Centro de Vigilancia para Viajeros llegados desde el exterior, a la vez que la Eide Jorge Agostini cambió su tradicional rol formativo, para acoger ahora a personas sospechosas de contagio.

Lecciones de altruismo, solidaridad, compromiso y amor han dado los trabajadores de esos lugares, quienes sin objeción alguna aceptaron el reto y se mantienen en sus puestos de labor, en muchos casos desempeñando funciones totalmente desconocidas para ellos.

Por estos días se hace habitual la imagen de los directivos del deporte, nasobuco presente, dirigiendo acciones, garantizando aseguramientos, planificando recursos, reorientando personas y tareas, y hasta cargando maletas, allí, en el primer frente de combate.

Glorias Deportivas como Yosvany Pérez distribuyen alimentos a los pacientes en la Eide, mientras otros ex atletas, como Yosvany Lazo, en Abreus, llevan almuerzos y comidas a los ancianos, atendidos por el Programa de Atención a la Familia.

Medicina Deportiva, al margen de sus tareas en los creados centros, realiza pesquisajes a atletas, entrenadores y toda la familia del Inder, y en medio de esta situación excepcional, otros se preocupan porque los niños y jóvenes se mantengan en sus casas, y reciban las clases que ahora llegan por la televisión.

Mensajes de apoyo llegan desde todos los lugares, llamando a la calma, a la unidad, a la prevención, al cuidado. Lo mismo desde Argentina, donde se encuentra el voleibolista Miguel Ángel López, que desde la mismísima Lombardía, en Italia, una de las regiones más afectadas por el virus, desde donde se comunica el ciclista Frank Sosa.

Por estos días deportistas, entrenadores, especialistas, directivos, trabajadores de servicios, docentes y personal de apoyo han borrado los límites habituales entre unos y otros. Todos son el Inder, ese que se empeña en competir, en liderar, en ganar medallas, en esta imprevista, difícil e histórica competencia.

“Estos son nuestros Juegos Olímpicos, los de salvar vidas”, me dijo recientemente el director provincial de deportes. Y para él, y todos los suyos, pido permiso para aplaudir.

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Carlos E. Chaviano Hernández

Periodista y Director de programas de televisión.

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