Pelota gris

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Hubo un tiempo en que el mundo giró en torno al béisbol. Lo hacía cuando, de muchachos, asaltábamos la calle para jugar pelota a mano limpia, entre viejos chevrolets y ladas rusos estacionados en el improvisado diamante. O en medio de los apagones, cuando divisábamos, desde casa, las luces encendidas en las torres del estadio. Hubo un tiempo, definitivo, en que para los cubanos no existió deporte más universal que el béisbol.

Cuándo se fracturó exactamente; no sé. Yo siempre lo asocio al instante en que dejé colgado a Los Elefantes de Cienfuegos, en las voces de Digno y Osvaldo, por las frecuencias de Radio Ciudad del Mar. Eran los años —muy parecidos estos— en que debimos conformarnos con la emoción de la disputa por los últimos puestos. Pero desde mi cama, en las noches, algo me lanzaba a seguir esa peculiar competencia por la actuación menos bochornosa de los cienfuegueros.

Incluso, entonces, abarrotábamos el “5 de Septiembre”. Cada derrota o esporádico triunfo de los peloteros locales, encontró siempre compañía en sus gradas, entre murciélagos y maniceros que consolaban a la afición. Los partidos frente a Industriales colmaban el coliseo: el público se dividía entre fanáticos y detractores que amaban por igual al béisbol y reconocían la superioridad del mejor equipo de Cuba.

Ahora nos cuesta ir al estadio con la expectativa del fracaso. Esa magia comenzó a desmoranarse durante las temporadas exitosas que hilaron Los Elefantes. Ganamos muchos partidos, pero perdimos luego en las gradas. Las numerosas fugas de peloteros locales, y del país, dejaron famélico al béisbol, todavía sin fuerzas para llegar a home. Yo siempre lo asocio al instante en que, en medio de la luz, las torres del estadio se apagaron.

-Tanta botella que trituré para la grama del “5 de Septiembre”, me dijo en casa mi tío Zenén, harto de batirse, ante el televisor, con el tedio de un juego de pelota que le disgustaba. Nunca entendí del todo su argumento, pero supuse que su actitud acotaba aquello que el escritor estadounidense Lawrence Ritter una vez dijo:

“La cosa más fuerte que posee el béisbol de hoy son sus ayeres”.

I

A veces pienso que, por la salud del béisbol, y de Cuba, quizás resulte preciso que Industriales vuelva a ser lo que fue. –Hoy los jóvenes prefieren el fútbol, me comentó un señor en la sala de espera de un hospital, en los días del Mundial de Rusia 2018. Yo soy más de pelota, de los buenos tiempos de la pelota, remató, sin nadie más que le prestara la debida atención a sus reproches.

Luego advertí algo que las selecciones en Rusia regalaron: modelos, colores y show. Nada similar hallé después en nuestro pasatiempo nacional. Ni referentes a los que seguir, ni tonalidades ni espectáculo. Los jonrones de Despaigne en Japón despertaron en nosotros menos emociones que la millonaria transacción de CR7 a la Juventus, o la cantada victoria de Francia en la final del Mundial, con el niño Mbappé irguiéndose sobre la Torre Eiffel.

En el terreno dedicado al Gigante del Escambray, en la Plaza Polivalente de la ciudad de Cienfuegos, la pasión de “todos” los cubanos sucumbía también ante la euforia que desató la cita universal del balompié. La imagen allí era deleitosamente chocante: jóvenes, de torsos descubiertos, anotaban sus goles en nombre de Antonio Muñoz.

II

-Abuelo, viste eso; la pelota luchando por el segundo lugar en los Centroamericanos. Qué vergüenza, le dije. Él solo respondió con la mirada afónica. Me decía en sus ojos que nunca imaginó a su mundo sublevado contra el béisbol. Que hubo un tiempo, definitivo, en que el béisbol cubano fue a colores, sin grises en el cielo.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

3 Comentarios en “Pelota gris

  • el 15 agosto, 2018 a las 10:36 am
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    Las razones sobran, y Uds tienen la razon, lo que pasa es que la pelota forma parte de la idiosincracia del cuban, de su cultura y de su historia, pasara mas de 100 para que otro deporte la desplace. En reiteradas ocasiones he comentado en los medios de prensa que Maximo Gómez tenia un decir que cabe par estos tiempo, y para el caso del deporte mas : Si hay indisciplina en la tropa, traigamen al jefe….. Miren que se han dado problemas en el deporte en Cuba, y la pelota de forma significativa ha marcado el paso, pero la filosofia y la politica sigue igual, que hubiera hecho Maximo Gómez : Traiganme a Iginio aca, trainganme al presidente del INDER aca, para que Uds vena si la tropa no se arregla

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  • el 2 agosto, 2018 a las 1:01 pm
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    bueno si el béisbol está gris que diríamos del basket femenino o del voly femenino creo que ya no tienen color, junto a otros deportes que no mencionaré, y en estos casos no es tanto la fuga, pues hay otros elementos creo que a pesar de todo lo que digan del recrudecimiento del bloqueo, etc, creo hay un olvido y dejadez por parte de dirigentes con respecto a un logro de la revolución y de Fidel: el deporte revolucionario. y lo digo con base pues en la década de los 90 se dieron los resultados más importantes del deporte cubano en el mundo y estábamos en periodo especial y de vez en cuando se nos iba un deportista también. que ahora se van más es posible pero algunos de ellos legalmente y sin embargo después no los aceptamos sino miremos las muchachas del voly que luego de los juegos panamericanos en brasil. pidieron baja del equipo pues como en el caso de los hombres no se les permitía la contratación en el exterior. ninguna desertó y jugaron en otras ligas y jamas se les ha permitido jugar con el equipo cuba a pesar de sus deseos, pero quién le ha preguntado al pueblo cubano su criterio?

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    • el 6 agosto, 2018 a las 12:15 pm
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      La crisis del deporte cubano es casi generalizada, con énfasis en los colectivos, pero la piedra angular es el béisbol, la disciplina a la que se destinan los mayores recursos, que tiene incluso una relevancia estratégica para el país; cuando el béisbol está mal todo lo demás lo está. Pero su estancamiento, la falta de perspectiva en la contratación, su poco incentivo, la pérdida de terrenos donde jugar pelota en los barrios, la medidas “antiespectáculo” -jugar béisbol de día y no de noche-, su publicidad reducida a la transmisión del juego y nada más, el hecho que no exista hoy una cultura, una simbología en torno al béisbol, junto a la fuga de peloteros y a decisiones pocos felices en torno a nuestro pasatiempo nacional, son algunas de nuestras “impulsadas” para el béisbol que tenemos hoy. Y lo digo yo, que sé bastante poco de pelota.

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