“Patria” por la Patria

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Casi a punto de salir hacia tierra insurrecta, y desde Cabo Haitiano, de donde partiría para incorporarse en la manigua a los combates por la independencia de Cuba, José Martí vigilaba la publicación del periódico Patria. El 11 de abril es el desembarco, sale el 1ro. de abril.

Desde allí escribe a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, encomendándole las rutinas de un diario: “Publique allá, del retrato de cuerpo entero que tengo en la gaveta (…) y con el cliché las mayores notas posibles”. ¡Tanta fue su devoción por el periódico que fundara el 14 de marzo de 1892 que su excelso nombre lo custodió hasta la muerte!

Abelardo Agramonte, Benjamín Guerra, Fermín Valdés Domínguez, Rafael Serra, Gonzalo,—quien un año después de graduado como abogado integrara el consejo de redacción del libelo—, y el puertorriqueño Sotero Figueroa, todos colaboradores del Maestro, dieron fe del desvelo martiano por su semanario.

Patria era un tabloide con cuatro planas e igual número de columnas; su tamaño, 52 x 36 centímetros, impreso en la tipografía de “La Gaceta del Pueblo”, de Nueva York.

Salió todos los sábados, hasta el 5 de octubre de 1895, cuando comenzó a editarse dos veces por semana, pero siempre fue posible solo con el aporte de los trabajadores cubanos radicados en Cayo Hueso, quienes donaban el 10 por ciento de su salario.

Cuentan que los linotipistas e impresores que confeccionaban Patria, eran obreros en otras labores durante el día, pero no abandonaban su puesto por más que el cansancio fuera mucho, hasta que el periódico estuviera listo y puesto en el correo, y para ello, todos, incluso “el Maestro”, sin importar las heladas noches ni la frugal cena, cargaban su fardo de valiosas hojas que circularían al amanecer. ¡Tanto valía para ellos el vocero de la independencia de Cuba y Puerto Rico, la letra impresa que desafiaba a autonomistas y anexionistas, el defensor de las causa antimperialista!

“Apuntes sobre los Estados Unidos” fue una sección preparada especialmente por Martí. Seleccionaba los artículos de la prensa norteamericana y los traducía, demostrando la corrupción política.

Numerosos testimonios revelan que el Apóstol estaba al tanto de la gráfica, de las pruebas de imprenta, de la corrección de textos, al tiempo que escribía copiosamente para cada edición.

En sus páginas, el patriota-periodista o el periodista-patriota se fundieron en lo que era más preciado: el bien de Cuba.

Entonces, ese sublime nombre con el que designó la lucha tenaz de su pluma inquieta, le acompañó cuando esta partió hacia los campos insurrectos para narrar a través de la campaña de hombre decidido a guerrear y a morir.

Patria anunció en un suelto de última hora, el 17 de junio de 1895, un mes después de su caída en Dos Ríos: “Al entrar en prensa el presente número, recibimos la cruel certidumbre de que ya no existe el Apóstol ejemplar, el maestro querido, el abnegado José Martí”.

El periódico en el que había vertido su alma por Cuba libre estaba una vez más con él.

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