Para los que nos quieren dividir y desintegrar como nación

He leído el excelente artículo del poeta Victor Fowler en respuesta a la Triada de Académicos de Harvard que han publicado un informe espurio. Por eso me solidarizo con sus palabras, además de admirar la profundidad del análisis y el compromiso del poeta con su pueblo. Yo, que no soy poeta, quisiera decirle: “Gracias, Víctor”, además de reconocer que me acordé de la progenitora de los de Harvard.

¡Sí, me acordé y bien! Será porque soy con orgullo una mezcla de la fisonomía, de la cultura y del alma de varios ancestros de diversos continentes. Soy heredero de lo que se dice: varias razas. Y digo razas, aunque la palabrita me recuerda lo que nuestro José Martí sentenció: “Dígase hombre y se dirán todos los derechos”. Me acordé de ellas, para decirles a sus hijitos, los “académicos”, a los “artistas”  y a los mercenarios sin comillas; que han olvidado que en la historia de Cuba solo se hizo realidad ese principio martiano, después de enero de 1959.

Me acordé de las ilustres progenitoras de estos estudiosos de cafetín, porque además, soy con orgullo, una mezcla del congo, mandinga y/o carabalí (que sufrió el látigo y el cepo, y me dejó un pelo crespo), con gotas del chino de Cantón o de Manila ( que fue obrero y comerciante, para darme mis ojos y los de mi hija y los de mi madre y también mis huellas dactilares asiáticas); sumando gotas de sangre del europeo (que se enroló en la aventura de buscar el camino a las Indias o del que vino como soldado de la colonia o del que arribó huyendo de la miseria en Europa y que tiñó o destiñó mi piel). Esa mezcla altamente  explosiva traía del camino unas goticas del indio Caribe, Taíno o Siboney (que se extinguió en los ríos y en las plantaciones, bajo la espada y la cruz, pero que quizás me dejaron los pómulos salientes que me recuerdan a mi abuela de Vueltabajo con su pelo lacio y su piel cobriza). Con todo ese ajiaco, nací CUBANO, o para joder más: nací y soy orgullosamente CUBANO, señores “Académicos”.

Por eso, cuando en Cuba alguien menciona la palabra afrodescendiente y solo me muestra la imagen del negro o del mulato, del jabao o del capirro; o ahora cuando estos señoritingos yanquis de aire acondicionado, de tertulias pagadas por manos dudosas y de informes y discursos hipócritas nos dicen que “las vidas de los negros cubanos también importan”; si son cubanos les pregunto: ¿Y nuestras abuelas dónde están? Cuando se trata de extranjeros “ilustres” como estos de Harvard, les digo como decía mi abuelita Vitalia: “Mijito, en Cuba el que no tiene de congo, tiene de carabalí”.

También me vienen a la mente esas “ilustres” señoras cuando mencionan a sus “también ilustres hijitos” a los “artistas” del MSI. Sobre estos, solo quisiera acotar que para la inmensa mayoría de los cubanos de la Isla y de una parte de los que viven fuera de la ella; para quienes sabemos que defendemos esta nación de las agresiones del imperio más poderoso que ha existido sobre el planeta; los que aprendimos que los Estados Unidos están destinados a plagar de miseria nuestras tierras; los que conocemos que la defendemos para “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”; para los que nacimos el mismo año que se aprobó el bloqueo más largo, sanguinario y genocida que se haya aplicado a otra nación y también para sus descendientes, que ya somos la mayoría de la población en Cuba; para los que no creemos en el Destino Manifiesto ni en la Fruta Madura ni en ningún otro delirio de grandeza imperial; para esos cubanos, esas siglas son sinónimo de Mercenarios al Servicio del Imperio (MSI).

Para terminar, señores “ilustrados” y otros mequetrefes de su fauna acompañante: ¡dejen ya de joder!, porque me huele a que nos quieren desintegrar como nación y nosotros, no somos tontos.

*Miembro Distinguido de la Asociación de Economistas de Cuba.