Padres por vocación y convicción

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La formación de futuros padres ocupó parte de la agenda del programa concebido en el evento científico ADOLECA 2017, del cual Cienfuegos resultó una magnífica anfitriona, de acuerdo con criterios de algunos de los más de 500 participantes entre expertos, especialistas, profesores y estudiantes de 35 países del mundo.

María Machicado Terán, representante de la Unicef en Cuba, quiso compartir con los lectores de 5 de Septiembre algunos criterios sobre los principales asuntos tratados durante las cinco intensas jornadas de talleres, mesas redondas, conferencias y simposios, en especial aquellos que atañen al normal desarrollo de la niñez y la adolescencia.

¿Qué importancia le atribuye a este evento?

“En general se trataron por estos días en Cienfuegos diversos temas, por demás interesantes, novedosos y de gran utilidad, en especial para quienes trabajamos y atendemos a la población comprendida en esa importante etapa de la vida.

“En el caso particular de la paternidad y la maternidad responsable, el I Simposio Internacional sobre formación de futuros padres, a mi juicio, constituyó un escenario primordial, tanto por su contenido como por el rigor con que fue tratado el tema.

“Normalmente nos concentramos en los niños como seres independientes, autónomos, aislados, que llegaron al mundo solitos, ¿verdad?, y nos olvidamos del primer entorno, del primer círculo de protección y responsabilidad que es la familia, y los vacíos que tenemos para poder ejercer adecuadamente esa función.

“Entonces, las reflexiones derivadas de este encuentro nos llevan a cómo adquirir esos instrumentos desde muy temprana edad en hombres y mujeres, de modo que, una vez llegado el momento de asumir esa misión fundamental para la sociedad, estén en condiciones de crear una familia, de tener un hijo o una hija. Para entonces, dispondrán de las herramientas y los conocimientos para fomentar el apego y los factores de protección, estimulación y alimentación adecuadas, imprescindibles para el futuro.

“Aquí se abordó muy bien la preparación y la información anterior que se debe tener para adoptar decisiones responsables sobre sexualidad y luego, quedó bien explícito el acompañamiento ineludible a la mujer durante la gestación, y por supuesto, que de esta forma el padre vaya involucrándose desde la primera etapa.

“Todo ello es la premisa fundamental, a fin de que más tarde, cuando nace el niño, ambos dispongan de tiempo, información, conocimiento, dedicación y apoyo social para ejercer esa paternidad y maternidad de manera consciente.

“Sin lugar a dudas, lo anterior redundará en que los niños y las niñas se desarrollen de acuerdo con el mayor potencial que pueda tener la sociedad. Para nosotros, desde Unicef, fue una gran oportunidad y experiencia estar aquí en Cienfuegos, compartiendo con expertos y expertas de tantas disciplinas diferentes y juntos, pues vamos a proteger a ese ser más preciado, que son los hijos”.

En el caso de Cuba, ¿cuál son los fundamentos para alcanzar tales empeños?

“Bueno, el sistema de salud, de atención primaria y toda la organización alrededor del médico de la familia, constituyen una excelente base para empezar con esta formación de futuros padres.

“También los programas para el desarrollo infantil temprano, especialmente el comunitario ‘Educa tu hijo’ —del que, aprovecho en mencionarlo, muchos países vienen aquí a aprender cómo hacerlo—, pues es también una oportunidad inigualable para trasmitir esa formación y esos conocimientos.

“Ahora se precisa garantizar ese acompañamiento más adelante, no solo los primeros dos años. Porque cada edad, cada momento de la niñez, cada etapa tienen condiciones distintas, y por eso hablamos de las dos décadas. La primera, sobre los diez años, hay mucho avance en este país; la enseñanza primaria los padres y madres participan activamente en la educación de sus hijos en la escuela, asisten a las reuniones, están muy atentos por las tareas; en fin, existe estrecha vinculación con las cuestiones infantiles.

“En la segunda década ya no tanto. En ella, los niños son más independientes, pueden andar solos en la calle, van solitos al colegio, y los padres y madres nos vamos desentendiendo; no acompañamos tanto esa etapa, que es nueva para todos. Sin embargo, deviene oportunidad para seguir creando lazos afectivos y desarrollos cognitivos neuronales, pero sobre todo, vamos dando bases para formar valores y principios, y propiciándoles esa seguridad que ellos necesitan para desenvolverse adecuadamente durante esa etapa.

“Entonces, el llamado que hacemos desde Unicef está en cómo podemos prolongar esos programas que cuentan con una excelente base en los primeros años de vida hasta la segunda etapa, que es la más compleja, tanto para padres como hijos”.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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