Otro engendro imperial: dividir a Cuba

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Otro de los engendros imperiales contra el que tuvo que luchar el pueblo cubano, por cierto poco conocido, fue el intento de dividir la isla en dos mitades.  Fue una imposición del imperialismo norteamericano a su peón en Cuba, Fulgencio Batista, al que se plegó al aprobar el Decreto-Ley del 14 de agosto de 1954 que creaba lo que se denominó Canal Vía Cuba.

Se disponía en esa ley que… “el Canal debía ser construido de Norte a Sur, desde la bahía de Cárdenas a la bahía de Cochinos, próximo a la de Cienfuegos”. Así decía el documento. Además señalaba que… “Esa nueva vía marítima tendrá 80 kilómetros de extensión, de costa a costa, con 40 metros de ancho y 15 de profundidad…  Su costo se calcula en unos 500 millones de pesos…”. Es decir, que cortaba a la Isla en dos partes. Y la entidad constructora sería, naturalmente, una compañía norteamericana, que repartiría algunos beneficios a los gobernantes cubanos.

La propaganda de la dictadura batistiana para tratar de ganar el apoyo de la población, trató de presentar el proyecto como una necesidad de la Isla y muy beneficioso para ella, porque daría trabajo a medio millón de cubanos durante el tiempo de construcción de la obra, y a varios miles después, para el funcionamiento de la Vía, aunque la Ley preveía que los empleados serían Reservistas de la Marina de Guerra, para evitar que surgieran conflictos laborales y para asegurar el control militar absoluto del Canal Vía Cuba. Se preveían tres puertos de entrada y salida de productos nacionales y extranjeros, uno de los cuales sería el de Cienfuegos. Es decir, que la propaganda presentaba una obra muy “inocente”, muy atractiva, muy beneficiosa para todos. Pero, ¿cuál era la realidad?

Con el Canal Vía Cuba el gobierno norteamericano tendría un camino estratégico formidable en la región;  la geopolítica imperial  afirmaba su expansión y el rápido y seguro traslado de su flota de guerra hacia el Canal de Panamá; serviría de tráfico marítimo  mucho más económico, corto y seguro; y para la parte de la burguesía cubana, los hacendados se ahorrarían 40 millones de dólares en la manipulación y transporte de azúcar; los productores norteamericanos se ahorrarían cientos de millones de dólares, por solo mencionar algunas “ventajas”, ninguna de las cuales era para la población cubana que veía dividido su territorio, con pérdida de muchos kilómetros de terreno, y sobre todo, que partiría la isla en dos partes, algo incierto y que generaría más extranjeros operando en suelo cubano, más gansters  maniobrando en nuestra Patria.

La mayoría de las asociaciones de la burguesía local, los ricos comerciantes  importadores y exportadores, los industriales capitalistas y los políticos, casi todos, dieron inmediatamente la aprobación a este engendro. Todos soslayaron que era otra  cesión de nuestra soberanía nacional y de nuestro territorio patrio a la voracidad imperial, era otra monstruosa Enmienda Platt.

Pero la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Federación Estudiantil Universitaria, las Federaciones de Estudiantes de la Enseñanza Media, entre ellas la de Cienfuegos, el Partido Socialista Popular, se lanzaron a la calle a protestar de la maniobra y explicaron la verdadera terrible significación del Canal Vía Cuba. Se presentó un Recurso de Inconstitucionalidad ante el Tribunal Supremo y el Tribunal de Garantías Constitucionales.  Corrió por toda la Isla la consigna: “¡Cero Canal Vía Cuba!”, que ocupó las paredes de toda la Isla y las voluntades de millones de cubanos dignos.  Pronto ganaron la atención y el apoyo de personalidades mundiales, de intelectuales progresistas, de organismos internacionales, y se llamó a la clase obrera del mundo que apoyó a los cubanos en esta nueva batalla contra la reacción internacional.

Fue una batalla particularmente dura en Cienfuegos, porque por la cercanía y los beneficios enormes que a los burgueses traería esa obra ofrecieron cerrada resistencia para que el pueblo no luchara contra esa Ley espuria, anti-patriótica, y se enfrentaron a los que en la calle defendían su patria, su territorio, su vida futura. Fue una lucha de clases violenta y que necesitó una cuota extra de inteligencia y de explicación para que el pueblo no se dejara confundir con promesas de trabajo que no pasaban de ser promesas,  y entendiera el peligro y las proporciones de la expropiación a que íbamos a ser sometidos, y que eso estaba por encima de todo. El gobierno y sus instituciones represivas enfrentaron a las masas en huelga general, pero éstas lograron contener con su presencia combativa en las calles a los insaciables egoístas burgueses que solo veían sus privilegios y cerraban los ojos ante el monstruoso despojo a la dignidad y la seguridad de la Patria. 

El pueblo cubano en pleno, y el cienfueguero en este centro-sur de la Isla, en particular, ganaron con su huelga general patriótica, la batalla contra el Canal Vía Cuba.  Una vez más, las masas unidas y en lucha ardorosa, derrotaron a los intereses particulares, y prevaleció el amor a Cuba, a su soberanía y dignidad.  El patriotismo pudo más que los anti-patriotas.  Fue otra experiencia. Otra lección.  Otra victoria de las ideas y del patriotismo. La Ley no fue aprobada. No pudo ser aprobada. La Isla permaneció entera. Aquí no se partió nadie. No se dividió nada. Es así como se ganan las victorias del amor a Cuba.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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