Osvaldo Dorticós Torrado, un héroe de la Revolución

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 58 segundos

Por José Manuel del Sol Morell*

El 17 de abril de 1919, en el seno de una familia acomodada y de ideas progresistas nació Osvaldo Dorticós Torrado. Apenas con catorce años de edad, formó parte del Ala Izquierda Estudiantil en Cienfuegos y posteriormente del Directorio Estudiantil e integró el Comité de Huelga contra la primera dictadura de Batista apoyada por el embajador yanqui Caffery.

A pesar de los cambios políticos ocurridos en el país en el mes de septiembre de 1933, es legalizado el Partido Comunista. En Cienfuegos es elegido un nuevo Comité, en el que Osvaldo Dorticós es elegido como secretario de Educación.

En 1937, Dorticós Torrado se convierte en secretario de Cultura del Partido Comunista y comienza a organizar actos públicos en el teatro Terry y otros centros culturales en apoyo a la República Española y la organización de las Brigadas Internacionalistas contra la dictadura fascista de Franco.

Al graduarse de Derecho en la Universidad de La Habana en 1941, había participado en las “tánganas” estudiantiles contra los desmanes de los gobiernos de turno. Comienza a ejercer la abogacía en Cienfuegos, donde crea un bufete ubicado en la calle San Carlos entre Horruitiner y Gacel; donde gana prestigio y confiabilidad entre los más humildes, por sus concepciones ideológicas, su modestia y sencillez.

Con el segundo golpe militar de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, Dorticós como presidente del Colegio de Abogados de Cienfuegos emite una declaración, en la que condena por inconstitucional e inmoral tales hechos dada la proximidad de la convocatoria de las elecciones. Con posterioridad a estos hechos, logra la libertad de varios revolucionarios acusados de actividades subversivas por la tiranía.

Para 1957 asume desde la clandestinidad la organización de la resistencia cívica del M-26-7 en el territorio, destinada a reclutar revolucionarios en los sectores de profesionales, artistas, intelectuales y culturales.  Por su actividad como jurista mantiene contacto diario con jueces y auxiliares de la administración de justicia, que laboran en los tres juzgados de la ciudad.

En el cumplimiento de esta labor, descarta a los jueces y busca candidatos entre los secretarios, a los que estudia, comprueba concluyendo este proceso con la integración de cinco Auxiliares: Armando Tosar López, Andrés Daniel García Suárez, Eugenio “Cuco” Díaz de Villegas, Julio TorrienteyRené Moliné.Con estos cinco revolucionarios Dorticós vislumbró una célula que actuó como “infiltrada” en el seno de tres tribunales que integraban el Poder Judicial sureño y cuando éstos pasaron a principios de 1958 al edificio conocido como “Unidad Judicial” enclavado en la calle 63 del barrio de La Gloria, la célula rebelde que antes laboró separadamente, quedó unificada.

Dorticós comprendió que actuando adecuadamente, aún dentro de las normas jurídicas de la dictadura, podría lograrse la liberación de las cárceles a acusados de actividades subversivas, o sea en lucha contra un régimen que asesinó a más de veinte mil cubanos. Hasta el momento no existe evidencia de que en ningún otro juzgado o tribunal cubano donde hubo militantes individuales del M-26-7 se haya creado una célula que colegiara los asuntos para actuar unificadamente.

El trabajo de esta célula se hizo efectivo con la captura de los “35 de Buenavista”. El silencio de estos revolucionarios ante las acusaciones realizadas por la tiranía, sirvió para que estos quedaran infundados, pues la tiranía no pudo aportar pruebas de conspiración además de no comprobar los delitos imputados.

Dorticós y varios abogados de su bufete se prepararon y personaron como defensores de los acusados, de esta forma tuvo acceso a la copia del acta policial y comprendió que la Sala de Urgencia de la Audiencia de Las Villas debía remitir el caso al Juzgado de Instrucción de Cienfuegos pues lo único que resultaba probado era un delito menor, el de Reunión Ilícita.

De esta forma Dorticós preparó su estrategia apoyándose en la célula del Movimiento existente en ese juzgado. Orientó a los miembros de la célula que al instruir de cargos a los 35 acusados; sus declaraciones, fueran coherentes en explicar los motivos de la reunión; que denunciaran las golpizas y torturas a las que los sometieron en el cuartel del Ejército; hacer referencia a los seis compañeros que recibieron lesiones graves y se refirieran al tiempo que demoraron en presentarlos ante las autoridades judiciales.

El juez instructor, como había previsto el jurista, tomó en consideración el largo tiempo en detención de los acusados por la violación de los plazos previstos en la legislación penal para la presentación de detenidos, y la complejidad del sumario que demoraría su terminación. De esta forma accedió a la petición de los abogados defensores y dispuso que se redactara un Auto de Procesamiento a cada acusado; además admitió la petición de libertad provisional y fijó una fianza a cada acusado.

Tan pronto fue pagada las fianzas, los muchachos quedaron en libertad provisional y se marcharon custodiados discretamente por militantes del Movimiento en varios autos, para que pudieran continuar desde la clandestinidad luchando por el derrocamiento de la tiranía.

La actividad revolucionaria de Osvaldo Dorticós Torrado continuó de manera ininterrumpida. Después de la implacable persecución a los dirigentes y jóvenes revolucionarios participantes en la sublevación de la ciudad el 5 de septiembre de 1957, Dorticós y otros compañeros tuvieron que asumir tareas difíciles para mantener viva la rebeldía contra la dictadura.  No obstante, en 1958 fue detenido dos veces y a pesar de respetar su persona como Presidente del Colegio de Abogados de Cuba, fue forzado salir del país en noviembre de 1958.

Al triunfo de la Revolución regresa a Cuba y es designado Ministro de Ponencias y Leyes Revolucionarias, tarea en la que resultó dedicado servidor de los intereses del pueblo trabajador.  A mediados de 1959 le fue encargada la Presidencia de la República de Cuba, en momentos en que se fundaba la nueva Nación, el Partido dirigente, la simultánea obra de destruir el viejo Estado burgués neocolonial y pro-imperialista; además de edificar institucionalmente el nuevo Estado socialista y sus organismos e instituciones para el Gobierno Revolucionario.

En la ONU y otros cónclaves internacionales se escuchó su voz pausada, atemperada, firme y depurada.  Su oratoria fue arma para fustigar al imperio y condenar sus agresiones, además de ser cálidas y cercanas para referirse a la solidaridad con los pueblos de nuestra América. Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba y contribuyó a crear los órganos del Poder Popular.

El jurista tuvo honda participación positiva en todo este proceso revolucionario; además de su entrega e intensidad de trabajo, cuestiones que minaron su salud.  A pesar de los agudos dolores físicos que le producía su enfermedad, no dejó de laborar hasta sus últimas fuerzas, al fallecer el 24 de junio de 1983.

Trabajos citados

autores, C. d. (2011). Síntesis Histórica Provincial de Cienfuegos. La Habana: Editora Historia.

Martínez, O. F., & García Suárez, A. D. (2017). El levantamiento popular del 5 de septiembre de 1957 en la ciudad de Cienfuegos. Cienfuegos: Ediciones Mecenas.

Suárez, A. D. (2021). Osvaldo Dorticós Torrado: un héroe de la Revolución. VIII Jornada Científica “Violeta Rovira in Memoriam”. Cienfuegos.

 

*El autor es Técnico en Comunicación Cultural de la Unión de Historiadores de Cuba en Cienfuegos.

Visitas: 21

5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *