Osvaldo Dorticós Torrado, defensor de revolucionarios

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Un día como hoy pero de 1983 falleció Osvaldo Dorticós Torrado, este cienfueguero que fue Presidente de todos los cubanos durante los primeros 16 años de la Revolución, de los más difíciles y apasionantes de la Historia de Cuba. Nuestra Patria, su ciudad natal, el pueblo cubano, le deben mucho y le correspondería ser más reconocido.

En este aniversario 36 de su desaparición física queremos dar a conocer un hecho inédito que expresa cuán versátil fue siempre su labor, incluso antes del triunfo de la la Revolución, cuando en la clandestinidad contra la tiranía de Fulgencio Batista era responsable de la Resistencia Cívica del Movimiento 26 de Julio.

Debíamos a la historia de Cienfuegos este testimonio que recién entregamos al Taller Científico Nacional Visión Múltiple de la Lucha Insurreccional, organizado por el Centro de Estudios y Documentación de la Lucha Clandestina Frank País, de Santiago de Cuba. Revelamos hoy públicamente aunque resumido un hecho de entre tantos que silenciosamente acostumbraba a realizar el abogado cienfueguero.

Después del golpe de Estado de Batista en 1952, Dorticós defiende y logra la libertad de varios revolucionarios, por su actividad profesional y por su militancia en el M-26-7. /Foto: Archivo
Después del golpe de Estado de Batista en 1952, Dorticós defiende y logra la libertad de varios revolucionarios, por su actividad profesional y por su militancia en el M-26-7. /Foto: Archivo

Fue Osvaldo Dorticós Torrado quien logró la libertad de “los 35 de Buenavista”, como popularmente se conoció a los jóvenes dirigentes del Movimiento 26 de Julio de varios municipios de Las Villas, que en la noche del 27 de mayo de 1957 fueron detenidos cuando aguardaban en una casa de ese reparto de Cienfuegos para acometer una acción revolucionaria prevista para ese día. Gracias a su silencio, pese a recibir golpeaduras y torturas, la acción pudo realizarse tres meses después: el 5 de septiembre del mismo año. Los esbirros nunca tuvieron noción de lo que se gestaba.

Mantuvieron detenidos durante quince días a esos jóvenes sin presentarlos a los tribunales correspondientes dentro de las 24 horas, como disponía la Ley de Procedimiento Judicial. Sólo entonces los condujeron a la cárcel de Santa Clara, sujetos al juicio sumarísimo del Tribunal de Urgencia de la Audiencia de Las Villas, acusados de delitos de Sedición y de Conspiración para delinquir. Además, seis de ellos presentaban lesiones graves por las golpizas infligidas, al punto de que uno de esos jóvenes, Juan Fabián Álvarez Bernal, llegado desde Sancti Spíritus, quedó paralítico durante el resto de su vida.

El silencio guardado por “los 35” sirvió para que los cargos quedaran infundados: la tiranía no pudo aportar pruebas de Conspiración y no pudieron comprobar los delitos imputados. El abogado Dorticós, que tuvo acceso al acta policial, comprendió que la Audiencia debía inhibirse en favor del Juzgado de Instrucción de Cienfuegos y remitirle el sumario de esa causa por ser de su competencia lo único que resultaba probado: un delito menor, el de Reunión Ilícita, y previó que la Audiencia de Las Villas tendría que enviar a los 35 detenidos al Vivac de Cienfuegos, sujetos a la decisión del Juez de Instrucción actuante. Entonces preparó su estrategia apoyándose en la célula del Movimiento existente en ese juzgado, radicado en la calle de Castillo entre Gacel y Hourruitiner (hoy 62, entre 35 y 33).

Una célula de la resistencia cívica del M-26-7

En los primeros meses de 1957 el jurista Osvaldo Dorticós había contactado con dos revolucionarios que laboraban en esa instalación del Poder Judicial, y con tres que lo hacían en el de Primera Instancia, en otra locación en la ciudad. Con esos cinco revolucionarios vislumbró una célula que actuaría como “infiltrada” en el seno de tribunales que integraban el Poder Judicial, uno de los tres que conformaba, (junto al Poder Ejecutivo y el Legislativo) la gobernación del país que encabezaba el sátrapa Fulgencio Batista.

Cuando en el primer tercio de 1958 todos los juzgados de la ciudad pasaron a un nuevo edificio conocido como “Unidad Judicial”, enclavado en la calle 63 del barrio de La Gloria, la célula rebelde quedó unificada en esa nueva locación, pero antes laboró separadamente. Dorticós comprendió que actuando adecuadamente, aún dentro de las normas jurídicas de la dictadura, podría lograrse la liberación de las cárceles a acusados de actividades subversivas, o sea en lucha contra un régimen que asesinó a más de 20 mil cubanos. No tenemos noticia de que en ningún otro juzgado o tribunal cubano donde hubo militantes individuales del M-26-7 se haya creado una célula.

Con los dos miembros de la Resistencia Cívica que eran secretarios de ese juzgado, conforman un plan de acción. Esos compañeros tenían diferentes edades y caracteres. Uno de ellos era Armando Tosar López, próximo a sus 60 años de edad, que era el jefe de la célula. Tenía un carácter recio y casi huraño “por los palos que le dio la vida”, con vasta experiencia clandestina, y laboral en el Juzgado de Instrucción. Junto a él en ese lugar estaba el autor de estas líneas, de 25 años de edad, cuya vida laboral allí comenzó en 1954, también golpeado por carencias económicas familiares, que le obligaron a abandonar sus estudios en el segundo semestre del quinto año del Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza donde fue dirigente estudiantil; ambos eran secretarios suplentes de ese Juzgado, al que Dorticós concedía especial importancia por cuanto allí se procesaban diligencias de expedientes judiciales contra revolucionarios activos acusados de delitos contra la dictadura, que se juzgaban en la Sala de Urgencia de la Audiencia de Las Villas, con sede en Santa Clara, por magistrados especialmente leales a la tiranía. (1)

Los miembros de la célula del Juzgado de Primera Instancia eran Eugenio “Cuco” Díaz de Villegas, secretario, ya en sus 50 años de edad, tranquilo, y radiotelegrafista aficionado, y los jóvenes e impetuosos secretarios suplentes René Moliné López y Julio Torriente, quienes no pudieron participar de esta tarea porque no lo permitió el juez instructor, por no ser auxiliares de Instrucción.

La orientación precisa de Dorticós fue que al redactar las declaraciones de los detenidos, éstas resulten bien coherentes acerca de los motivos de la reunión; denuncien las torturas y golpizas a que fueron sometidos en el cuartel de Cienfuegos; se hable del tiempo demorado en presentarlos ante el tribunal competente…

Y por el contrario, instruyó que las declaraciones de los esbirros policiales y del ejército contuvieran el mayor número de contradicciones posibles: que las investigaciones dispuestas a realizar en el sumario de la causa no incluyeran los aspectos más importantes, se diluyeran y distrajeran para restarles efectividad y el juzgado pueda luego devolverlas en espera de despejar dudas; alargar los plazos de realización de pruebas, y así el juez al analizar todo el sumario, comprenda se dilatará mucho ese proceso y los acusados, ahora por un delito menor, quedarían mucho tiempo presos antes de la celebración del juicio en la Audiencia, y se incline por disponer la petición de los abogados defensores del bufete de Dorticós—; que se les fije fianza para gozar de libertad provisional hasta la fecha del juicio oral…

Y así resultó. El juez instructor tomó en consideración el largo tiempo en detención de los acusados, la violación por las autoridades represivas de los plazos previstos en la legislación penal para la presentación de detenidos, y la complejidad del sumario que demoraría su terminación, y accediendo a la petición de la defensa personada en la causa, dispuso que se redactara un Auto de Procesamiento a cada acusado y admitió la petición de libertad provisional previo pago de una fianza de 200 pesos a cada acusado.

Apareció un escollo: esa cantidad era alta para aquella fecha y ninguno de esos jóvenes la poseía. Entonces se reveló también la previsión del jurista y la excelente organización del M-26-7 en la ciudad: se presentó el corredor de Seguros Carpi, el también miembro del ’26 de Julio’ compañero Pedro Llorca Mayor, a quien el Movimiento le hizo llegar los 7 mil pesos del monto total de las fianzas, y manejó el asunto correctamente.

Tan pronto fueron pagando las fianzas, los muchachos quedaban en libertad y ponían “pies en polvorosa”, se marchaban de inmediato, custodiados discretamente por militantes del Movimiento que los ponían en manos amigas para que se perdieran, y los trasladaron en cinco autos, para que pudieran continuar, bajo severas condiciones de clandestinidad, luchando por el derrocamiento de la tiranía. Los esbirros no los vieron nunca más aunque sintieron sus efectos.

Pero fue Dorticós, el abogado creador anónimo de esta estrategia que liberó a “los 35 de Buenavista”, y que tras el triunfo revolucionario fue el hombre que sin encumbrarse jamás, resultó el Presidente más capaz y útil que ocupó la presidencia de la República, en toda su historia. Él sirvió a la Patria, a la Revolución y al pueblo humilde, eficaz y lealmente durante 24 años, tronchado solo por la muerte en junio de 1983.

A mediados de 1959 le fue encargada la Presidencia de la República de Cuba, en momentos en que se fundaba la nueva Nación, el Partido dirigente, la simultánea obra de destruir el viejo Estado burgués neocolonial y pro-imperialista y paralelamente edificar institucionalmente el nuevo Estado socialista, sus organismos e instituciones adecuadas para el Gobierno Revolucionario, que supo defender con su palabra señera en la ONU y otras altas instituciones mundiales, en medio de las más colosales agresiones imperiales. /Foto: Archivo
A mediados de 1959 le fue encargada la Presidencia de la República de Cuba, en momentos en que se fundaba la nueva Nación, el Partido dirigente, la simultánea obra de destruir el viejo Estado burgués neocolonial y pro-imperialista y paralelamente edificar institucionalmente el nuevo Estado socialista, sus organismos e instituciones adecuadas para el Gobierno Revolucionario, que supo defender con su palabra señera en la ONU y otras altas instituciones mundiales, en medio de las más colosales agresiones imperiales. /Foto: Archivo

Lucha ideologica dentro del poder judicial

Es completamente desconocida la lucha ideológica que se desató dentro del Poder Judicial en Cienfuegos.

A fines de 1959 los trabajadores de ese sector se dispusieron a crear las Milicias, iniciativa que de inmediato rechazaron los magistrados desde el Tribunal Supremo aduciendo la “apoliticidad” del Poder Judicial.

Tocó entonces a los integrantes de aquella célula creada por Dorticós comenzar una lucha epistolar con la alta instancia judicial, reclamando el derecho a prepararse para la defensa de la Patria.

Paralelamente crearon el pelotón, fundaron las Milicias en el sector Judicial en Cienfuegos a fines de 1959 y recibieron el Diploma de Fundadores de las MNR firmado por Fidel Castro. Luego, Armando Tosar y el autor fueron seleccionados en asamblea, para representar al territorio en el Primer Congreso Nacional de Trabajadores de la Administración de Justicia, al Servicio del Pueblo, previsto entre los días del 8 al 12 de octubre de 1960, en el Hotel Nacional habanero, para discutir y resolver la crisis en el sector. Prepararon cinco ponencias. Entre las iniciativas para el Congreso que fueron calificadas de destacadas, estaba la nuestra, de solicitar a las Embajadas cubanas en unos 40 países, las direcciones postales de las Asociaciones de Auxiliares de la Administración de Justicia correspondientes, para remitirles las explicaciones sobre el proceso revolucionario cubano y la causa de estas diferencias con los máximos dirigentes judiciales venales y corruptos, como una manera de esclarecer las falsedades que el enemigo imperial propalaba por el mundo.

La genialidad de Fidel resolvió lo mejor: no se celebró ese Congreso y se realizó la depuración del Poder Judicial. A los delegados sureños se les encomendó la tarea de realizar las investigaciones en el territorio. Se colocó la justicia tan alta como las palmas. No era justicia para una élite. Era y sigue siendo hoy una justicia al servicio del pueblo cubano.

(1) Los Tribunales de Urgencia fueron creados en 1934 por el coronel Fulgencio Batista, jefe del Ejército, presionando al entonces Presidente de la República Carlos Mendieta, que firmó los Decretos-Leyes 51 y 292 de marzo y mayo de ese año, para reprimir la actividad revolucionaria de aquella época. Y continuaron funcionando hasta que el Gobierno Revolucionario los disolvió el 5 de enero de 1959.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

2 Comentarios en “Osvaldo Dorticós Torrado, defensor de revolucionarios

  • el 25 junio, 2019 a las 2:59 pm
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    Un día como hoy pero de 1983 falleció este cienfueguero. Realmente fue en ese año????

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    • el 25 junio, 2019 a las 5:36 pm
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      Exacto. Ese es el año. Nació en Cienfuegos el 17 de abril de 1919 y murió en La Habana el 23 de junio de 1983. Contaba al morir con 64 años de edad.

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