¿Oscuro “Amanecer Feliz”?

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Hay lugares que nacieron para no tener quince, dirían los más viejos ante la invariable y desafortunada circunstancia que vuelve sobre el Parque de Diversiones Amanecer Feliz, de la ciudad de Cienfuegos, a casi un año de su reinauguración, a bombo y platillo, y piñata incluida.

Aquel fue un instante de luz. La recuperación de los equipos, la instalación de otros, la ambientación, las variadas ofertas gastronómicas, los colores, terminaron por deshacer las penumbras y devolverles a los niños un espacio agradable para el esparcimiento, a la altura de sus fantasías.

Por un tiempo se confundió con el paraíso; bueno, en realidad por unos días. En el propio mes de su reapertura ya este periódico reportaba sobre la indecente conducta de algunas personas, que amenazaba con destrozar el parque y echar por tierra el halo mágico allí construido.

Las quejas siguieron después: “el módulo (gastronómico) no siempre alcanza”, “hay equipos e instalaciones que no funcionan”, “en las noches es un sitio muerto”…

Una parte de ese cúmulo de inquietudes constaté recientemente en una visita familiar al “Amanecer Feliz” en su horario nocturno. Desde fuera, la alegre luminosidad del sitio me recordó a los parques que uno suele ver en las películas, pero todas esas luces desaparecieron apenas puse un pie en la entrada.

De la mismísima taquilla donde expenden los tickets para acceder a los servicios de la instalación colgaba una estridente bocina, de aquellas con las cuales tenemos que lidiar día a día en el espacio público.

Claro, lo más molesto era su música: un deplorable reguetón que versaba de “meter y sacar cosas”, como casi todos los de su especie. Y eso en un parque infantil visitado en enero de 2019 por el Presidente de un país, quien aboga de forma permanente por desterrar la indecencia cultural. ¿Quién dirige aquí? ¿Por qué permiten, se permite, eso? ¿Por qué se desdicen las políticas de una nación?

Mis oídos escuchaban y no podían creerlo. En un lugar que debiera ser por antonomasia el reino de las canciones infantiles, sin importar la hora, gobernaba el terrorismo musical. El peor de los temas y la peor de las melodías; posiblemente el más “ejemplar” de los castigos que los padres puedan contemplar para sus hijos.

Adentro, la calma se tornó un poco incómoda. Faltaban casi dos horas para el cierre del parque, varios niños correteaban entre los columpios, el bello lumínico indicaba casi todas las ofertas, pero cuando inquirimos sobre lo que había, se apagaron la mayoría de las opciones: “carrusel, barquito y carritos”…

La noche era bastante calurosa y los episodios que encontrábamos a cada paso nos generaban sofoquina. Fuimos entonces a por un refresco, mientras los muchachos “sudaban la gota gorda” divirtiéndose como podían. No había refresco. El kiosco era la nada, un desierto con pelly a 21.00 CUP y galletas de soda a 11.00, en el inmenso mar de arena. El resto de los puestos de venta asustaban; parecían sitios fantasmas.

Busqué entonces una explicación para intentar comprender lo imposible en medio de una campaña de verano que nos invita a vivir esta temporada con la mayor intensidad. A inicios de la etapa estival, administrativos del Parque de Diversiones declararon a la prensa disponer de variadas ofertas culturales y de todos los equipos en funcionamiento, excepto la sala de 3D. Y en cuanto a la gastronomía, advirtieron sobre las dificultades del país para adquirir confituras y otros comestibles, pero aseguraron que cuidarían la distribución para que no faltaran.

Una jornada no hace la regla, es cierto; sin embargo, si les preguntamos a los padres muchos coinciden en que son situaciones reiteradas. Ya que soñamos y contamos con un lugar digno para el ocio de los más pequeños de casa (inversión superior a los 2 millones 774 mil pesos), conviene repensar su diseño en todos los sentidos. Al margen de horarios, no vale que funcionen solo dos o tres equipos, y menos que la gastronomía se muestre tan escasa.

Tampoco tiene ninguna justificación la ausencia de una propuesta cultural para las noches, cuando sabemos del potencial y talento artístico existente en el territorio. Un parque de diversiones está hecho, precisamente, para divertirse, disfrutar de una experiencia placentera, “tirar el cable a tierra” y echar a volar la imaginación junto a los niños en cualquier momento del día. Ahora, si no es esto lo que ofrece, corremos riesgo de abandonarlo con la cara triste de un payaso.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

4 Comentarios en “¿Oscuro “Amanecer Feliz”?

  • el 2 septiembre, 2019 a las 5:35 pm
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    Periodista la inauguración fue puro teatro cómo casi todo, a los dos días de ese suceso el parque no tenía nada que ver con lo que vimos en la televisión. En cuanto al horario es preferible que cierre a las 8 pm y mejore todo y se cuide más. Cada día me pregunto por qué nuestra ciudad está tan mal? Por qué inauguran las cosas con bombos y platillos y a los días puedes ir…No está dando servicio o sólo una parte del lugar o no está acorde el gasto empleado para su construcción o reparación cont

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    • el 3 septiembre, 2019 a las 11:55 pm
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      No podemos minimizar el trabajo que allí se hizo considerándolo como teatro, se trabajo mucho y bien. Los niños cienfuegueros recibieron un muy buen Parque de Diversiones, con un diseño cultural y gastronómico que respondía a las necesidades de sus visitantes, a juzgar por las horas que se supone los niños disfruten de los diferentes aparatos, ahora bien, a un tiempo de inaugurado presenta irregularidades, expuestas por el periodista en su comentario, esperemos que la respuesta sean las mejoras de la instalación en cuanto a diseño cultural, gastronomía y servicios, sobre todo en el horario nocturno, pues por algo se extendió,¿ o no?

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    • el 6 septiembre, 2019 a las 9:30 am
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      Estimada “Mía”, nada que no se haya dicho en el trabajo. Se lo dejo en una oración: “Por un tiempo se confundió con el paraíso; bueno, en realidad por unos días”. Saludos!

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  • el 2 septiembre, 2019 a las 11:13 am
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    Esto es como todo amigo Periodista, que comienza muy bien un día y a los pocas semanas no encuentras ni la sombra de lo que fue, y si de pronto ves alguna “mejora” es porque anunciaron alguna visita y, por supuesto hay que tratar de quedar bien con la visita para no desagradar su vista. Alguien estampó aquella frase de que “los cubanos o no llegamos o nos pasamos”, a la cual habría que agregarle ahora también la que “nunca mantenemos nada de lo que hacemos”.

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