Operación Peter Pan o historia de las crueldades

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El lujoso Ford rojo y blanco del año 1958 que detuvo su marcha frente a la puerta de una vivienda en la avenida Padre de las Casas, en la ciudad de Cienfuegos, despertó la curiosidad del vecindario. Del vehículo bajó Benjamín García Alonso, enfundado, como siempre, en el uniforme de la Policía Nacional Revolucionaria.

Más que el conductor, al que todos en el barrio estaban acostumbrado a ver frecuentar esa casa, la presencia de un carro con chapa de la capital fue lo que llamó poderosamente la atención. Poco rato después, Benjamín, o el Gallego como muchos lo nombraban, subió de nuevo al vehículo y se alejó rumbo al Prado de la Perla del Sur.

Apenas habían transcurrido treinta minutos cuando un grupo de hombres uniformados y otros en ropa de civil irrumpió en la casa marcada con el número 2905. En una operación relámpago, fueron conducidos, en condición de detenidos, Carmen Diez, su madre Concepción Rodríguez ambas residentes en el inmueble y José M. Bello Ferrer, quienes resultaron sorprendidos in fraganti mientras imprimían un documento apócrifo.

También se les ocuparon en el lugar un mimeógrafo y miles de ejemplares impresos de la falsa Ley de la Patria Potestad, supuestamente firmada por el entonces Presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado. Era el sábado 16 de septiembre de 1961.

Suspicacias y convicciones

Desde que se encontraron casualmente en una de las calles de la ciudad de Cienfuegos, Benjamín y Carmen, ambos veinteañeros, sintieron mutua atracción física. Muy pronto comenzó entre ellos una relación que culminó en asiduas visitas del joven a la casa de la muchacha. Mucho tiempo después, el policía de antaño se preguntó más de una vez si su condición de agente del Orden Público no fue la que influyó en la insistencia de ella para oficializar la relación.

“En más de una oportunidad me percaté de que la familia Diez Rodríguez era visitada por personas que sin muchos reparos hablaban mal de la Revolución y de sus líderes, y la intuición me llevó a sospechar que allí se tramaba algo más gordo”, recordó en una entrevista hace años atrás el mayor jubilado del Ministerio del Interior.

Foto tomada hace varios años del mayor jubilado del Minint Benjamín García, El Gallego. /Foto: Armando Sáez
Foto tomada hace varios años del mayor jubilado del Minint Benjamín García, El Gallego. /Foto: Armando Sáez

Benjamín recuerda que contactó con Osvaldo Morejón, a la sazón jefe de Operaciones Públicas del G-2 (luego Seguridad del Estado), de la Región No. 5 de Cienfuegos, para imponerlo de sus vivencias y la idea de una posible conspiración. Para ganarse la confianza del grupo de desafectos, El Gallego fue instruido acerca de cómo actuar y comportarse.

Así lo hice, hasta el punto de que un buen día me mostraron en casa de Carmen un tubo de cartón que contenía el stencil (plantilla) con el texto que más tarde supe era la apócrifa Ley. En otra ocasión salió a relucir el nombre del connotado cabecilla contrarrevolucionario Osvaldo Ramírez García, de su amistad con la familia Diez, y de que se manejaba, por orden suya, una lista de dirigentes que debían ser ejecutados”.

Peter Pan, personaje ajeno a la crueldad

La llamada Operación Peter Pan* se distinguió por la crueldad y la falta de sentimientos humanos de quienes la promovieron y ejecutaron. Esta fue una de las más secretas acciones de subversión y guerra psicológica desarrollada contra Cuba por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado con la connivencia y participación de instituciones religiosas de los Estados Unidos.

Como preámbulo hubo un amplio despliegue propagandístico de evidentes propósitos subversivos y fines desestabilizadores, en el cual las principales víctimas serían indefensos niños y padres engañados y hábilmente confundidos por falsos rumores.

Uno de los infundios más recurrentes de la contrarrevolución fue el de la supuesta pérdida de la patria potestad. Le arrebatarían los hijos a las familias para enviarlos a Rusia, donde les adoctrinarían hasta convertirlos en monstruos del materialismo y del comunismo. Tal era la falacia.

A este juego mediático se prestaron representantes en Cuba de Diario de la Marina, Prensa Libre y Avance. En el extranjero lo hicieron La Voz de los Estados Unidos de América, emisora oficial de ese país, y Radio Swan, todos orientados y financiados con fondos de la CIA.

Lea también: La Operación Peter Pan y su vínculo con Cienfuegos

De acuerdo con declaraciones de Monseñor Byran O. Walsh, a finales de 1960 directivos de la Cámara Americana de Comercio en La Habana se le acercaron con la noticia de que algunos amigos cubanos querían enviar a sus hijos hacia territorio estadounidense. Más tarde se desencadenaron las gestiones por diferentes personas e instituciones, tanto en Cuba como en los EE.UU., hasta que, entre el 26 y el 31 de diciembre de 1960, arribaron los primeros 25 niños de la fase inicial de la Operación Peter Pan.

Muchos de aquellos niños sacados de Cuba nunca volvieron a reencontrarse con sus familiares. /Foto: Archivo
Muchos de aquellos niños sacados de Cuba nunca volvieron a reencontrarse con sus familiares. /Foto: Archivo

Con anterioridad había que abonar muy bien el terreno mediante una amplia campaña de mentiras. En el libro Operación Peter Pan, de los autores Ramón Torreira y José Buajasán, se lee: “Los agentes cubanos de la Seguridad del Estado Sergio Fernández (agente Félix) y Oscar Madruga (agente Julito) activos contrarrevolucionarios en esos años señalaron que en la impresión y distribución de propaganda sobre la patria potestad participó, junto a algunos eclesiásticos de la Iglesia Católica, una coalición de cinco organizaciones contrarrevolucionarias aliadas a la democracia cristiana (…) También estuvieron involucrados a esta actividad bandas de alzados en el Escambray”.

Coincidencia para nada fortuitas

El 16 de septiembre de 1961, en la imprenta Tipografía Ideas, en la Habana Vieja, un linotipista se percató de la tirada de un documento apócrifo sobre la patria potestad. Informadas las autoridades, enseguida se actuó sobre los autores del hecho.

Mientras, en Cienfuegos, coincidentemente el G-2, en pleno conocimiento de lo que iba a ocurrir ese día en la vivienda de Padre de las Casas número 2905, operaba el plan de apresamiento de sus ocupantes y los medios de impresión.

Dos días antes José M. Bello y Genaro Cortés, a instancia de Carmen, abordaron a Benjamín para pedirle la colaboración en el traslado de un mimeógrafo hasta la residencia de los Diez Rodríguez.

En ese momento le confesaron que ambos militaban en una organización juvenil católica y trabajaban en la preparación de un hecho, previsto para el día 17 de ese propio mes, que causaría gran impacto y tremendo revuelo en la ciudad.

“Tal y como solicitaron, me personé en la casa donde estaba el equipo de impresión, pero por desconfianza o mala coordinación no quisieron entregármelo, así que en definitiva luego fue el carretonero que trabajaba para el padre de Carmen quien lo recogió”.

Para encubrir la participación del joven, su oficial de caso le instruyó que ese día el agente condujera a La Habana un auto Ford, presumiblemente ocupado en la capital. Luego, Benjamín debía ir a casa de Carmen para comunicar por qué no iba a estar con ellos. Así lo hizo y se marchó, no sin antes decirles a todos que le guardaran el pedazo de lechón asado que iban a degustar al siguiente día, en una comilona organizada para festejar el éxito de la acción.

Epílogo de la infamia

Tras los registros efectuados en la vivienda de José M. Bello Ferrer, encontraron una lata con material inflamable, un paquete de pólvora, una planta radio-receptora con su transmisor y gran cantidad de propaganda subversiva. Carlos Ponce, otro de los implicados, fue detenido justo enfrente del mismo domicilio, en el preciso momento en que llevaba encima el original de la falsa ley.

La Causa No. 872/61 del Tribunal Revolucionario del Distrito de Las Villas, procesó y juzgó a todos los implicados en este ominoso capítulo de la guerra psicológica contra Cuba.

Una vez estudiado a fondo el expediente de instrucción quedó evidenciada la premura con que actuaron los ejecutores para hacer circular el documento ese domingo 17 de septiembre.

Más tarde, los especialistas llegaron a la conclusión de que la verdadera intención fue crear desórdenes a lo largo de todo el país, en coincidencia con la salida del buque español Covadonga, que transportaba al país ibérico a 131 sacerdotes expulsados por el Gobierno Revolucionario por sus agresivas acciones terroristas y subversivas.

(*) Famoso personaje infantil de ficción, creado en 1911 por James Mattew Barrie, y que por supuesto nada tiene que ver con esta sórdida operación.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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