Operación Carlota, victoria de la solidaridad y el humanismo

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Considerada la hazaña militar más justa de la historia contemporánea de Cuba, la Operación Carlota inició un día como hoy hace 46 años, con el envío de tropas que permitieron alcanzar la definitiva independencia de Angola.

Alrededor de 300 mil cubanos atravesaron el Atlántico para participar de aquella epopeya, en la cual se mezcló sangre antillana y angolana, y cuyo saldo fue también la liberación de Namibia y la eliminación del régimen del apartheid en Sudáfrica.

La noche del 4 al 5 de noviembre de 1975 no pudo ser más determinante para quienes en reunión encabezada por el líder histórico, Fidel Castro, resolvieron el traslado de unidades de combate a Angola, asediada en distintos puntos por el avance de mercenarios y fuerzas financiadas, entrenadas y armadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

La soberanía del país africano corría peligro, y Cuba respondió al pedido del presidente del Gobierno del Movimiento Popular para la Liberación (MPLA), Agostino Neto, quien logró tras las victorias asestadas por tropas cubanas y angolanas proclamar la independencia de la nación como estaba previsto, el 11 de noviembre de ese año.

En entrevista concedida a la documentalista Estela Bravo, el revolucionario Jorge Risquet, jefe de la misión internacionalista en Angola entre 1975 y 1979, comentó que Fidel Castro, junto a otros compañeros dedicaban largas horas a seguir la situación de Angola.

La historia de solidaridad de Cuba en el continente africano y los profundos lazos entre ambos pueblos sirvieron de antecedentes a una decisión que, al decir de Risquet, respondió sobre todo al carácter internacionalista de la Revolución.

El arrojo de la isla caribeña no demoró en recibir la respuesta amenazante de Estados Unidos, cuyos analistas nunca anticiparon la incursión del país bloqueado y del Tercer Mundo en una operación militar de largo alcance.

En el libro Diplomacia Encubierta con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, los investigadores norteamericanos William M. Leogrande y Peter Kornbluh recogieron las sanciones planificadas contra la nación antillana, desde “medidas económicas y políticas de carácter punitivo hasta verdaderos actos de guerra”.

“La acción del gobierno cubano de enviar tropas de combate a Angola destruye cualquier oportunidad de mejorar las relaciones con los Estados Unidos”, declaró el entonces presidente norteamericano, Gerald Ford (1974-1977), ante la prensa.

Pero el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, cuestionó en entrevista con el periodista español Ignacio Ramonet esta actitud de doble moral, pues mientras Cuba recibía las críticas por la ayuda brindada a Angola para su liberación del colonialismo, el gobierno de la nación norteña “se las arregló para traspasarle a Suráfrica varias bombas nucleares”.

Solo la experiencia de los combatientes cubanos 19 años antes en la Sierra Maestra y la aplicación de una estrategia de “guerra irregular”, permitieron junto a los angolanos la victoria contra los “ejércitos de Suráfrica, la mayor potencia de ese continente, y contra Zaire, el más rico y bien armado títere africano de Europa y Estados Unidos”, evocó en su entrevista Fidel Castro.

Cuito Cuanavale, Quifangondo, Cabinda, Ebo, Sumbe, Cangamba… son solo algunos de los hitos militares de aquella epopeya extendida por 15 años ante los insistentes ataques a la soberanía de la nación, hasta que en diciembre de 1988 la firma de acuerdos de paz permitió la retirada paulatina y organizada de las tropas cubanas en Angola.

Algunos años después el líder sudafricano Nelson Mandela visitó la isla caribeña y rindió tributo a los internacionalistas cubanos, así como a las dos mil vidas perdidas en el combate, por su “contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África”.

Durante los días del regreso a Cuba de los combatientes, el escritor colombiano Gabriel García Márquez visitó las calles de La Habana y dejó para la posteridad sus impresiones sobre el cambio en “el espíritu de la gente” y “la naturaleza de las cosas”, que había dejado la experiencia en los cubanos.

“(…) parecían conscientes de haber contribuido a cambiar la historia del mundo, pero se comportaban con la naturalidad y la decencia de quienes simplemente habían cumplido con su deber”, publicó en la revista Tricontinental.

La Operación Carlota llevó el simbólico nombre de una esclava sublevada durante el oprobioso régimen colonial en el ingenio Triunvirato, de la occidental provincia de Matanzas, exactamente 132 años antes de aquel 5 de noviembre de 1975.

La tradición de solidaridad entre ambos pueblos pervive hasta hoy, cuando profesionales cubanos de diversas ramas cumplen misión internacionalista en tierras del continente africano, y también desde allí proviene parte de la ayuda que recibe Cuba para enfrentar la pandemia de la Covid-19.

Prensa Latina

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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