Operación Carlota, página gloriosa de internacionalismo proletario

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Ante la inminente aborto de la proclamación de independencia de Angola, fijada para el 11 de noviembre de 1975, el presidente del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), Agostinho Neto, le pide a Cuba ayuda militar para preservar esa condición anhelada por el pueblo del país africano.

Fuerzas opositoras internas, alentadas por los Estados Unidos y otras potencias extranjeras, con el contubernio de Zaire y Sudáfrica,  pretendían impedir a toda costa el ascenso del MPLA al poder.

La primera colaboración consistió en instructores para cuatro centros de instrucción angolanos que organizarían, prepararían y armarían a unas cincuenta unidades de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola (FAPLA). Pero las potencias agresoras se daban prisa en su objetivo de impedir la independencia. Por el norte y por el sur, tropas agresoras se dirigían ya hacia Luanda con el objetivo de ocupar la capital.

A no dudar el golpe hubiese aniquilado a las fuerzas revolucionarias del MPLA y de paso a sus asesores cubanos, y tras evaluar tan grave situación el gobierno de Cuba decidió enviar tropas regulares y armamento apropiado para enfrentar y derrotar a los invasores.

Así surgió, el 5 de noviembre de ese propio año, la Operación Carlota, nombre tomado de una esclava libertaria lucumí que en igual fecha, pero de 1843, encabezó una rebelión en el ingenio Triunvirato, de Matanzas, contra los esclavistas españoles, siendo salvajemente asesinada, atado su cuerpo a caballos que tiraban de forma contraria, hasta descuartizarla.

Al cabo de 45 años de iniciarse esta gloriosa página de internacionalismo proletario, algunos de sus protagonistas reviven recuerdos, anécdotas, experiencias personales, pero sobre todo el honor y el privilegio que constituyó para ellos servir a la causa independentista de pueblos hermanos.

LOS TRILLIZOS INTERNACIONALISTAS

Los hermanos Arturo, Roberto y Emilio Quintana Lorenzo no habían cumplido los veinte años cuando le propusieron cumplir la misión militar internacionalista en la República Popular de Angola. La única condición impuesta por los entonces cadetes a punto de graduarse de la Escuela Antonio Maceo fue que los tres marcharan juntos al país africano, pues desde que nacieron jamás se habían separado, ni en la en la primaria, ni al paso por la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Villa Cara.

Rememora el actual Teniente Coronel de la Reserva que todo indica que la anécdota llegó a oídos del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y del entonces Ministro de las Fuerzas Armadadas Revoluionarias (FAR), General de Ejército Raúl Castro Ruz.

“Poco tiempo después, cuenta, nos montaron en un jeep y no paramos hasta el edificio del Estado Mayor del Minfar. Allí nos esperaba Raúl en una oficina, y cuál no fue nuestra sorpresa cuando al poco rato se apareció Fidel. ¡Imagínese cuántas emociones juntas. Con una humildad tremenda esos dos gigantes dedicaron media hora de su preciado tiempo a aquellos sencillos jóvenes de origen campesinos!”, dice mientras los ojos nublados por las lágrimas que pugnan por salir se posan en la foto del memorable encuentro.

Para Arturo Quintana haber recibido la charretera con los grados de teniente de las manos del Comandante en Jefe Fidel Castro y del entonces Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro Ruz, ha sido el mayor reconocimiento de su vida/ Foto: Juan Carlos Dorado

Sin embargo, aquella no sería la única oportunidad de estar tan cerca de la máxima dirección de la Revolución. Justo, a su regreso de Angola fueron ellos quienes colocaron en los hombros de los trillizos, al igual que al resto de los cadetes de la Antonio Maceo que cumplieron la misión internacionalista, las charreteras con los grados de Teniente.

Puedo asegurar sin temor a equivocarme, recalca Arturo, que durante la estancia en la tierra de Neto, nuestro Máximo Líder estuvo al tanto de nosotros y pendiente de lo que hacíamos allí. Luego, para nosotros dialogar con  Fidel fue lo más grande en nuestras vidas;  haberlo tenido tan cerca, junto a Raúl, estrecharle la mano, conversar con él, nos marcó para siempre y selló el compromiso moral con ellos y la Patria”, recalca.

“Los trillizos internacionalistas”, como se les reconoció desde entonces, fueron de los primeros combatientes en llegar a Angola a poco de iniciarse la Operación Carlota. Tras una breve estancia en Luanda marcharon a Huambo para impartir clases de tiro en la recién creada escuela de oficiales de las FAPLA.

“Permanecimos por seis meses en la preparación de los jóvenes angolanos. Y para nosotros resultó de gran satisfacción el interés y los avances de aquellos alumnos en medio de la guerra, a tal punto que todos terminaron con muy buenas notas el curso, en cuya graduación estuvo el presidente Agostinho Neto, otro motivo más de orgullo personal”, recuerda el hoy trabajador civil de la Defensa, quien está al frente de la Metrología en la Región Militar (RM) Cienfuegos.

Siete años después de nuevo la vocación internacionalista de los tres hermanos vuelve a imponerles nuevos retos. Empero, esta vez tendrían que romper con el “pacto de sangre” de permanecer juntos. Roberto y Emilio regresan a Angola; en tanto, Arturo tiene la misión de marchar a Nicaragua para asesorar a oficiales nicas, en el enfrentamientos a los “contras” que pretendían revertir la conquistas alcanzadas por la revolución sandinista.

Sin embargo, no fueron los trillizos los únicos en ejercer tan honroso deber. De una extensa prole de ocho varones, seis de ellos cumplieron misión internacionalista. El último fue el mayor de los hermanos, quien marchó como chofer a la provincia angolana de Cabinda, y allí pereció a causa de un accidente de tránsito. Sus restos regresaron a Cuba, como parte de la Operación Tributo, el 7 de diciembre de 1989, y hoy descansan en el Panteón de los Caídos, en el cementerio del poblado villaclareño de Cascajal.

No podía ser de otra manera, reconoce Arturo, esa fueron las enseñanzas que recibimos desde la cuna. Mi padre, militante del Partido Socialista Popular, nos educó con esos valores y principios, además predicando con el ejemplo personal pues, como pobres al fin, tuvo que esforzarse mucho para poder alimentar a aquella fecunda familia”.

¿Qué significa en lo personal haber sido protagonista aquella epopeya?

“Ser internacionalista para mí fue, y permíteme citar una frase dicha por el máximo líder de la Revolución, saldar nuestra propia deuda con la Humanidad. Entonces, haber contribuido a preservar la independencia de Angola y Nicaragua resulta mi humilde aporte a esa noble causa. Y si fuera necesario, volvería a dar el mismo paso, aun con 64 años de edad; y no lo dude, estaría en la primera línea de combate en cualquier parte, qué decir en caso de una agresión a nuestro país”.

LA AMISTAD DEL HÉROE
Representantes de dos generaciones de internacionalistas que estuvieron en Angola intercambian sus experiencias personales durante la Operación Carlota./ Foto: Juan Carlos Dorado

La Operación Carlota dejó una huella imperecedera, tanto para los alrededor de 300 mil compatriotas que participaron ella como para sus familiares y el pueblo en general. Al cabo de 45 años de iniciar este épico pasaje cubano-angolano se atesoran imnumerables anécdotas, experiencias e historias de vida.

El teniente coronel de la RM Cienfuegos, Wilfredo Rodríguez Montero, afirma que para él hubo un antes y un después de Angola. “Hasta entonces no había calado bien las cualidades del cubano, dice, y en medio de esas adversas circunstancias de la guerra conocí de la hermandad, compañerismo y disposición entre los nuestros para asumir cualquier peligro, era como si la adrenalina corriera como la sangre”.

A poco de graduarse de la escuela de cadetes Antonio Maceo, en la especializadad de fortificaciones, Wilfredo solicita cumplir misión internacionalista en la RPA. Por sus conocimientos es designado en la dirección de un grupo ingeniero táctico en el Estado Mayor de las fuerzas cubanas que operaban en la provincia de Cabinda.

“Entre los muchos recuerdos que guardo con agrado de esos dos años en territorio angolano está la entrañable amistad que sostuve con Gerardo Hernández Nordelo. Lo conocí cuando estaba al frente de un pelotón de exploración y más tarde jefe de inteligencia de un grupo táctico”.

Entre los recuerdos entrañables del teniente coronel Wilfredo Rodríguez está haber cimentado una profunda amistad en Angola con el Héroe de la República de Cuba, Gerardo Hernández Noderlo./ Foto: Juan Carlos Dorado

Al decir del oficial, las cualidades personales de quien fuera años después uno de los Cinco Prisioneros del Imperio por combatir el terrorismo en suelo norteamericano, despertaron la simpatía entre sus compañeros. “Siempre tenía una sonrisa en los labios, con un carácter afable, jaranero y muy extroverdido”, así lo describe.

Cuenta Wilfredo que años después supo de la hazaña del actual Héroe de la República de Cuba y sus compañeros de cautiverio y entonces sintió el enorme privilegio, no solo de haberlo conocido en Angola, sino también haber encontrado al amigo, al combatiente cabal y al compañero valeroso con el que cumplió numerosas misiones combativas de expoloración ingeniera a profundidad, emboscadas y otras acciones militares contra el enemigo.

“Nos enontramos de nuevo cuando visitó por primera vez la ciudad de Cienfuegos, luego de la liberación de las cárceles yanquis. Para ambos fueron momentos de recordación y votos a la sincera amistad que siempre nos profesamos”, rememora Rodríguez Montero.

¿Qué significó cumplir esa misión?

“Angola fue para mí una fragua en mi formación como oficial de las FAR. La experiencia enriqueció considerablemente mi formación académica, pues mi desempeño como jefe de servicios ingenieros permitió poner en práctica los conocimientos teóricos en varias especialidades del arte militar e incluso aprender perfiles que no conocía en detalles, como son el uso de las máquinas ingenieras.

“En tanto, en lo personal me hizo mejor ser humano, más revolucionario y me enseñó a amar con más ahico la libertad, porque nuestra participación en la guerra de Angola sirvió para demostrarle al mundo la nobleza, el espíritu internacionalista y el desprendemiento incondicional de los hijos de la tierra de Martí y Fidel”.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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