Olimpia y Liana: las banderas del amor

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Aquel beso precipitó la felicidad y el odio en las vidas de Olimpia Díaz Borges y Liana López Filpo. “Fue como si nos movieran el piso y quedáramos levitando; una sensación de remolino. A partir de ese momento —recordó Olimpia—, comenzamos a sentir y a experimentar nuestro amor, pero, por mucho que desees esconderlo, el amor también se ve, y entonces iniciaron los problemas en la sociedad”.

Era 2008 y ambas trabajaban en la Empresa Provincial de Correos de Cuba. Olimpia ejercía como gestora en un cibercorreo, mientras Liana llevaba las riendas de la subdirección comercial. Las dos gozaban, además, la dicha de ser madres, con hijas en el albor de la adolescencia, y se disponían a engendrar algo nuevo. Un camino difícil, de pasión y temores, que puso a estas mujeres al borde del abismo.

“Para mí, de orientación bisexual —confiesa Olimpia—, no resultaba cuestionable; para ella sí. Militante del Partido, dirigente, reserva de cuadro, y por otro lado, su familia homofóbica; ya puedes imaginar. Enseguida las amistades empezaron a juzgarla, le dieron la espalda y la cuestionaron en todos los lugares. Para alguien que nunca se había enamorado de otra mujer, representó una encrucijada

“Llegaron —dice— a inspeccionar nuestra intimidad; le preguntaron quién de nosotras hacía de varón, y pasó la vergüenza del mundo. Hasta esgrimieron que era preferible que anduviera con diez hombres antes de hacerlo conmigo. Debí lidiar con su aceptación interna, con sus miedos y choques frente a las situaciones que vivimos”.

El peor de los infiernos fue el escenario laboral, donde las expresiones de acoso y abuso de poder por parte del directivo (quien ya no trabaja en Correos) se manifestaron en cambios de puestos sin justificaciones, exceso de trabajo, desmoralización ante los compañeros; y así, durante casi un lustro, hasta que finalmente vino la expulsión. “En 2012, él buscó las razones para castigarnos, y Liana sufre un infarto cerebral en la oficina cuando le dicen que me van a sacar de la empresa. Dos años después quedó inhabilitada y no pudo trabajar más”, cuenta Olimpia.

Ni siquiera ellas tenían claridad sobre la naturaleza de aquellos hechos: un caso evidente de discriminación y violencia institucional que apenas encontró respaldo en las leyes existentes. Apelaron al sindicato, a las organizaciones políticas y de masas, al Ministerio de las Comunicaciones; mas la ausencia de un marco jurídico al respecto limitó las posibilidades de la defensa.

“El Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) hizo hincapié en ayudarnos, pero se escapó de sus manos. No había nada referido al acoso laboral. Igual pasó con los abogados: nos llamaban preocupados por nosotras, la familia, el sustento económico. Era una injusticia lo que habían cometido, lo sabían, y sintieron mucha pena por no poder resolverlo. Todo fue, realmente, demoledor; lo único bueno: el apoyo de las niñas, y el amor que nos profesamos. Ese prevalece y ha sido siempre nuestra bandera”, afirma Liana.

Hoy son activistas líderes del Proyecto Fénix de Mujeres Lesbianas y Bisexuales en Cienfuegos, el cual suma alrededor de trece años y está vinculado a las redes sociales comunitarias del grupo LGBTIQ+, del Cenesex. Para ellas, la Constitución de la República aprobada en 2019 por la inmensa mayoría de los cubanos estableció la ruta hacia mayores transformaciones, al reconocer la igualdad de todas las personas ante la ley, condenar de manera explícita cualquier tipo de discriminación y violencia, y asegurar el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer mediante instituciones y mecanismos legales establecidos para tales fines.

Como ciudadanos cubanos tenemos los mismos deberes y derechos. Los miembros de la comunidad LGBTIQ+ —subraya Liana— no necesitamos ahora una ley específica, sino que respeten nuestra elección de vida. Si cumplimos con los deberes, ¿por qué nos darnos el derecho a vivir con los derechos?, a tener hijos, a la adopción…”.

El nuevo Código de las Familias, el cual será elaborado por una comisión de más de 30 especialistas para luego someterse a referendo, carga con el peso de dignificar la vida de muchos, en medio de una polarización social en torno a estos temas que tampoco pasa inadvertida.

Según Liana, “a parejas que llevan 20 y 30 años les ha sucedido que, si uno resulta víctima de alguna enfermedad mortal, la ‘supuesta familia’ puede decidir cómo proceder sin consultar la opinión de la otra  parte. Y eso es un dolor muy desagradable. En el plano legal, si quieren, reconocen o no la relación, el tiempo que estuvieron juntos, y te dicen: ‘Mira, vamos a dejar el refrigerador para que vayas resolviendo’; o en el peor de los casos: ‘No vamos a darte nada, tú no eres familia, fuera de aquí’. Te botan y se apropian de los bienes que con mucho sacrificio estas dos personas adquirieron”.

Una de nuestras demandas —señala Olimpia— apunta al reconocimiento a la unión de hecho, para mañana tener potestad sobre el patrimonio formado dentro de la pareja. Y abogamos, claro está, por el derecho a la reproducción asistida para las mujeres lesbianas. Son algunos de los motivos por los cuales aspiramos a la aprobación del Código, en plural, con la inclusión de los tipos de familias que ya existen”.

Ambas saben que alcanzar esa meta no será suficiente, ni pondrá fin a las luchas y campañas en las que han permanecido enroladas durante más de una década sin cansarse. “No podemos darnos ese lujo, hay que trillarles el camino a otros. Todavía tenemos que lograr la sensibilización de los decisores, de los que están en las posiciones de poder y les corresponde decir sí o no a los cambios aunque nosotros hagamos coro”, agregó Olimpia.

Los anhelos de Liana devienen tan comunes que cuesta asumirlos como tal. “Continuar juntas, tranquilas, con un Código de las Familias responsable, y el respeto de nuestra sociedad hacia la mujer en todos los aspectos. En lo personal —enfatizó—, solo deseo seguir con la familia que hemos creado, pero en paz, porque de tormentos estamos saturadas”. Para dos mujeres que han sufrido la discriminación, y batallado contra tantos desmanes a lo largo de varios años, únicamente el amor explica ese halo feliz que las envuelve y ondea, a colores, en el mástil de sus almas.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

2 Comentarios en “Olimpia y Liana: las banderas del amor

  • el 17 mayo, 2021 a las 4:49 pm
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    Es triste ,está historia ,como muchas otras. Son cosas que pasan a menudo en nuestro país, es tiempo ya de cambiar eso. Excelente artículo son mujeres muy valientes.

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