Noche y día: Tom y Cameron a toda máquina

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En 1963, Stanley Donen estrenó Charada, entre las comedias de intriga más deliciosas de una década poblada de joyas de la corona dentro del género, donde campearía, a no dudarlo, Stanley Kubrick, merced a su antibélica Dr. Strangelove. En la película del codirector de Cantando bajo la lluvia, los inefables Cary Grant y Audrey Hepburn, con casi 60 años él a la sazón y a punto de sus 35 la réplica femenina del mito masculino hollywoodense de origen británico, pese a la diferencia de edad se la pasaban en grande dentro de una intriga  de espionaje en plan lúdrico, exaltadora del goce, la alegría, la segregación endorfínica proporcionada por la pantalla. Ya Cary, monarca del más largo reinado romántico en la historia del cine, Pauline Kael dixit, había montado las paredes de este tipo de edificación fílmica según la ecuación movimiento-humor-romance para Alfred Hitchcock -de cuya savia nutricia sin duda bebió Donen-, entonces al lado de Eva Marie Saint, en Intriga internacional (1959), para no enumerar lances previos.

Estas dos obras imborrables del anecdotario hollywoodino -vistas una y otra vez hoy, tan lozanas como el viernes de su estreno-, representan el fondo referencial básico al concebirse el guion de una action comedy semejante a Noche y Día (James Mangold, 2010). Ello, de consuno con todo lo enseñado en materia de maniobrabilidad en la secuencia, el desarrollo hiperbólico de las set-pieces y el timing general del género de mayor movilidad por las sagas Bourne y Misión Imposible, amén del universo Bond durante la era Brosnan-Craig. El resultado, empero, no es un revoltillo mal batido, sino una pieza sabrosa, refrescante, ágil, la cual aprovecha bien el legado pretérito y actual audiovisual anglosajón. Demostrativa, en última instancia, de la capacidad de Mangold para moverse con soltura dentro de géneros de tradición clásica: habilidades evidenciadas anteriormente mediante su sólido remake del western El tren de las 3 y 10 a Yuma (2007).

Del proverbial mcguffin hitchcockiano (la conocida simple excusa para levantar el relato: en el caso de marras una suerte de batería energética codiciada por la CIA junto a muchos malos malosos del planeta) parte la comedia de acción Noche y Día, cuyos ejecutores tienen, a lo Charada, en el ya madurito Tom Cruise, con su cuarto de siglo en la pantalla a las espaldas para el momento del rodaje, y a la más novata pero curtidita en ambos géneros Cameron Diaz, el brillo estelar necesario para echar a andar esta innegable maquinaria pesada del mainstream. No obstante, diferenciada de la fanfarria atonal, la fabricación en serie catalista y el mastodontismo de la política de unos grandes estudios bajo la égida del high concept, el cálculo frío, la superproducción hipertrofiada…

De hecho sí hay cálculo, mucho dinero y bastante de fórmula, por supuesto, detrás de una película como la de Mangold, planificada en formato de blockbuster arrasador de taquillas (aunque en Estados Unidos supuso dura decepción para el box-office), por añadidura contentiva de segmentos de metraje realmente estúpidos -a la guisa del escenificado por esos improbables gángsteres sevillanos-, e inoculadora del postrero mensaje imperial de que siempre los chicos de Langley trabajarán para el bien pese a parecer lo contrario. Lo que sucede es que esta vez la jugada, vista a escala integral, les salió bien, al no fallarles casi ningún ingrediente de la mezcla: actuación, montaje, progresión dramática y la conjunción de romance, hilaridad y acción. El largometraje se disfruta en virtud de su vitalidad, ritmo imparable y la empatía generada entre Tom-Cameron, quienes viven su película y se creen algo que en términos de lógica dramática es en realidad totalmente increíble, si bien no tiene demasiado caso cuestionar desde los puntos de vista propositivos argumentales del cine comercial actual, donde hablar de lo verosímil resulta casi inverosímil. El astro de Misión Imposible (le hubiera podido servir a Auerbach de material de base para su Mímesis, de verlo rapeando, gordo y calvo, en Tropic Thunder, o nalgateado por JLo al parodiar a dicho personaje durante los MTV Awards 2010)  y la comediante de Los ángeles de Charlie intentan hacerlo con el mayor deleite posible, para entregar al espectador un producto de entretenimiento signado por la diversión de cabo a rabo. Ingeniosa, alocada, ligera, punteada de diálogos frescos con buenas réplicas y contrarréplicas, persecuciones coreografiadas con la pinta o al menos el deseo de simular a John Woo, Noche y Día se disfruta sin complejos.

Línea inaudita en La Meca: Cameron le pide, directa, verbalmente, sexo a Tom.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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