“No me veo trabajando en otro lugar que no sea el puerto”

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Lo conozco fuera de su ambiente habitual, sin el mar de fondo y vestido, como decimos en Cuba, “de salir”. Él, junto a otros colegas de Cienfuegos y el resto del país celebra el Día del Trabajador Marítimo-Portuario, ocasión en la que le otorgan la Distinción Aracelio Iglesias por acumular 35 años de bregar en dicho sector. Celestino Arrechea Rivero, quien en la actualidad se desempeña como operador de mantenimiento de la terminal de cruceros aquí, asiente a la petición de la prensa y así nos deja asomar a un segmento de su vida.

“Entré al puerto muy jovencito. Acababa de venir de una misión en la República Popular de Angola. Comencé como estibador portuario y, luego de tres meses, pasé el curso de operadores y aprendí a operar todos los equipos portuarios: desde el montacarga, grúas pórtico, cuña extractora, grúas a bordo y demás. A lo largo de estos años he operado todo tipo de carga, contenedores, bolos, carga general, saquería…

“Actualmente, por necesidades de la Empresa (Empresa de Servicios Portuarios del Centro) me estoy desempeñando como operador de mantenimiento de la terminal de cruceros. La labor conjunta con mis compañeros ha llevado a que muchos turoperadores tengan a Cienfuegos como destino para hacer cambio de pasajeros, por el buen servicio de maletero que se le brinda, el cual es muy eficiente y rápido”, nos cuenta este cienfueguero nato con la sencillez propia de los hombres de su gremio.

¿Qué lo ha hecho mantenerse durante más de tres décadas en esta actividad?

“Primero, sentido de pertenencia. Mis padres fueron portuarios, igual que mi tío, y por tradición…como dice el dicho: ‘la cabra siempre tira al monte’ y me gusta esta actividad. No me veo trabajando en otro lugar que no sea el puerto.

“Tengo tres hijos varones pero, paradójicamente, no son portuarios. Uno de ellos es ingeniero en Informática y los demás trabajan por Cuenta Propia. Son muy buenos muchachos, formados por la Revolución igual que yo, que soy nacido y criado en esta Revolución”.

Siete lustros de permanencia en la misma labor han permitido a Celestino vivir la evolución del puerto, que sale de su sudor y esfuerzo.

“El puerto ha cambiado muchodebido al nivel tecnológico. Cuando yo entré se cargaba mucho saco; hoy en día prácticamente se manipulan pocos porque la tecnología se ha ido incrementando. Por ejemplo, ya el cítrico no es palmeado, ahora es en paleta, el cemento es preeslingado… O sea, antes se trabajaba, como decimos nosotros, como animales llevando sobre nuestros hombros toda esa carga. Ahora lo hacemos como personas y todo eso debido al avance que han tenido los puertos en el país”.

¿Se necesitan condiciones físicas especiales para desempeñarse como estibador?

“Sí, condiciones físicas especiales y luego la ‘maldad’, la pericia que te da el tiempo de trabajo. A veces no es solo la fuerza, sino la ‘maldad’ y la inteligencia que te dan los años”.

¿Tienen ustedes el relevo garantizado?

“¡Cómo no! Viene una juventud ahora que ¡imagínate! ….como toda la juventud que ha formado la Revolución… Antes cuando llegabas al puerto te encontrabas a una banda de analfabetos, muchos no sabían ni leer, y hoy en día se necesita noveno grado para entrar, por lo tanto, hay un mayor nivel cultural, por lo que creo está súper garantizado”.

Los que vengan después, de seguro hallarán en Celestino más que un compañero de faena, un maestro, alguien de quien beberán las mañas aprendidas en 35 años de ir y venir por el puerto de Cienfuegos.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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