No cocerás el cabrito en la leche de su madre

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En una de las miles de maravillosas imágenes literarias aparecidas en la Biblia, cuando Jehová se dirige a Moisés y al pueblo de Israel en torno a los preparativos de las fiestas anuales, predica la siguiente enseñanza: “No cocerás el cabrito en la leche de su madre”.

Más allá de su relación puntual con el hecho mencionado descrito en el libro del Éxodo, representa una sentencia aplicable o distinguible para cada momento de la vida humana, al establecer vínculo directo con el respeto al lazo sagrado establecido por la razón filial. Incluso, puede apreciarse no solo desde el prisma ligado a la visión del símil en su carácter literal y, en consecuencia con la mirada en parábolas del libro de libros, observarse además en tanto pauta demarcadora de cuanto no debe hacerse con lo identificativo de parentesco, sangre, hermandad, comunidad, colectividad, pueblo, nación.

Si resulta antinatural, repudiable e inicuo cocinar al animalito con la misma leche de la cabra que lo engendró, igual de ilógico e impugnable es convertirnos en lobos de nosotros mismos, bajo la justificación de la supervivencia. Para sobrevivir, en ningún caso, es obligatorio morder la yugular de tu prójimo, en pos de los supuestos derechos que te asisten a hacerlo en procura de tu desenvolvimiento económico.

En la Cuba posterior al período especial, ya pasada la aquí nunca scorsesiana “edad de la inocencia”, muchas personas están cociendo el cabrito en la leche de su madre, a través de su actuación cotidiana en el frente de los negocios.

Ciertos precios actuales en la esfera privada del país rayan ya lo absurdo. No hablamos de paladares exquisitas para personas a quienes les envían remesas del exterior u otras que me devano inútilmente los sesos para saber cómo la obtienen en medio de tantas carencias. No hablamos de spas privilegiados para los mismos clientes ni de otras expresiones de la actividad cuentapropista dirigidas a un sector que, por cual vía o razón fuere, cuenta con la posibilidad de pagar 40 dólares por cuatro camarones o 30 por un baño de fango.

Hablamos de simples cafeterías donde sus dueños ya no se conforman con vender pizzas a diez o quince pesos, sino en las cuales ahora también ofertan hamburguesas “especiales” a 20 o 25. De sitios en que una botella de refresco nacional de mil 500 ml es vendida a 50 pesos y una de agua mineral de 500 ml a 15; o una malta entre 20 y 25 o hasta 30, según el tipo.

Hablamos del señor del coche que te cobra 30 pesos por par de kilómetros o el del auto, quien te pide 100 por trasladarte de un barrio a otro. De aquel abocado a cobrarte 20 por tres o cuatro tomates. O 600 por unas bermudas.

El cubano de la actualidad vive entre dos formas monopólicas de venta en ramas asociadas a la gastronomía, el transporte, el vestuario u otras: la del privado (emergente y con resultados medios en sentido general, si bien con gravámenes exorbitantes en no pocos casos) y la estatal (de eficiencia irregular y sujeta a precios que suelen aparejarse o hasta superar los de aquellos).

Ni la una ni la otra están funcionando todo lo bien que deseáramos. Es la verdad, algo con lo cual esta columna y este periódico están responsabilizados. Los fenómenos no pueden desligarse de los contextos económicos, sociales, históricos. Pende sobre nuestro país hace casi seis décadas el más criminal y persistente bloqueo conocido en la historia moderna, por parte de la principal potencia del planeta a una nación tercermundista de pasado colonial. Un cerco genocida, cobarde y abusador. Pero también —y en no todos los casos derivado de lo anterior—, no acaba de registrarse el añorado destense de las fuerzas productivas a partir de la estimulación salarial que las impulse a brindar ese esfuerzo extra precisado por la nación para superar la actual etapa. Nadie desamarra ese nudo gordiano remitente a que el incremento depende de la productividad, porque como no aumenta la segunda no tiene efecto el primero. Por otro lado, han sido cometidos errores de perspectiva (visión) económica por personas que hoy abandonaron sus cargos o fueron trasladados a otros. Todo, y mucho más, propicia las dificultades padecidas hoy y el antinatural cocido del cabrito en la leche de su madre, aun cuando en ningún caso justifica la avaricia rastacuera, el desmedido afán material y el desprecio al prójimo por parte de algunos de sus congéneres: algo no solo anexo a crisis económicas; sino a erosión y muerte de valores, a elisión de virtudes y códigos morales.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

6 Comentarios en “No cocerás el cabrito en la leche de su madre

  • el 1 noviembre, 2023 a las 12:29 pm
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    SERA QUE AVRAHAM DESOBEDECIÓ? Rec ordemos que la Torah o los mandamientos estaban hechos antes de la creacion del mundo. Génesis 18:1-25 DHH94I
    El Señor se le apareció a Abraham en el bosque de encinas de Mamré, mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña, como a mediodía. Abraham levantó la vista y vio que tres hombres estaban de pie frente a él. Al verlos, se levantó rápidamente a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y dijo: —Mi señor, por favor le suplico que no se vaya en seguida. Si a usted le parece bien, voy a pedir un poco de agua para que se laven los pies y luego descansen un rato bajo la sombra del árbol. Ya que han pasado por donde vive este servidor suyo, les voy a traer algo de comer para que repongan sus fuerzas antes de seguir su camino. —Bueno, está bien —contestaron ellos. Abraham entró en su tienda de campaña y le dijo a Sara: —¡Rápido! Toma unos veinte kilos de la mejor harina y haz unos panes. Luego Abraham corrió a donde estaba el ganado, escogió el mejor de los becerros, y se lo dio a uno de sus sirvientes, quien lo preparó inmediatamente para la comida. Además del becerro, Abraham les ofreció cuajada y leche, y estuvo atento a servirles mientras ellos comían debajo del árbol. AQUI VEMOS QUE EL MENÚ FUE CARNE DE BECERRO CON CUAJADA LECHE Y PAN… Esa creencia de que no podemos comer, por ejemplo, un plato de pastra con salsa que lleve carne molida y por ultimo ponerle queso rayado encima, es totalmente antibiblico. El mismo Señor lo hizo.

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  • el 7 julio, 2022 a las 8:34 pm
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    Que tal que la verdadera traduccion sea: “no sacrificaras el cabrito en el vientre de su madre”. Es decir si las culturas paganas sacrificaban una cabra preñada. Para sus rituales de fertilidad.

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    • el 19 noviembre, 2023 a las 10:11 am
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      Para mi es mejor mantenernos en lo que el texto dice y no forzar interpretaciones. A lo que se refiere es que literalmente no creemos una receta donde se extraiga la leche del animal y matemos a su cría recién nacida para hervir su carne en la leche de su madre. De pensarlo nada más es muy cruel. En el mundo culinario se dan muchos casos de recetas atrevidas. Somos templo De Dios y aún lo que comemos está pensado por Dios para nuestro bien.

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  • el 8 marzo, 2017 a las 7:27 am
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    YC, el ítem precios, harto tratado en nuestro periódico 5 de Septiembre, sigue siendo una asignatura pendiente, dada la falta de correlación salarial. En las tiendas son caros y en los privados, aunque se pase bien, también lo son y no están destinados a la parte trabajadora de la población. Es negocio de ellos pero nosotros somos el cliente. Ni los paladares ni los spas ni las grandes peluquerías capitalinas del cuentapropismo son para quienes viven de su salario. Gracias por su comentario. Saludos del autor.

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  • el 7 marzo, 2017 a las 10:18 pm
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    Y a donder ir a alimentarnos, vestirnos…?????? Los privados se pasan, está bien, ellos hacen lo que quieran, al fin y al cabo el negocio es de ellos, pero hay precios en muchas tiendas que rozan lo ridículo, entonces, vuelvo a mi pregunta inicial.

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    • el 28 mayo, 2020 a las 10:01 am
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      Están bastante confundidos, “Cocer el cabrito en la leche de la madre” era un ritual pagano de fertilidad de la tierra que practicaban los Israelitas para supuestamente tener cosechas muy abundantes, obviamente Dios les prohíbe hacer esos rituales tan inútiles como ofensivos….

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