Niños de teatro o teatro para niños

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Cuando empezó el segundo taller de expresión corporal y técnicas clown llegaron a escena desnudos o a medio vestir; a nadie le dio tiempo suficiente como para desempolvar los tantos personajes que habitaban en su interior.

Dejaron sus muñecas de guardia, los tablets de todos los días, las computadoras, el caballo de madera, los pies descalzos sobre el pavimento, la playa… y se escaparon de la cotidianidad para actuar en la sala A Cuestas, junto a los profesores Ofelia Pacheco y Daimani Blanco, ambos directores de los emblemáticos grupos teatrales: Cañabrava y el Guiñol de Cienfuegos, respectivamente. De 9:00 a.m. a 11:30 a.m., de lunes a viernes, de pie o sentados, de no saber nada a mostrar un espectáculo; así, podría describirse los 21 encuentros del taller, pero con ello obviaríamos lo profundo del lago, ese que creció sin pedir permiso en medio de la colectividad teatral.

“Los padres no pueden perder la visión de que los niños crean, de que tengan imaginación, de que vivan la fantasía. Aquí tuvimos niños de cuatro y cinco años, ellos vinieron por sus padres, porque a esa edad resulta difícil tener el control del tiempo y la han pasado de maravillas. Es un proyecto nuevo y unidos logramos un espectáculo para la familia y los más pequeños (…) Este espacio continuará en próximos veranos, ha tenido una excelente acogida desde el inicio, sobre todo, porque es bien práctico y a los infantes eso los motiva”, dijo a la prensa la actriz Ofelia Pacheco.

Todo tuvo una secuencia lógica. Primero a ubicarse cómo funciona un circo, luego a calentar, y después la campana, la vuelta de frente, ejercicios de acrobacias, cuentos, saltos… “Yo no pude estirar los pies en la campana, pero me encantó el taller. Hoy cuando bajaba la escalera para venir hacia acá alguien me dijo que tenía ganas de que se acabara esto. Y le dije: no quiero que se acabe en toda la vida”, expresó Gabriela Delgado González, una de las de menos edad del grupo. Mientras, Mary Pacheco reveló con esa espontaneidad que la caracteriza: “Yo le confesé a mi mamá que quería ser payasita igual que ella…”.

No comer encima de la alfombra, trabajar con poca iluminación, estar detrás del telón a la espera del momento en que toca salir a escena, subir el tono de voz cuando llega la hora del cuento de la caperucita comilona de dulces, colocar la expresión justa…, constan entre las enseñanzas recibidas, mas desde el asiento del espectador se descubren otras tan importantes como las anteriores. Nos referimos a trabajo en equipo, a un aprovechamiento de las cualidades y aptitudes de los niños actores, a un espectáculo final colmado de sonrisas. Y para lograrlo solo basto la combinación de dos componentes: ganas de hacer y ganas de hacer. “Crear habilidades en los niños desde lo artístico da la posibilidad de adentrarlos a este mundo que no es exclusivo de las artes escénicas, sino de la literatura, la pintura, el baile. Abogamos por no dejarlos salir de su mundo infantil (…) La entrega de estos pequeños me ha hecho retomar la idea de crear en Cienfuegos el relevo del teatro Guiñol, es decir, una agrupación donde los infantes sean los protagonistas. Hay talento para desarrollarlo y sería nuestro objetivo que luego ingresarán a las escuelas de arte. Los 14 participantes en el taller no sintieron necesidad de salir de este espacio para sentirse feliz”, explicó Daimani Blanco.

Talleres de este tipo, a través de juegos y actividades en grupo o individuales, resultan ideales para ayudarlos a desarrollar la expresión verbal y corporal, y a estimular su capacidad de memoria y agilidad mental. Además, tienen una función terapéutica y socializadora. Ojalá la cultura fuera defendida siempre desde propuestas tan firmes y acogedoras, ojalá los lagos se conviertan tan profundos y caudalosos, ojalá María Carla esté para compartir su merienda, ojalá los pies de Gabi le den para subir la campana, ojalá Angeline y Camila sigan enredadas en sus cuentos, ojalá vengan más fotos para el álbum del actor de la familia, ojalá nunca sequen la entrega de Pacheco y Blanco, ojalá Chocoleta y Mantecado sigan sus caminos como artistas… Ojalá uno siempre se confunda entre niños de teatro o teatro para niños.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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