Nelson Domínguez, por un arte al alcance de la comunidad

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En fecha reciente, el creador visual cienfueguero Juan Karlos Echeverría Franco, fundador del recordado grupo de creación Punto, apreciaba en nuestro suplemento Conceptos: “Antes la comercialización era una utopía, ahora hay un mercado mucho más abierto. Cualquiera alquila la sala de una casa en una zona turística y la inunda de sus pinturas, válidas o no. Hoy hay demasiada atadura al mercado. Nuestra intención era revolucionar, mover ideas e involucrar a otras manifestaciones incluso. Vendíamos, pero no trabajamos para satisfacer el antojo de turistas viajeros”.  

Al recorrer ciudades como Cienfuegos u otras del país, repletas de “galerías” con “pacotilla visual” o “Nest-café plástico” para la venta al foráneo, a uno suele invadirle cierto pesimismo; sobre todo al ver jóvenes formados por nuestra enseñanza artística involucrados. Sin embargo, la proyección y el ejemplo de grandes maestros como Nelson Domínguez devuelven la esperanza.

Él está mostrando a las nuevas generaciones el camino de compartir lo bello y entregar el arte a todos, sin distinción geográfica o reparar en la solvencia económica, solo en función de privilegiar la riqueza espiritual y fortalecer la ineludible educación estética.

Es justo cuanto está haciendo desde hace ya varios años el Premio Nacional de Artes Plásticas 2009 a lo largo del país. Domínguez desarrolla, al unísono, tres grandes Proyectos de perfil comunitario denominados: Bolsillo flaco, Hospitales-Galerías y Galerías rurales, todos de extraordinaria repercusión social e incidencia artístico-educativa.

En torno a los dos primeros, comenta: “Bolsillo flaco fomenta el coleccionismo popular, con obras que pueden ser costeables con mayor facilidad. Para ponerte un ejemplo, puede valer lo mismo un grabado de pequeño formato que una botella de Havana Club añejo”. Acotar aquí que estamos hablando de unos siete dólares, cifra casi simbólica en comparación con los cientos o miles de dólares en que pueden vender sus obras los maestros

“Todavía no somos un país culto, pero sí un país con una alta instrucción y la gente conoce a sus artistas. Entonces, todo el mundo quisiera tener un dibujo de Pedro Pablo Oliva, de Flora Fong o de Ever Fonseca. Y creo que ese justo anhelo debe cumplírsele. Este Proyecto lleva cerca de una década y en todos los lugares donde sea posible lo queremos desarrollar”, sostiene.

El creador ha desarrollado obras de pequeño formato de cara a su iniciativa Bolsillo flaco. Tales trabajos, además de asequibles a los ciudadanos de menor poder adquisitivo, pueden transportarse con facilidad de un territorio a otro.

Por su parte, el Proyecto Hospitales-Galerías fomenta la creación de murales, donados a hospitales provinciales. Hasta el momento, existen tres de estos emplazamientos de gran formato, ubicados en tales centros médicos de Las Tunas, Camagüey y Cienfuegos.

“Estas unidades asistenciales son muy visitadas cada día, no solo por pacientes sino además por miles de familiares. Son espacios óptimos para que la gente pueda apreciar y pensar a través de la obra artística, con todo cuanto su influjo benigno proporciona”, considera el maestro.

La expresión práctica de Galerías rurales, su más joven Proyecto (en términos de concreción, no de planificación puesto que lo concibió hace mucho tiempo) fue, la semana anterior, la apertura de la galería rural Molino rojo en la comunidad premontañosa de El Jobero, en la sede de Teatro de los Elementos.

“Yo soy de procedencia campesina y de ahí surge esta idea. Gracias a la existencia de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos en el Caney de Las Mercedes, donde había maestros de pintura, pude estudiar la manifestación. Siempre quise que las personas que tienen inquietudes artísticas y que viven en el campo accedieran al arte, pero estaba el escollo del ¿cómo¿ ¿qué hacer en ese caso? Tal disyuntiva fue lo que posibilitó la existencia de este espacio. Estamos en conversaciones con las autoridades de Santiago de Cuba para ubicar la segunda en Baire, en el batey de la finca La Juba, de mi abuelo. La tercera radicará en Pinar del Río, en Minas de Matahambre”, adelanta.

“Espero que la idea sea retomada por los artistas más jóvenes y, además, que los gobiernos de cada provincia los apoyen para que se acometa este tipo de empeños, que es beneficioso porque la gente, sin necesidad de desplazarse hacia las ciudades, va a poseer cerca de sí cuanto necesita; entre ello, el arte”.

Nelson conoció a José Oriol González, líder histórico de Teatro de los Elementos, en la Escuela Nacional de Arte (donde el artista plástico estudiara de 1965 a 1970, fuera asistente de Antonia Eiriz y luego regresara de docente).

El pintor confiesa que esa amistad con Oriol -y el fuerte apoyo de dicho hombre de teatro- resultó el elemento clave que propinó el espaldarazo definitivo a la cristalización de la primera galería rural de Cuba en los predios de esta comunidad cultural de El Jobero, donde Domínguez llegó por vez primera hace años, junto a otro grupo de pintores, incluidos sus hijos, según evoca.

La galería rural abrió con la exhibición de un grupo de obras gráficas: litografías, serigrafías y algunas telas de la colección privada del artista; si bien en fecha próxima se realizará una programación para el centro, con la participación de diversos artistas, de acuerdo con las intenciones de Nelson.

“Pensamos también, más adelante, erigir aquí un taller de cerámica, una casa para actividades culturales, talleres de decoración interior del hogar, establecer cursos de bonsái para niños y adultos…en fin, esta galería es solo parte de una intención mucho más amplia que comienza ahora”, comenta.

El Proyecto Galerías rurales se concibió en El Jobero bajo la observancia de patrones arquitectónicos remisivos a las cuerdas de nuestra autoctonía. “A veces los campesinos construyen casas en medio de la montaña que parecen de otro lugar y creo que debe rescatarse ese elemento de cubanía en el hecho arquitectónico, retrabajar lo vernáculo y conferirle una riqueza de diseño”.

Ufano, con toda razón, el merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional y la Orden Alejo Carpentier estima que “en general, esto es un Proyecto que alberga nobleza, tiene su riqueza y pienso que al resto de los artistas amigos, compañeros míos de la Escuela y otros jóvenes les pueda interesar; sobre todo a los artistas que nacieron en el campo, para quienes puede devenir como un verdadero retorno a la semilla”.

En el caso suyo, la imagen es literal. De Baire, junto a la Sierra Maestra -donde nació en 1947-, regresó a su esencia misma, al llegar a El Jobero, a la vera del Escambray, para regalar su arte a la comunidad y a los visitantes tanto de Cuba como de muchas partes del mundo que cada año vienen, atraídos por la ya legendaria estela de Teatro de los Elementos.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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