Nacional de Fútbol: A pesar de todo… el rey mantuvo la corona

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 42 segundos

En un deslucido partido final, los Diablos Rojos de Santiago de Cuba llevaron la mejor parte, y consiguieron la agónica victoria con que retuvieron la corona nacional de fútbol, su tercera de manera consecutiva.

No pudo haber más elementos negativos en un choque que, a mi juicio, valoro entre los peores que he apreciado en la competencia balompédica doméstica. Pésimo estado del terreno, importantes ausencias por ambos bandos debido a inexplicables indisciplinas, torrencial diluvio y gris trabajo arbitral, se conjugaron para regalar a los seguidores del más universal una auténtica “pesadilla” de 90 minutos de duración.

Resulta increíble que una final de campeonato se autorice a jugar en una grama donde apenas se podía tocar el balón. Es cierto que, estratégicamente, para anular el sistema de juego del rival, los locales escogen terrenos como ese (de sobra lo han sufrido los Marineros de Cienfuegos), pero en ese sentido la Comisión Nacional debió tomar cartas en el asunto, y de ser necesario, podría haberse trasladado ese choque hacia una cancha neutral, máxime cuando incluso la televisión estaba presente.

Los santiagueros tenían bien aprendido su libreto: buscar un gol temprano, apoyados en sus habituales balonazos a la espalda de los defensores, y luego manejar los tiempos del compromiso. Y enfocados así salieron en el primer parcial, donde incluso anotaron par de veces, ambas anuladas por fuera de juego. La ausencia de su as Jorge Villalón, el líder goleador de la justa, pesó sobremanera, y aunque fueron más que unos capitalinos perdidos sobre el ¿césped?, no pudieron inaugurar la pizarra antes del descanso. Las pérdidas de balón, equivocaciones, malos pases y peores recepciones matizaron esos 45 minutos.

En el complementario poco cambió, hasta que al 52’ el refuerzo avileño Yasmani López conseguía la diana que ponía a frente a Santiago, y a la postre, le aseguraba el título.

Porque quiso el destino que el clima se ensañara con el ya maltrecho recinto, el cual convirtió en laguna fangosa por el resto del choque. ¿No era previsible en esta época del año? ¿Por qué no jugar en la mañana?

A partir de ahí desapareció el escasísimo fútbol que se mostraba. Resbalones, caídas, pérdidas de tiempo, esfuerzos sobrehumanos por hacer que el balón fuera al menos a territorio rival…. Hasta el pitazo final, que dejó un sabor agridulce, pues mientras los de casa celebraban su tercer cetro consecutivo, muchos agradecimos que hubiera terminado el tormento.

En este mismo sitio favorecí a los santiagueros en los pronósticos. Y aunque lo lograron y son merecedores de su pergamino, no quedé satisfecho. Me faltaron hombres clave en el partido (sancionados luego de la trifulca ocurrida tras finalizar el juego de ida en el “Pedro Marrero”, hecho que hace dudar del compromiso de los atletas con su camiseta, pues estaba en juego la corona de Cuba), me faltó una grama decorosa, me faltó un arbitraje que, a pesar de lo ocurrido una semana antes, permitió libertades que pudieron desencadenar otra lamentable situación, me faltó…

Pero a pesar de todo, Santiago vuelve a erigirse monarca, y nos toca reverenciarnos ante el rey.

Visitas: 188

Carlos E. Chaviano Hernández

Periodista y Director de programas de televisión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *