Nace Abraham Lincoln

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Cuando nació aquel niño espigado de nombre Abraham Lincoln, en Kentucky, el 12 de febrero de 1809, su familia, vecinos y conocidos pensaron que sería leñador. Y lo fue, pero también fue elegido Presidente de los Estados Unidos de América, desde marzo de 1861 hasta su asesinato en abril de 1865. Fue el decimosexto Presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano.

La versión de cómo llegó a ese cargo es de los ideólogos del Sistema que describen esa “magia” así: “Aquel leñador descalzo, muy alto y desgarbado, de manos y pies enormes, que como leñador ganaba seis dólares al mes, tenía un enorme afán de superación y se dolía de la esclavitud de las familias negras que vivían por los alrededores de su hogar. Decidió estudiar y se hizo abogado para combatir la esclavitud de los hombres. Llamó la atención de los ciudadanos por sus encendidos discursos contra la esclavitud, contra los esclavos y los promotores de esa condición inhumana, contra la guerra de expansión a los territorios vecinos, y cuando las masas lo apoyaron alcanzó un lugar en el Congreso. Luego, el Partido Republicano lo lanzó como candidato a la presidencia del país…”.  ¿Fácil, verdad?

Lo real es que lo respaldaron las masas esperanzadas y creó un enorme revuelo en Estados Unidos que estaba en un proceso muy tenso, enfrentados los poderosos abolicionistas de los Estados del Norte: que por ser muy industrializado no necesitaban de esclavos, sino de obreros, contra los poderosos del Sur: fundamentalmente agrarios y ferozmente esclavistas. Ese proceso desembocó en la Guerra de Secesión.

Se enfrentaron en una guerra fratricida y al inicio la lucha se inclinó por los Estados sureños que contaban con el apoyo de los militares yanquis. Fue entonces que  Lincoln llamó a los negros esclavos y los movilizó como soldados. Ciento ochenta y seis mil negros esclavos tomaron las armas y apoyaron al Presidente Lincoln. Además, se sumaron muchos hombres de bien, periodistas, abogados, médicos, profesionales de todo tipo, intelectuales, estudiantes, que se unieron a la contienda para defender el abolicionismo.

Hombres de otras nacionalidades que se encontraban en Estados Unidos también se sumaron, entre muchos otros, dos cubanos, dos cienfuegueros, Federico y Adolfo Fernández-Cavada Howard, hijos de una familia fundadora de Fernandina de Jagua, que acababan de graduarse de ingenieros en una universidad norteamericana. Federico alcanzó los grados de Coronel del Ejército de Lincoln y fue héroe de la batalla de Antietam que decidió la lucha a favor del Norte anti-esclavista. Adolfo fue herido y recibió altas condecoraciones. En esa guerra aprendieron el arte militar que luego les permitió destacarse en la Guerra de los Diez Años en Cuba contra el coloniaje y el esclavismo español.

En Estados Unidos, lo que no le fue posible lograr al primer Presidente, George Washington, lo logró Lincoln que sería el décimo sexto presidente norteamericano:  la libertad de los esclavos en 1863. Sólo que duró poco.

El poder económico, la influencia ideológica capitalista y racista de los poderosos sectores esclavistas que perdieron la guerra, determinaron el castigo, y apenas cinco días después de la rendición de los Estados del Sur, el Presidente Abraham Lincoln fue asesinado en un teatro donde presenciaba una obra dramática. Dijeron que fue un fanático sudista, pero fue el poder de los racistas, que todavía  asesina negros y hasta Presidentes, como Kennedy, impunemente en los Estados Unidos.

Desde entonces hay un solo partido político en Norteamérica, aunque uno lleve el nombre de Demócrata, otro el de Republicano, y numerosos otros pequeños de diversas denominaciones. Es el único partido de los ricos poderosos, el del gran capital, el del Poder Real, que está sobre cualquiera que sea elegido nominalmente presidente de esa nación, que resulta, meramente, un alto “empleado de confianza” de los intereses multimillonarios, aunque algunas veces alguno así, se tome en serio su “poder”, y si entra en contradicciones puede pasar cualquier cosa, porque el realmente poderoso, por sus grandes intereses,  es el neutro, el encubierto “Sistema”.

Estas son las ideas que nos traen al comentario el nacimiento en esta fecha de Abraham Lincoln, el leñador que llegó a Presidente, otra ilusión en ese gran país de las ilusiones… y de las desilusiones.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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