Ser mujer y cubana en tiempos de Covid-19

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Basta con salir a la calle y mirar a nuestro alrededor, o ver las fotos en los periódicos, o las imágenes en la tele: la  lucha contra la Covid-19 tiene rostro de mujer. Y no es que los hombres no estén, pero, en tanto fuerza mayoritaria en sectores como el de la Salud, abundan las caras femeninas en la primera línea de batalla contra la enfermedad.

Médicas, enfermeras, activistas, agentes del orden, cuadros políticas, líderes comunitarias, y un sinfín de ocupaciones. Todas ellas componen el alto número de cubanas que sortean mil y un riesgos en el enfrentamiento a la pandemia -o en la convivencia con el Sars-Cov-2- sin dejar a un lado la sobrecarga que de manera tradicional llevan sobre sus hombros.

Ser mujer nunca fue fácil y en tiempos de coronavirus la situación no es mejor. Porque, ya lo han alertado desde Naciones Unidas y otros organismos internacionales, además de las consecuencias para la salud, la pandemia genera otros problemas sociales, como el agravamiento de las brechas de género ya existentes.

Las circunstancias impuestas por la Covid-19 ponen sobre el tapete esas desigualdades. Porque a la par de hacer frente a la enfermedad desde todos los ámbitos, en comparación con los hombres, las mujeres asumen de manera desproporcional las tareas domésticas y de cuidado: un trabajo no remunerado y poco reconocido que se recrudece en el contexto actual de aislamientos, cierre de escuelas y teletrabajo.

Cuando se ha suspendido el curso escolar, o los miembros de un hogar han debido aislarse como medida preventiva, el peso en la atención familiar gravita hacia la mujer, a quien también van dirigidas algunas disposiciones como la de la remuneración al 60 por ciento del salario cuando han tenido que dejar sus puestos para encargarse del cuidado de sus hijos.

A las cubanas, por demás, les ha tocado vivir la pandemia en una circunstancia de marcada estrechez económica, agravada por el impacto del recrudecimiento del bloqueo de los Estados Unidos sobre la Isla, cuando el imperialismo ha tensado la cuerda a grado extremo contra nuestro pueblo. Ello se traduce en el aporte de mayor tiempo y esfuerzo en el afán de llevar alimentos u otros recursos básicos al hogar. Aquellas dedicadas al Trabajo por Cuenta Propia (más del 35 por ciento de quienes ejercen la actividad en el país) se han visto especialmente perjudicadas, debido al cierre temporal de muchos de los negocios privados en donde laboran.

Paralelo a ello, desde que ocurrió el brote de Covid-19 se ha intensificado la violencia hacia las mujeres y las niñas en todo el mundo, sobre todo en el ámbito doméstico. Se trata de “la pandemia en la sombra” de la que habla Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres y de la que Cuba no está exenta, pues a pesar del adelanto palpable de sus ciudadanas, la violencia machista y la disparidad persisten.

Ser mujer nunca ha sido fácil, pero las nacidas en esta Isla cuentan con políticas públicas diseñadas para garantizar su progreso y bienestar y, a pesar del coronavirus, les asiste más de una razón para conmemorar un 8 de Marzo que es, sobre todo, impulso para encarar nuevos desafíos.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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