Muestra visual A medio hacer

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Tras experimentar un proyecto semejante con el artista Alexander Cárdenas en la galería Maroya del Fondo Cubano de Bienes Culturales, el pintor y grabador Elías Federico Acosta reedita la muestra intitulada A medio hacer, ahora en la Sala Mateo Torriente de la UNEAC y junto a su colega Raúl Cué Echemendía, igual profesor de la Academia de Artes Visuales de la Escuela de Arte Benny Moré.

¿Qué cohesiona las propuestas de estos dos singulares creadores? En primera instancia, los galanteos con la abstracción. Ambos partieron del arte figurativo en otros tiempos y fueron subyugando las formas a altos niveles de síntesis, si bien el primero insiste en el cuerpo femenino en tanto código que sistematiza el erotismo como gestor de prácticas sensoriales y el segundo (más obsesionado con la materia expresiva del lenguaje visual) insiste en un tipo de abstracción conceptualista, que parte de una entorno físico o cultural llevado a cromas y composiciones dominadas por las manchas, geometrías y empastes pro impresionistas.

Elías, cuyo dominio del color solo es comparable con los textos visuales de Néstor Vega, nos cautiva con los controlados vericuetos de las transparencias, ora colmadas por la croma degradada (con sus habituales verdes marinos y los cobrizos tensionantes), ora por las figuras a medio acromatizar, enfocado al acto de transfigurar el cuerpo femenino en paisajes posibles. En esta práctica devela su tino para subrayar el ritmo y la gracia de la línea (anticipada en la muestra Desvarío imagen hacia 1998), los deseos manifiestos de un relato que se autoconstruya sin alardes ni clisés.

Por su parte, Cué (espirituano aplatanado en la ciudad de sévres), abandona todo gesto identificable, como no sea la elucidación visual y conceptual que hace de la historia del arte, enaltecida con sus gestuales manchas de color. Es sin dudas, un abstraccionista nato, que sabe equilibrar la fuerza de los trazos o empastes con los dominios compositivos y la poesía. No es un capricho, en los últimos tiempos la lírica desborda sus fabulaciones, aun cuando asume series al modo de Coordenadas Lat 21 47.7382N Lon 079 58.5742 W, donde acontece una suerte de visión antropológica del espacio urbano y se alcanza a espiritualizar el objeto arquitectónico.

Le une a Elías F. el gusto por la música, aunque no la recrea a través de instrumentos musicales, sino de conceptos que tienen equivalentes en expresiones visuales. De modo que Bad Bunny, reguetonero de moda, tiene ciertas empatías con los entuertos gráficos de Willem de Kooning o Pablo Picasso. De hecho, los títulos de las obras obedecen al repertorio del legado reguetonero o rapero, tomando como asidero esta relación entre las creaciones sonoras de la cultura marginal y el legado de los clásicos de las artes visuales.

La muestra binaria revela dos modos diferentes de indagar la realidad y su interpretación, uno más subjetivizado y privativo, el otro desde una perspectiva crítica y sociológica, aunque ambos retan a los públicos a componer en sus imaginarios el medio hacer que es toda obra de arte: provocación y goce. A to-das luces, el arte se completa con esos públicos.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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