Monedas al aire

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Los cuartos de finales de la Liga de Campeones resultaron una concatenación de hechos absurdos, que todavía no acabamos de entender en su complejidad. 

Pero al final, uno piensa: ¿por qué tiene que decirnos algo el azar de un juego donde compiten once contra once y cualquiera tiene posibilidades? En realidad, no tiene por qué decirnos mucho la derrota del Atalanta ante el PSG, ni la derrota del Atlético de Madrid ante el Leipzig, ni la del Barça ante el Bayern, ni tampoco la del Manchester City ante el Lyon.

Qué nos puede decir un partido. Tal vez una eliminatoria de ida y vuelta sea elocuente respecto a algo; pero un partido lo gana cualquiera.

La única conclusión que (quizás) podemos sacar, es que no siempre el club con más dinero obtiene los mejores resultados. Tenemos el ejemplo de los tres más derrochadores en los últimos cinco años: el Atlético, el Manchester City y el Barça. Ninguno ganó Liga en esta temporada, ni llegó a semifinales en Champions. El Barça, ante el Bayern, tuvo uno de los peores marcadores adversos de su historia.

Por cierto, hace unos días Marca publicó un trabajo sobre la gestión económica del Barça en materia de fichajes (ventas y compras) a partir del año 2015. Resulta que los blaugranas, según refiere Marca, han gastado casi mil millones de euros en jugadores que no han funcionado en el sistema de juego del club o no han aportado lo que se esperaba de ellos.

Con el Atlético y el City ocurre igual. Ambas instituciones han gastado en fichajes una cantidad exagerada de cientos de millones (según el ranking de transfermarkt, los citizens han invertido durante el mandato de Pep Guardiola unos 872 millones de euros y el Atlético, en los últimos cinco años, alrededor de 782 millones). Y no es solo una cuestión de invertir mucho y obtener poco, sino que además esas instituciones, sobre todo el Barça, han invertido dinero en jugadores que después no han sabido aprovechar.

En ese sentido, en el sentido monetario, parece que el fútbol es un deporte que no se deja corromper del todo. Al final, sigue siendo el mismo juego de once contra once, donde un equipo con 500 millones de euros sobre la cancha puede perder 2-8 ante un Bayern de Munich que está más lejos de la imbatibilidad de lo que la gente piensa.

Próximamente, tendremos semifinales de clubes alemanes contra clubes franceses. Creo que eso tampoco nos dice mucho sobre algo, sobre cualquier cosa. No sé. Ni siquiera me atrevo a pronosticar ganadores. Tal vez lo más sensato sea tirar la “moneda al aire” en lugar de invertirla, para después preguntarle al I Ching: “cómo será el fin”.

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Miguel Ángel Castiñeira García

Estudiante de Periodismo de la UCLV

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