Moncada: génesis de “La historia me absolverá”

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La Historia me absolverá es el alegato de autodefensa de Fidel Castro ante el juicio en su contra, por los asaltos a los cuarteles de Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y se centra en los seis problemas cardinales de la República de Cuba, en la década de 1950.

 “(…) Los hechos están recientes todavía; pero cuando los años pasen y el cielo de la patria se despeje, cuando los ánimos exaltados se aquieten y el miedo no turbe los espíritus, se empezará a ver en toda su espantosa realidad, la magnitud de la masacre, y las generaciones venideras volverán aterrorizadas los ojos hacia este acto de barbarie sin precedente en nuestra historia (…)”.

Así concluyó su alocución el joven abogado, Fidel. Su vehemente intervención duró dos horas, un alegato que devino obra fundadora, aunque naciera en los albores de la segunda mitad del siglo XX.

Tan importante fue el pronunciamiento, en oratoria improvisada ante el Tribunal que juzgaba a su autor, el 16 de octubre de 1953, en una pequeña sala del Hospital Civil de Santiago de Cuba, que de acusado pasó a acusador. Al final del juicio, Fidel fue condenado a 15 años de prisión en Isla de Pinos.

La declaración se convirtió en el vehículo más efectivo para lograr reagrupar a aquellos jóvenes comprometidos en la organización del movimiento revolucionario, históricamente conocido como de La Generación del Centenario, que no pudieron participar en los asaltos a los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, y Moncada, de Santiago de Cuba.

Otro mérito extraordinario de La Historia me absolverá fue el de sumar adeptos para la causa revolucionaria. Su propia edición y distribución clandestina, en la que un pequeño pueblo de Cienfuegos tomó las riendas, coadyuvó a ello decisivamente.

En Cruces, poblado natal de la heroína Melba Hernández, las células del Movimiento 26 de Julio ayudaron en una de las misiones de la valerosa mujer al salir de la cárcel de Guanajay: editar y distribuir el texto impreso de La Historia me absolverá.

Es imprescindible mencionar algunos de los elementos políticos, sociales e ideológicos y de denuncia, de los crímenes del Moncada, incluidos en el alegato; todo lo cual convierten a este libro pequeño (por la paginación) en una gran obra por su contenido.

La definición que daba en su alegato el doctor Fidel Castro sobre el pueblo irredento, más que un punto de partida, es una idea objetiva, de larga visión, sobre quiénes podrían hacer triunfar una revolución social que cambiara, de raíz, las estructuras económicas y sociales.

En nuestras condiciones, ese concepto de pueblo es el de las grandes masas desposeídas y prestas a la lucha. Así, La historia me absolverá devino programa político de la Revolución en su etapa inicial.

El líder revolucionario argumentó que el 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y sufría la amenaza perenne del desalojo, cuando más de la mitad de las mejores tierras estaban en poder de compañías extranjeras y un gran por ciento de la población era analfabeta.

Salvo unas cuantas industrias, Cuba era una factoría productora de materia prima; más de 400 mil familias del campo y la ciudad vivían hacinadas y casi dos millones y medio de la población urbana pagaba altos alquileres por las casas que ocupaban.

En su contundente argumento, Fidel expuso cómo el 90 por ciento de los niños del campo era devorado por los parásitos.

También habló sobre la existencia de más de un millón de desempleados en ese momento aquí.

Este era el panorama en que vivía sumido el país, explotado y entregado al capital extranjero por una oligarquía insaciable en sus ansias de dominio.

Con el triunfo de Enero de 1959, los problemas de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, educación y salud del pueblo comenzaron a ser abordados.

El formidable alegato La historia me absolverá permanece vivo, vigente, porque sintetiza, recuerda y enseña a las actuales y futuras generaciones de cubanos el triste panorama de una época felizmente dejada atrás.

La valiente autodefensa de Fidel por los sucesos del Moncada, es otro valladar que se yergue ante la política rapaz del imperio, además, es arma ideológica en el combate de estos tiempos.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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