Moldes de pizzas: tiros fuera del aro

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Antes de que los moldes de pizzas se sumergieran en el salcocho y el sonido de las burbujas rotas comenzaran a armonizar ese acto de despojo, la familia entera había “convulsionado”.

Tres paquetes y los tres con las mismas características: pegadas unas con otras como si fueran una antigua pared de ladrillos y cemento; olor ácido y coloración medio rara, o mejor dicho, rarísima. 30 pesos, que muchos no los ganan en un día de trabajo, botados a la tanqueta de los desechos, a la tanqueta de lo inservible.

“A nosotros nos mandan entre 60 y 120 paquetes diarios de moldes de pizzas. ¿Antes de qué tiempo debe consumirse? Espérate, déjame ver (…) 24 horas, dice el certifico que emite la ‘Alimentaria’ a nuestra entidad”, especifica Javier Palacios, segundo administrador del Mercado Cartoqui, donde se compraron el viernes 26 las “protagonistas” de esta historia. Sin embargo, en la etiqueta del producto no se especifica la fecha de producción ni la de caducidad ¿Marca de adorno? ¿Adorno para cumplir?

Una muestra de aquella “pared” ácida y de coloración rarísima fue, porque debía ir, hasta la panadería La Vega. “Yo la llevo al laboratorio y le puedo asegurar que este molde de pizza tiene más tiempo, no la compraron el viernes (…) Una cosa que pudiera pasar es que me la envasen tibia y se peguen. No hubo roturas ni problemas con la harina. En estos momentos la plaza de especialista de la calidad está vacía, es una dificultad. Todo, todo lo hago yo (…) En un proceso de producción de alimentos pueden pasar muchas cosas (…) Se puso fatal esa persona. Tengo mis pruebas de laboratorio”, especifica Yurisey Rodríguez Alonso, administrador de “La Vega”.

Los periodistas solemos llevar la fatalidad a no pocos lugares, donde generalmente te reciben con un abanico de apologías. Gajes del oficio, que también muchos asumimos con la dignidad de canalizar los problemas de las personas.

“En el caso puntual de esta muestra que usted nos trae, determinamos que la cocción está incompleta, hay exceso de humedad (…) De ‘La Vega’, donde elaboran esas producciones, hace bastante tiempo que no envían los moldes a analizar al laboratorio, tampoco tenemos recursos para determinar cuándo se coció esta. Y si no tienen especialistas de la  calidad, deben apoyarse más en nosotros, algo que no hacen. Las personas necesitan fijarse en la fecha de producción antes de comprar…”, agregó Migdalia García Suz, especialista principal del Laboratorio Provincial de la “Alimentaria”.

Las fechas no son sello en la etiqueta de tal alimento, y en caso de preguntarle a los dependientes de los mercados ideales, te esperan respuestas frívolas, cósmicas: “un día”, “dos”, “tres”, “cuatro”…, depende del canal con el cual estén sintonizados en ese momento, lo malo es cuando aprietan un tanto en aras de espantar tu presencia del mostrador: “hasta dos semanas”.

Si un producto traspasa el tiempo de durabilidad, en este caso 24 horas, no debe salir a la venta con el mismo precio, pero quién le pone ese cascabel al gato, solo la absoluta conciencia de que los que van a consumirlo son seres humanos, vecinos, personas en sentido general y suficiente.

Ya deberíamos estar acostumbrados, porque hace bastante tiempo que caen tiros fuera del aro en términos de la alimentación, tanto en diversidad, como en calidad. Y aún permanece por rutina su anotación como hechos aislados, como “fatales clientes” que, por equivocación, compran la papa podrida del saco… Los tiros caen fuera, pum, pum, pum… y la visión justificativa los anota en su agenda multicolor.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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