Mis días junto a Fidel

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*Por Ángel Bermúdez

El general de brigada (r) Marcelo Verdecia Perdomo pasó años junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Sierra Maestra y después del triunfo del 1ro. de Enero de 1959. Cuando se conmemora del natalicio del líder histórico de la Revolución cubana, el ex guardaespaldas de Fidel comparte recuerdos imborrables de aquella época.

Vuelve sobre cada recuerdo como quien manosea, pieza a pieza, un tesoro que nunca perdería. Un tesoro que, sin embargo, no guarda para sí, sino que comparte para enriquecer la memoria colectiva, la Historia de Cuba. Durante los últimos años de la guerra y aun tiempo después del triunfo de la Revolución cubana el 1ro. de Enero de 1959, el hoy, general de brigada en retiro Marcelo Verdecia Perdomo, caminó codo a codo con el Comandante en Jefe Fidel Castro; cargó su fusil de mira telescópica sin importar lo agreste de los caminos de la Sierra Maestra; cuidó del líder como uno de sus más cercanos guardaespaldas y compañeros de revolución.

¿Había oído hablar de Fidel?

“Cuando tenía 16 años yo estaba recogiendo café en las fincas de la Sierra Maestra, y había oído rumores de los alzados. De Fidel no había oído nada; lo mío eran los alzados. Yo recuerdo que en aquella época escuchaba un programa radial sobre un héroe que vivía en la selva y en mi mente asociaba a este héroe con los alzados. En aquel momento no pensaba en que Fidel y Ejército Rebelde liberarían a Cuba”.

¿Cuándo se encontró por primera vez con Fidel?

“A mediados del ’57; yo estaba en casa de Jacinto Peñate, un villaclareño dueño de una finca de café en la Sierra Maestra. Peñate tenía un arria de mulos y apoyaba al Ejército rebelde con mercancías. Yo estaba trabajando en esa casa cuando llegó Fidel, el 24 de agosto del ’57. Esa fue la primera vez que lo vi.

“Fidel estaba planeando el primer ataque al central azucarero Bartolomé Masó. Como el central estaba en un llano, la idea de Fidel consistía en convertir el tronco de un árbol de madera dura en bolos y que cada combatiente se desplazara durante el avance hacia el objetivo detrás de los bolos.

“Mientras estaban probando esta táctica, Juan Almeida Bosque me encargó que llevara un mensaje a Celia Sánchez que estaba cerca de Fidel, y cuando Fidel me vio en el área de práctica, preguntó quién era yo y qué hacía allí; usó una expresión fuerte, muy cubana. Y terminó con una orden tajante: ‘¡Métanlo preso!’. Ese fue mi primer encuentro con Fidel.

“Claro, después le explicaron quién era yo y por qué había llegado hasta el área de la práctica. Incluso, días después, participé en los preparativos de la acción, llevando los bolos de madera hasta el terreno. Cuando la acción terminó yo le planteé a Fidel que quería incorporarme al Ejército Rebelde pero no me aceptó.

“Algo muy importante en Fidel era el respeto con que trataba a los campesinos y a las personas que encontraba en casa de estos cuando el pasaba a visitarlos”.

Dos meses después, en casa del campesino Lucas Castillo, también colaborador del Ejército Rebelde, el joven Marcelo Verdecia volvió a encontrar a Fidel. Conversó nuevamente su idea con Celia Sánchez. Finalmente reiteró a Fidel su intención de acompañarlo, hasta que el Comandante en Jefe lo aceptó en las filas del Ejército Rebelde.

general de brigada (r) Marcelo Verdecia Perdomo ex guardaespaldas de Fidel
“Durante mis días junto a Fidel, él fue como un padre para mí”. /Foto: Ángel Bermúdez

Usted estuvo al lado de Fidel todo el tiempo. Hábleme de alguna característica de la personalidad del líder que lo haya impresionado…

“Recuerdo que en el combate de Cerro Pelado, el cuartel tenía como 80 soldados, pero llegó un refuerzo y eso no lo conocíamos, y Fidel estaba planificando el ataque al cuartel. El jefe de artillería que tenía el Ejército Rebelde era Pedro Miret. Y Fidel quería conocer dónde Miret había ubicado los morteros, a qué distancia los tenía del objetivo.

“Era muy peligroso que Fidel entrara al terreno de operaciones y me encomendaron (Guillermo García, Lalo Sardiñas) impedir que Fidel pasara. Así que cuando pretendió pasar, yo me atravesé en su camino y dije que no. Ahí me dijo unas cuantas cosas y trató de quitarme el fusil con mira telescópica, que era el suyo, pero lo cargaba yo como su escolta. Y no dejé que me lo quitara ni que pasara. Era por su seguridad, algo que después comprendió. Esa era su personalidad.

Fidel no es de las personas que se conforman con que le digan o lo cuenten algo que necesita saber, sino de los buscan la verdad sin importar el riesgo que pueda correr“.

¿Por qué las personas seguían a Fidel?

“Fidel tiene un gran magnetismo. Está en su personalidad, en su palabra. Esto hizo que destacadas figuras siguieran sus ideales hasta la liberación de Cuba y aun después.

“En la manera de relacionarse con la tropa, Fidel trataba a todos con delicadeza, felicitaba a quienes se destacaban; pero lo mismo que te felicitaba te amonestaba, te sustituía y te desarmaba ante una falta que pudiera comprometer la vida o la causa. Cuando tenía que negociar, incluso con traidores, con asesinos, siempre argumentaba. Era pausado en el gesto y en el hablar, pero implacable.

“Y otra cosa, el conocimiento era muy importante para él. Recuerdo que siempre estaba preocupado por la superación, por el aprendizaje. Cuando triunfó la Revolución él nos instaba constantemente a que estudiáramos. A mí me puso una maestra”.

En su trayectoria como revolucionario, como líder político y como estadista una de las cualidades que más lo marcó fue el antimperialismo…

“Hay una anécdota sobre ese aspecto. Llegamos a la casa del campesino Manolo Ferriol. La aviación había sobrevolado la zona y bombardeado solo unas horas antes de que nosotros pasáramos por allí.

“Nos encontramos a la esposa del campesino muerta; el campesino con una herida de bala en una pierna, y un niño como de cuatro o cinco años encima de una mesa, muerto; había sido destrozado por una bomba. Aquello conmovió profundamente a Fidel.

“Ese día, en un mensaje dirigido a Celia Sánchez, Fidel escribió (…) lo que he visto en casa de Manolo Ferriol lo van a pagar… y cuando esta guerra termine, la otra será contra el imperialismo norteamericano; ese va a ser mi destino. Y precisamente ese fue el destino de Fidel”.

¿Cuál fue la mayor enseñanza que recibió de Fidel?

“La mayor enseñanza… Fidel era muy analítico, observador. No le gustaba perderse un solo detalle de lo que pasaba a su alrededor. Así fue durante la guerra.

“Después del triunfo de la Revolución, en los actos políticos, luego de que hablara al pueblo cubano con su impresionante oratoria, al final siempre nos preguntaba ¿qué les pareció esto o aquello que dije?, ¿se fijaron cómo reaccionó el pueblo? y eso nos obligaba a ser un poco como él, a ser observadores, a apreciar cada detalle a nuestro alrededor. Creo que es una cualidad muy importante que también traté de incorporar a mi vida.

“Durante mis días junto a Fidel, él fue como un padre para mí”.

Huérfano de madre a los cinco años de edad, nunca podría imaginar el niño, tampoco el adolescente, que pasaría años valiosos de su vida, junto al hombre que expulsó de Cuba a punta de cañón y a fuerza de pensamiento, las dictaduras asesinas de cubanos, y desterró de esta Isla el servilismo al imperialismo estadounidense.

*Periodista cienfueguero. Colaborador de 5 de Septiembre

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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