Mirar a ambos lados

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En Gloria, esquina a Santa Cruz, se erige una arquitectura discordante con el ambiente. La estación de trenes en Cienfuegos tiene el halo de lo diferente, de haber sido construida para otro siglo, uno demasiado lejano.

Detrás de la fachada colonial, de las paredes azules con columnas amarillas, del techo de tejas que asoman a la calle, se extiende un patio ferroviario que abarca varias cuadras. Dos raíles sembrados al suelo son el elemento distintivo dentro del contexto. Mientras avanzas por Santa Cruz y evitas los montículos de desechos, es difícil no percatarse del camino de tierra que divide la amarilla y casi extinta hierba del lugar. Andar en diagonal parece acortar los trayectos, esa es la causa del “trillo” por donde las personas caminan como hormigas, siguiendo las líneas que trazan el sendero.

Nadie parece mirar a ambos lados. El paisaje por acá no es precisamente algo bello.

Primero fueron unas ramas tiradas al descuido sobre la acera. Luego la remodelación de una casa expulsó lo viejo a favor de lo nuevo, y lo viejo era polvo, piedras, escombro. Un día alguien necesitó quemar aquel árbol incómodo que había en el patio, entonces también sobre la superficie de concreto terminaron los trozos chamuscados y negros de lo que fue un árbol.

Poco a poco y con el orden anárquico de la desidia, la acera fue llenándose de los desperdicios de las cercanías. De eso que no cabía en ninguna bolsa o caja. De eso que no encontraba sitio en ningún basurero. De nuevo, nadie parece mirar y la basura, que quizás alguien recoja hoy, mañana seguirá creciendo.

La ciudad de Cienfuegos ha gozado durante mucho tiempo de la condición de ser una urbe limpia. Esta realidad, si se le compara con otras en el país, pudiera convertirse en verídica; pero la limpieza no es una cuestión de comparativos. La temática ha sido abordada por diferentes medios, puesta en la mira porque la pulcritud no es solo una cuestión de imagen.

Datos de la Oficina Nacional de Estadísticas estiman que la población residente en el municipio cabecera de Cienfuegos en 2015 era de 174 mil 769 habitantes. Esa población seguirá creciendo, a pesar de las tasas de baja natalidad del país, y en ese proceso también la urbe sufrirá transformaciones orientadas al espacio habitacional y una de sus consecuencias será la suciedad.

Desde hace alrededor de tres semanas, en el Consejo Popular Punta Gorda se concretan las acciones para higienizar que no ocurren, por ahora, en ninguna otra parte. El trabajo de Servicios Comunales se ha intensificado en la recogida de la basura que genera esa zona residencial. Varias entidades están vinculadas a dicho programa, y destinan capital humano a detectar ilegalidades referidas a movimientos constructivos estatales y privados (licencias de construcción, legalidad de los albañiles y acumulación de materiales en la vía pública).

En cuestiones de higienización existen otras áreas más comprometidas dentro de los perímetros municipales, como lo son Tulipán, La Juanita y Reina, por solo citar algunos que necesitan con más urgencia la misma atención que hoy recibe Punta Gorda.

Según informaciones a la prensa, estas acciones serán extensivas a otros consejos populares y el próximo será el Centro Histórico. Aún no existe un calendario estimado para multiplicar esas buenas prácticas hacia otros terrenos, ni para concluir en los que actualmente reciben todos los cuidados.

Este no es un fenómeno de hoy. Muy a pesar nuestro, las zonas más vistosas de la ciudad, las mejor cuidadas, seguirán siendo el foco de todos, mientras que la periferia será el lugar donde nadie mire a ambos lados.

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Yadiris Luis Fuentes

Licenciada en Periodismo por la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca de Pinar del Río en 2015. Egresada en 2014 del XVI Curso de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz en el apartado de Literatura.

2 Comentarios en “Mirar a ambos lados

  • el 17 abril, 2017 a las 10:45 am
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    Muchas gracias Delvis Toledo por su comentario, ciertamente el ambiente de la terminal de trenes es algo apocalíptico, pero los trabajos periodísticos responden a objetivos determinados y en este caso particular, la terminal de trenes solo era la fachada para el desfile de desperdicios que se esconden tras la construcción y se diseminan por todo el patio ferroviario. Abordar esas otras temáticas que usted ilustra en su comentario, serían el punto de partida paraotros trabajos de opinión que quizás tengan más impacto y relevancia.

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  • el 13 abril, 2017 a las 11:09 am
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    Resulta muy curioso el cómo se aborda el tema en este artículo: la foto de la terminal de trenes (actualmente guagua-tren).
    Si dicha foto se hubiese tomado a las 3 y media de la tarde, justo cuando arriba el ómnibus de Cumanayagua, de Abreus y luego el de Cruces, entonces este artículo tuviera más impacto y relevancia del que tiene.
    Sumado a la “arquitectura discordante”, las ramas tiradas, las bolsas, los desperdicios, etc, súmele un tumulto enorme de personas gritando como salvajes sin pedir permiso, (o mejor dicho) tres tumultos (pues son tres las guaguas que han arribado), los vendedores de granizados que “cochinamente” ofrecen su producto con las manos sucias y tiran al suelo los vasos plásticos, por no existir un pequeño depósito cercano…y hay más; un charco negro que se extiende como una culebra por entre los zapatos de los que intentan subir a empujones al ómnibus…en fin. Cualquier autor del Naturalismo puede recrear una escena grandiosa con todos los elementos criaturales y grotescos que la “linda ciudad del mar” está ofreciendo cada día.
    Si la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad se fuera a retirar, yo se lo hubiese retirado hace bastante tiempo a esta ciudad. Ya que “cultural” es un vocablo tan amplio en su semántica y que es capaz de incluir tantos aspectos, la ciudad de Cienfuegos, actualmente incumple con muchos de ellos.

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