Milo, el resolutivo delegado de Guayabales
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Quizá desde el corazón de las ciudades, con sus calles asfaltadas, a algunas personas no siempre les es dable aquilatar la importancia crucial de un camino en los asentamientos rurales. Son pasaporte y puerta de salida al mundo circundante para pobladores alejados de las cabeceras municipales, cuya vida diaria —en buena medida— depende de esa línea de tierra. Por ahí efectúan el trasiego de mercancías, mandan a los muchachos a la escuela, salen hasta el consultorio médico…, en fin, la vida.
El camino real de Guayabales daba literalmente miedo. Cuando llovía se repletaba de lagunas infranqueables y hasta a los tractores les resultaba difícil atravesar los lodazales. La situación le fue planteada por sus electores al delegado de circunscripción Hermenegildo López Marrero.
Este hombre de 70 años (conocido por Milo desde que él tiene uso de razón) acumula tres mandatos como delegado del poder popular en la circunscripción No. 48, zona 43, abarcadora del referido asentamiento rural de Guayabales y del colindante de Diego: situados en una lejana área del municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros.
Milo asegura que él no dormía con la cuestión del camino, hasta que se dijo: ‟no pasa un mes más sin que yo resuelva esto”. Así, estableció una fecunda alianza con delegados de otros sitios a quienes otras veces él había ayudado, además de con la cercana CPA Ramón López.
Le apoyaron con fuerza de trabajo, equipos y recursos. Él, además, convocó a sus electores. Y entre todos sellaron un nuevo camino por cuyo vientre se desliza ya cualquier auto, apaciblemente sin los sobresaltos originados por los desniveles o socavones.
‟Le colocamos un relleno de piedras pequeñas, muy compacto, que impide los huecos. Al caer la lluvia, el agua se desplaza hacia la cuneta; no se acumula en grietas, por inexistencia de estas”, se ufana Milo.
Aunque ciertamente lluvia no es lo que abunda ahora en Guayabales, como en ninguna parte de este entorno rural. De forma tal que, además de la terminación de ese camino que ha generado la satisfacción colectiva y el respaldo popular masivo a este delegado, la más reciente tarea de Milo ha sido la construcción de un pozo.
‟La seca nos está golpeando mucho y ese pozo de 20 metros contribuye a aliviar las necesidades del asentamiento”, afirma.
Pero la obra del representante de las masas aquí no se ha limitado a eso. Milo fue figura central en pedir el respaldo de las administraciones, sumar empeños y convocar a trabajadores —que en muchos casos son los mismos lugareños— para reconstruir la escuela rural de Guayabales y ponerle el techo a la bodega del asentamiento.
Además —añade— logramos arreglar otros dos caminos hacia el vecino asentamiento de Diego y hacia el cementerio.
El hombre se ‟fajó” para que le instalaran teléfonos públicos en los dos asentamientos. Dos de estas líneas, ubicadas en su más reciente mandato, apoyan las comunicaciones de alrededor de 700 pobladores de Guayabales.
Milo ha convertido en una suerte de decálogo la reciente carta de Esteban Lazo a los delegados de circunscripción. ‟Ahí está todo, el delegado que se guíe por ella tendrá una guía para cada paso y no le hará falta inventar nada. Nosotros, a la larga, somos ejemplo del sistema más democrático del mundo y como tal debemos obrar”.
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