“Mientras haya un hilo de amor, habrá familia”

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En coautoría con Leyaní Díaz Hernández.

No hubo cita previa para concertar la entrevista. La estancia en Cienfuegos sería breve, lo cual suponía un acercamiento sin protocolos. Era menester encontrarla antes de las jornadas científicas del Congreso y el auditorio nos advirtió de su presencia en el teatro. Hubo fotos, pequeños diálogos, agradecimientos… Patricia Arés Muzio prestó atención sin distinciones: profesores, especialistas de renombre, estudiantes universitarios llegaron adonde la “profe” y encontraron una sonrisa franca, cual convicción de que tales muestras de cariño lo son más para ella misma por los años dedicados a los estudios de familia, sus textos, publicaciones e investigaciones.

Ya en calma, y lejos del público expectante por su conferencia ¿Padres nuevos para hijos nuevos?, el diálogo con este equipo de periodistas de 5 de Septiembre fluyó en la búsqueda de su valoración sobre la realización de un acontecimiento científico como ADOLECA 2017, en Cienfuegos.

“Me parece realmente importante que se celebre aquí un evento referido a la adolescencia y la juventud —explica— porque son grandes los retos en la formación de las nuevas generaciones, y precisamente este Congreso ha agrupado a un número significativo de expertos y especialistas, no solo de Cuba, sino de diversas partes del mundo, lo cual nos permite analizar las problemáticas de un sujeto social activo, que tiene la capacidad de ser mucho más protagónico y empoderado, y ello implica un impacto importante en la familia, en las configuraciones familiares y en los estilos de crianza”.

Mientras reflexionaba, Patricia hizo alusión al Simposio de formación de padres donde se debatió cómo la figura paterna debe implicarse más en la educación de la descendencia, “porque muchas veces hablar de familia es hablar de mamá, y el padre, en ocasiones, se distancia un poco del contacto directo con los hijos. La familia ha cambiado, lejos de la visión idealizada de antaño. Existe un constante acoso de un nuevo contexto con una realidad dinamitada.

“Por eso hablamos de corresponsabilidad en la paternidad y la maternidad en las primeras etapas de la vida, especialmente en la adolescencia, donde es creencia común pensar: han crecido porque son tan independientes y exigen tantas libertades, que ya no necesitan supervisión, control y mediación. La niñez y la adolescencia retan al padre y a su ascendencia. Hoy se habla de la democratización de esa institución básica. Los estilos son más dialógicos y abiertos: padres nuevos con realidades nuevas”.

Entonces en su opinión y tomando como referencia el contexto cubano, ¿cuáles constituyen las amenazas y fortalezas más cardinales en la actualidad?

“Considero que la niñez y la juventud en Cuba constituyen segmentos de la sociedad muy empoderadas desde el punto de vista de los derechos, oportunidades y posibilidades. Es una parte de la población que tiene acceso a la cultura, al deporte, al cuidado de su salud, al desarrollo de una serie de habilidades, al despliegue de conocimientos, los cuales son gratuitos e importantes; los jóvenes se van desarrollando y creciendo con este concepto de derechos y esa capacidad de ser sujetos sociales.

“Los niños, por su parte, tienen responsabilidades pioneriles y estudiantiles en la escuela; pero al mismo tiempo, Cuba no está en una urna de cristal, porque estamos expuestos a una cantidad de influencias y realidades sociales tan complejas, como por ejemplo, la crisis estructural sistémica del mundo globalizado de hoy, la cual tiene impacto con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

“No solo es el medio, sino los fines que muchas veces están detrás de esas tecnologías, como promover el individualismo, el consumismo, favorecer determinados valores… y muchas veces los padres se encuentran con esas contradicciones donde se les influye de una manera y Cuba quiere promover otra realidad. Entonces, serán necesarios padres mejor preparados, justamente, por esos grandes desafíos, por las grandes influencias que pueda tener ese mundo globalizado en la utilización de drogas o estupefacientes en los jóvenes y adolescentes cubanos. Nosotros no teníamos ese problema, pero actualmente estamos enfrentando también esa triste realidad, hay más acceso a determinados consumos.

“La familia está desafiada a conciliar una serie de responsabilidades: laborales, profesionales, sociales y domésticas; además, la influencia de los medios de comunicación y tecnológicos, los cuales terminan siendo como la tercera fuerza educativa donde no solo los progenitores tienen dominio sobre los hijos. Entonces, el desafío está en la medida en que se aprenda a mediar sobre los buenos y malos mensajes de los productos culturales en el mundo de hoy”, argumenta.

“Cuba tiene un gran desafío porque le propone a los jóvenes un modelo de desarrollo diferente, más asentado en el ser, en la realización, y el mundo anda por otro lado, quiere proponer un modelo basado en el individualismo y entonces los jóvenes están con dos discursos paralelos, como una suerte de paralelismo entre la propuesta cubana, que es una propuesta única, alternativa, participativa, aunque no deja de tener contradicciones, y la influencia de lo otro que se ofrece a la familia cubana. Hay muchos emigrados y personas cercanas que viven en otros países, en un escenario donde supuestamente la felicidad está en el confort y los jóvenes, a veces, se confunden con esa visión”.

Fue el Comandante en Jefe Fidel Castro el artífice de lo que se dio en llamar la “Batalla de Ideas” en un momento y contexto históricos precisos donde se arreciaba la influencia cultural foránea sobre la sociedad cubana. “Lo que vive la familia hoy día, cotidianamente, es una batalla de ideas” —sustenta la investigadora Patricia Arés—, y agrega:

“Hay que crear espacios de comunicación y de participación. Eso es lo que los padres tienen para regalarles a sus hijos: su tiempo, coherencia, valores, historia… constituye un legado muy importante para las generaciones venideras”.

¿Dónde pueden estar las carencias de las políticas públicas en nuestra sociedad?

“Las carencias tienen que ver con que nosotros pensamos en un primer momento en la universalidad de las políticas, concebidas en una sociedad cada vez más homogeneizada, regidas por un sistema nacional de salud, otro de educación, seguridad social, etcétera. Y todo ello se ideó para crear condiciones igualitarias, y la realidad fue la crisis económica, el impacto del derrumbe del campo socialista. Ello conllevó que para salir del trance se produjera un impacto diferenciador, y ese impacto diferenciador nos llevó a que actualmente estemos hablando de estratos sociales; se vive y piensa de manera diferente.

“Entonces hay que pensar también en políticas diferenciadas, sobre todo para la protección de aquellas con desventajas sociales, que son muchas. Luego, ¿cómo protegemos más a esas estructuras para lograr justicia social?, porque la justicia social se pensó de una determinada manera, y hoy día tenemos que repensarla.

“No todos acceden de igual modo a las políticas de igualdad. Cada quien llega de manera diferente. Ese es el gran desafío de la sociedad cubana: no dejar desamparado a nadie, prestar atención a los grupos más necesitados, desposeídos, vulnerables, aquellos en una situación de condiciones socioeconómicas precarias. Porque ahí se genera una hiperbolización económica de la familia. Ahí se debilitan valores espirituales, valores precisamente, por la supervivencia”.

¿Entonces cómo debe pensar Cuba, ahora, en la desigualdad?

“Es difícil cambiar la idea de la justicia social, pero ahora tenemos que pensar en una equidad basada en la desigualdad. En un momento se crearon ministerios sustentados en políticas para toda la nación y desde ahí, por supuesto, se originaba lo general; ahora debemos potenciar los gobiernos y realidades locales, las comunidades, donde se conocen más de las circunstancias de cada agrupación social; hay que ir fortaleciendo esos espacios locales sin pensar tanto en la universalidad”.

En los tiempos actuales, la familia cubana soporta carga de menos a más. Si bien en todas las épocas ha sido complejo y difícil ser padre o madre, esa misión hoy se complica, sobre todo, por los cambios acelerados en el contexto nacional e internacional, con una marcada influencia en edades tan tempranas y sensibles como la niñez y la adolescencia, como consecuencia directa del propio desarrollo tecnológico y su acceso. Sin embargo, al decir de la entrevistada: “mientras haya un hilo de amor, habrá familia”.

Patricia Arés en el momento de su conferencia magistral “¿Padres nuevos para hijos nuevos?”, como parte del IV Congreso Cubano de Salud Integral en la Adolescencia en Cienfuegos./Foto: Efraín Cedeño

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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