Meyer Lansky, Cienfuegos y la construcción de un hotel

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Por estos días de la segunda quincena de enero en el año 1957 comenzó en Cienfuegos la construcción de un hotel aledaño al Palacio de Valle, al final de Punta Gorda. Con el inicio de estas obras comenzaba la remodelación de los jardines de la antigua residencia de Don Acisclo del Valle y, sin recato alguno, hicieron desaparecer a golpes de mandarria la cerca perimetral de la mansión que era tallada a mano, una obra de arte valiosísima, joya de la arquitectura sureña y orgullo de sus habitantes.  Rodeaba, embelleciéndola, toda la manzana que ocupa el palacio. Cada tramo de tres metros de largo por uno y medio de alto de la cerca de placa tenía una talla artística distinta, nunca repetida en sus 400 metros de extensión, pero que se complementaban perfectamente, ofreciendo una distinción exquisita.


La hicieron desaparecer totalmente y botaron esos escombros artísticos sin ruborizarse siquiera por aquella salvajada anti-cultural.

Cuando se estudia la historia de Cuba en relación con la destrucción de esa obra patrimonial de la ciudad y la construcción del enorme hotel aledaño a ese palacio del multimillonario Valle, nos sale al encuentro el fenómeno de la mafia de Miami vinculada con los gobiernos cubanos, en particular con el tirano Fulgencio Batista, con quien iniciaron relaciones “comerciales” en 1938 y controlaban el negocio del juego, las drogas, la alta prostitución, el tallado de diamantes, joyas de oro y pedrería  fina, y toda clase de componendas políticas en Cuba y toda el área caribeña.

La manifestación más evidente de esa relación la encontramos en Cienfuegos y en especial en el hecho que hoy recordamos. Se trataba de un proyecto muy bien estructurado y estudiado para ofrecer altos dividendos a la mafia y a Batista. Contemplaba la instalación, mediante algunos arreglos de poca magnitud en el suntuoso Palacio de Valle, donde debía funcionar el casino internacional de juego, a la altura de los existentes en Las Vegas, Estados Unidos, y superiores a los casinos que administraba en La Habana esa mafia en los hoteles Havana Hilton, Riviera, Deauville, Capry, Colony, y otros.

Comenzaba en Cienfuegos la construcción de un hotel aledaño al palacio-casino. No era un hotel cualquiera, era un  hotel cinco estrellas para regodeo de los mafiosos y toda la lacra millonaria del juego internacional, que funcionaría como un consorcio de lujo, con enlaces de vuelos sin escala desde casinos de Europa, en especial Montecarlo, en el principado de Mónaco, en el Mediterráneo; en Las Vegas en Estados Unidos y otros países.  El proyecto integraría un centro financiero para el lavado de dinero sucio. Los tahúres de todo el mundo podrían venir a realizar esa actividad gracias a la sociedad con centros bancarios mundiales y la corrupción oficial del batistato en esta Isla que funcionaba como de su propiedad privada.

La alta dirigencia de la mafia de Miami presidida por Charles “Lucky” Luciano,  estaba representada en Cuba por el capo Meyer Lansky, esos que hemos visto en películas históricas de gánsters en Estados Unidos, y este último, desde Cuba, desde su oficina-residencia en un edificio del Paseo del Prado habanero donde residió durante varios años, dominaba los enormes negocios sucios de todo el sur de La Florida y el Caribe. Lansky era el hombre de confianza de Luciano. La CIA norteamericana tenía estrechos contactos con él. El presidente Batista era su socio en la Isla de Cuba.  El pueblo cubano recibiría las molestias de toda la hez de la sociedad mundial, sus vicios, crímenes y toda clase de inmoralidades que traen aparejadas las depravaciones de los millonarios.

Al avanzar la construcción del hotel y paralelamente la remodelación del palacio de Valle, Lansky decidió mudarse para Cienfuegos a fin de controlar y analizar diariamente el avance y calidad de las obras. Se alojó en el domicilio particular del norteamericano y magnate azucarero Edwin Atkins, en el área del Jardín Botánico enclavado en tierras del central “Soledad”, de su propiedad.  Se conoce que a pesar de toda la seguridad de que se rodeaba, temía al estrecho camino que conducía a la residencia, por que los mafiosos siempre recelan de atentados de sus competidores mafiosos. Por su parte Atkins tenía la triste fama de apoyar, primero a sórdidos personajes gubernamentales españoles y luego a personajes político-militares norteamericanos durante su primera ocupación en la Isla, y ahora agregaba a esa notoriedad su estrecha amistad con el capo Lansky.

Este mafioso salió de Cuba el dos de enero de 1959. Regresó dos veces, según se supo, con identidades falsas, tratando de sacar algunos bienes, pero le fue imposible. Meyer Lansky murió en Israel en 1983 sin dejar constancia escrita sobre sus negocios en Cuba donde participó secretamente en el poder real en la Isla hasta 1959 cuando, el primero de enero,  dicho con las palabras del poeta-cantor popular Carlos Puebla: “llegó el Comandante y mandó a parar”.

La construcción del hotel cienfueguero comenzó en 1957, pero no lo pudieron concluir.  Lo terminó la Revolución que realizó su apertura oficial con un baile de gala, el 31 de diciembre de 1959, con el nombre de “Jagua”, apelativo mucho más emblemático que el que iría a darle aquellos bárbaros. Se convirtió en el hotel insignia de la ciudad.

Así que el triunfo de la Revolución ofreció a los cienfuegueros este otro alegrón extra: impedir que la mafia norteamericana de Miami y sus esbirros, se apoderaran de la ciudad y la infectaran con sus vicios que hubieran prostituido la cultura local y hasta nacional.  Bien lo comprendió el pueblo sureño que el primero de enero de 1959 destruyó las mesas de juego, ruletas, cartas y demás objetos de descomposición social, que ensuciaron la avenida de Punta Gorda donde fueron lanzados a profusión, pero limpiaron esa vergüenza que hubiera sido, pero no fue.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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