México: luto y dolor

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 27 segundos

Otra vez México es noticia, otra vez, los estudiantes de allí, tristemente célebres, resultan trendind topic. Y es que el mundo se estremece al conocer los horrorosos acontecimientos que circulan en las principales cadenas de noticias, por los hechos más recientes de tres estudiantes de cine, asesinados por el cartel de Jalisco; El País, El Comercio, El Mundo, RT… reseñan lo ocurrido y los titulares traen hasta las pantallas de televisores, ordenadores y terminales de todo tipo, “resultados” de una investigación que se diluye en datos sueltos, incoherentes, imprecisos.

Algunos medios alegan que fueron confundidos con una banda rival, sin embargo, los muchachos andaban con sus medios de trabajo a cuestas, filmando un material audiovisual. No portaban armas, sino trípodes, cámaras, micrófonos, claquetas… herramientas que no pueden ser confundidas. Sus asesinos tuvieron tiempo y evidencias suficientes como para descartar a presuntos contrarios. Pero no hubo clemencia, los mataron.

Los muchachos estaban llenos de sueños, amaban la música, uno era baterista: Javier Salomón, de 25 años; Daniel Díaz, de 20, un fanático a documentarlo TODO con su cámara, cineasta en ciernes, amaba el deporte, el rap; y Marco Ávalos, también un veinteañero, quien había entrado en agosto a la escuela de cine, y planeaba poner un restaurante de mariscos, porque uno de sus hobbies era la cocina. Pero sus anhelos resultaron truncados sin tiempo siquiera para descargar las últimas imágenes del día, en las que quizá, por casualidad,estuvieran las caras de sus captores y asesinos. Una muerte espantosa les esperaba al final de la jornada, cuando regresaban a casa y fueron interceptados por falsos policías.

Y no puedo evitar establecer un paralelo, porque precisamente un familiar cercano, veinteañero como los muchachos de Jalisco, estudia en Cuba en la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, en La Habana, en segundo año. Sueña con ser cineasta y anda con su cámara por ahí, haciendo fotos, vídeos de escenas cotidianas que le resultan interesantes, y que puede constituir un material invaluable mañana; filman sus cortos auxiliándose unos a otros en la dirección, cámara, sonido… a nadie le molesta, algunos transeúntes hacen un gesto de desaprobación y eso basta para no tomar la imagen, señal de respeto a la privacidad. ¿Pero qué habrá molestado al cartel de Jalisco para quitarles la vida de una manera horrenda a los tres estudiantes?

La culpa es de la impunidad, el crimen organizado, la falta de control y la anarquía, que se han apropiado del bello y folclórico México, al punto de que la vida de los seres humanos allí, no vale nada. Todavía frescos en la memoria están los 43 de Ayopzinapa, la larga lista de periodistas asesinados, quienes se deciden a investigar y desde sus páginas frenar el fenómeno, no hay clemencia, los cárteles de la droga y el crimen organizado “no se tocan” y se paga con la muerte, ese es el mensaje que envían para acallar a los comunicadores, jueces, fiscales y autoridades. El dinero corre y paga el silencio de quienes no deberían callar y sí actuar.

Cualquiera de nosotros anda por ahí con una cámara, celular o grabadora, herramientas del Periodismo, para reportar, informar, hacer una multimedia, la mayoría de las veces sin pedir consentimiento, aunque sea ético hacerlo, porque vivimos en Cuba, una sociedad desprejuiciada, en la que no ha sido asesinado un solo periodista mientras hace su labor. Pienso en el equipo de investigación del periódico donde trabajo, jóvenes intrépidos, los que solo reciben como respuesta negativa a algunos de sus trabajos, un comentario airado en las redes sociales de alguien que vio “dañada su imagen”, una puerta que se cierra, la retroalimentación de hallarse descubierta alguna autoridad… pero jamás han conocido la violencia.

Pienso en las madres de estos muchachos, sus parejas, amigos, cuánta impotencia contenida al ver truncadas las valiosas existencias, las imágenes que le sucederán de sus últimas horas con vidas… muchachos soñadores, aventureros, alegres, para quienes la vida estaba contenida en formatos en los que querían documentar el día a día, la belleza, la estética de esa nación inmensa y cultural, del México, lindo y querido que hoy, nuevamente, es luto y dolor.

Visitas: 57

Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *