Mercedes Matamoros: poetisa cienfueguera que cantó a la libertad

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Quizá no hubo circunstancia mejor. Vino al mundo dotada de la capacidad de tejer, con fino lirismo, las palabras y lo hizo en el mes de la poesía, ocho días antes del equinoccio de primavera. El 13 de marzo de 1851 la entonces Villa de Fernandina de Jagua, hoy Cienfuegos, escuchó el llanto primero de la niña María de las Mercedes Dolores Matamoros y del Valle, sin sospechar que con el tiempo se convertiría en la poetisa cuyo vuelo creativo recorrería, entre otros temas, pasajes de las gestas libertarias del siglo XIX.

“Matamoros no podía contemplar impasible la epopeya gloriosa que regaba con sangre los campos, no podía permanecer muda ante el dolor de sus compatriotas y  el horror de la Reconcentración”, expresaría la investigadora Hortensia Pichardo.

Muy pequeña conoció el dolor de la orfandad. Tras la muerte de la madre, el padre marchó con ella a Guanabacoa, en La Habana, donde permaneció hasta el fin de sus días. Allí surgió Ofelia, el seudónimo que escogió cuando estrenó su carrera literaria, la Ofelia cuya vasta cultura, sensibilidad e imaginación concibió textos notables, elogiados por ilustres personalidades como Martí, quien le dedicó algunos versos:

Los amplios conocimientos de la Matamoros unidos al dominio de varios idiomas le permitieron emprender con éxito la traducción al español de obras de grandes poetas ingleses, irlandeses, franceses y alemanes. Hacia 1879 su poesía alcanzó un relieve tal que aparecía con frecuencia en la prensa cubana y era también incluida en revistas europeas y sudamericanas. En esa época aparecieron los versos de Sensitivas:

Yo la encontré del monte en la espesura / entre abrojos y zarza confundida, / y al tocarla, plegó sus blandas hojas / la tierna sensitiva (…)”.

Importantes publicaciones de entonces elogiaron la profundidad de las ideas y la belleza de la forma con las cuales nutría sus obras lapoetisa cienfueguera. Algunos hasta aseguraban que sus sonetos tenían pocos competidores en la lengua castellana.

Especialistas afirman que el amor, el desengaño y la muerte representaron conceptos permanentes en gran parte de su producción literaria. Atribuyen dicha inclinación a la influencia de los cultores universales de la poesía romántica, si bien la letra de la Matamoros era también espejo de los avatares de la existencia y el sufrimiento prematuro.

Tocó a esta cienfueguera vivir durante la segunda mitad del siglo XIX,cuando cristalizaba la cultura y la identidad nacionales, y cuando los cubanos libraban las guerras por la independencia de la Patria. Su tiempo fue el de Julián del Casal, Juana y Dulce María Borrero, Enrique José Varona y José Martí.

Ataviada con un lazo azul entre los cabellos sueltos, clara señal de cubanía, figuró entre los asistentes al teatro Villanueva la noche del 22 de enero de 1869, cuando los cubanos allí presentes manifestaron su adhesión a la causa independentista iniciada tres meses antes.

Según testimonios, durante los diez años que duró esta gesta permaneció en silencio editorial con tal de no escribir para medios favorables a la metrópoli. Y, ante la triste noticia de la muerte de Martí, se contó entre los primeros en rendir homenaje lírico al Héroe Nacional.

La Matamoros recogió en sus rimas el drama de los aborígenes exterminados durante el proceso de colonización, las vicisitudes del cimarrón y los clamores de libertad para Cuba. Mientras el horrendo asesinato a los ocho estudiantes de Medicina le arrancó del sentimiento la pieza Siemprevivas.

Hacia 1884, un nuevo nubarrón desató la tempestad en la vida de la poetisa e impidió el vuelo sosegado de su imaginación. Acosado por penurias financieras, el padre enloqueció y Mercedes, a quien la estrechez económica   nunca más abandonó, consagró sus días a cuidarlo hasta que él falleciera, en 1893.

Retornó a la poesía, pero lo hizo de manera desafiante, asida al librepensamiento creativo que defendiera con fuerza para las mujeres. Así lo manifestóen carta enviada a un amigo, donde criticaba la hipocresía que las llevaba a “leer en secreto lo prohibido” y confesaba su determinación a “escribir cada día con mayor libertad”. En tal empeño marcó una pauta El último amor de Safo, poemario publicado en 1902 en su breve libro Sonetos. El lenguaje vivo y desinhibido que mostró entonces, la anunciaba como precursora del erotismo en la poesía Hispanoamericana.

Esta Ofelia cienfuegueracontó de su tiempo con pasión y donairey exaltó la libertad con la belleza y el vigor de quien pinta con palabras un cuadro memorable.

Su busto, situado en Prado entre San Fernando y Argüelles se inauguró en 1921 por iniciativa de Pedro Modesto Hernández, tiene tres metros de altura y fue realizado por el escultor E. Baralta en mármol blanco de carrara.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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