Mentiras

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Verbo dilecto de los centros de poder, mentir siempre ha formado parte del ABC de las fuerzas hegemónicas. Es algo sabido, y practicado, desde los tiempos antiguos. La información apócrifa se empleó no más rayar los albores de las formaciones económico-sociales, por áreas de inteligencia cuya labor activa propiciaba, indistintamente, confundir a todo o a determinado tipo de receptores, propiciar favores de los pueblos o intimidar al adversario.

Antes de Guttënberg, las mentiras se fabricaban con mucho tiempo de antelación, para que los veleros la transportasen a otros continentes en el plazo de cuatro o cinco meses; o para que un jinete la difundiese entre naciones cercanas al cabo de varias semanas. La llegada del papel, y de la prensa periódica -vehículo rey en la propagación del sofisma-, contribuyó notablemente a aligerar la tarea, como cada paso tecnológico emprendido hasta esta actualidad de internet, las fake news, la posverdad y las redes sociales de la catarsis emotiva, donde la mentira se propala en segundos.

Estados Unidos empleó su más temible misil ideológico, Hollywood, para emprender fortísima labor de propaganda deshonesta durante la II Guerra Mundial, período en el cual la nación sentó las bases para su poderío económico, tras sacar auspiciosos beneficios, al evitar desangrarse en la conflagración y solo intervenir hacia las postrimerías, cuando la Unión Soviética casi tenía de rodillas a la Alemania nazi. Allí, Hitler, Goebbels u otros ideólogos hicieron de la repetición de la mentira reiterada arma de transmisión de su mensaje. En la actualidad el imperio norteamericano sigue al pie de la  letra los instrumentos de persuasión del fascismo, al cual (prevalezca la justicia histórica) antecedieron en métodos que convirtieron el pretexto anclado en la mentira como pie para la intervención en diversas conflagraciones.

De la autoexplosión del acorazado Maine a marzo de 2003 en Irak y el reciente bombardeo a una base militar siria, so pretexto de darle una respuesta al gobierno de ese país por “gasear” a su propio pueblo (lo cual, todo indica -y su despeje total no demorará mucho en llegar, dado el interés de Rusia en sacar la verdad a la luz-, lo perpetraron los propios terroristas financiados por Washington), media abismal historia de excusas injerencistas de la nación del Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe y el Excepcionalismo.

Ahora la mentira adopta nombres más bonitos, menos directos, como parte de los grandes eufemismos de la historia asesina de ese imperio depredador (“daños colaterales”, “armas inteligentes”, “hechos alternativos”…).

Los presuntos significantes y la deconstrucción etimológica y semántica de su concepto son mucho más floridos, “académicos”, con cierto margen a la ambigüedad. Pero, a la larga solo devienen neologismos para  calificar un proceder natural del poder imperial, que hoy día se vale de un desmedido aparato de propaganda mediático que permite repetir la misma irrealidad, sin frenos y cortapisas, desde The New York Times hasta la mayor parte de los periódicos de América Latina (dirigidos por la derecha más retrógrada del planeta); desde el Nuevo Herald de Miami hasta ABC/El País/El Mundo y todas las grandes cabeceras españolas y del resto de Europa.

La mentira abierta, con mayor o menor grado de elaboración pero invariablemente repetida una y otra vez, representa el recurso fundamental del terrorismo mediático, incluso en la era de la “posverdad”, cuando en la articulación del engaño cobran especial fuerza las apelaciones a las emociones. No por gusto, Noam Chomsky ya hablaba en sus 10 Estrategias de Manipulación, de la utilización del aspecto emocional, mucho más que la reflexión, como técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional y en el sentido crítico de los individuos.

La ausencia de base fáctica alguna (incluso de un cuerpo armado solo a partir de la mendacidad) en la construcción del sistema de argumentaciones falsas ha traído por resultado en la actualidad acciones tan semejantes como la invasión a Irak por “poseer armas de destrucción masiva” –inexistentes, cual se demostró con posterioridad-; y el bombardeo a la base de Ash Shairat.

Por eso, resulta de inigualable significación ideológica (razón vital, mejor dicho) para la mayor parte de los pueblos del mundo que son engañados, el desmontaje del sofisma en todos los soportes, de forma tan sistemática como seria en el suministro de elementos que contrarresten la mentira. Es labor de pensadores, politólogos, políticos, periodistas, intelectuales, personas serias de cualquier profesión a quienes les preocupe el destino compartido de la especie.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

4 Comentarios en “Mentiras

  • el 27 julio, 2020 a las 6:43 am
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    TODO ES MENTIRA.
    La chapuza reina.
    Un truco muy eficaz para todos los que desfavorecen a la realidad es:
    VETAR TODO LO QUE LES DESAGRADA (A OÍDOS SORDOS) E IR ESCONDIENDO LAS MENTIRAS, MÁS Y MÁS, HASTA QUE POR LÓGICA QUEDE «LA VERDAD QUE LES INTERESA».
    Y lo llenan todo de trampas o de eufemismos manipuladores: banca ética, caza amoroso-ecologista, telebasura preciosa que tiene FORMAS o no las pierde manicomios abajo, buscar fama que va contra la ética y es solidaria,etc.
    Pero aquí no acaba la cosa, sino que hay miles de SIRVIENTES ARRASTRADOS (que han perdido ya la dignidad) que hacen comentarios a favor de ellos y no a favor de la ética misma o de sus deberes éticos PISOTEADOS por ellos.
    Halagar tras todo esto es un acto estúpido.
    JOSE REPISO MOYANO

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  • el 8 diciembre, 2019 a las 4:52 pm
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    Nadie tiene derecho a mentir ( irresponsabilidad); o sea, nadie tiene derecho a la irresponsabilidad.
    La VIDA como valor primero. Solo se puede defender la vida defendiendo de verdad (sin trampas) a los VALORES DE LA VIDA.
    Sí, si tú defiendes de verdad a tu hijo significa eso que vas “a por todas” para defender a tu hijo, de corazón y con principios seguros.
    Pues bien, si tú vas a defender los valores éticos de la vida (sin engaños-trampas) significa eso que vas “a por todas” para defenderla.

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  • el 11 junio, 2017 a las 1:28 pm
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    Roxana, uff…, me pusieron rojo -y mira que soy indio negro-, tus lindas palabras. Me elevas mucho de seguro, pero igual gracias. Esta profesión, como apuntas, tiene algo de sacerdote y de sacerdocio. Se le lleva dentro y ese mismo cariño te hace encaminar las palabras. Palabras que no buscan competir, puesto que eso en este mundo como en todo a la larga es puro polvo en el viento, sino decir en el momento necesario de una época. Gracias por tu comentario. Saludos del autor.

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  • el 10 junio, 2017 a las 11:41 am
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    Me encanto este articulo.Julio Martínez es una de las figuras más representativas(a mi entender) del periodismo cubano actual. Ajeno a la vulgaridad, cómplice de la excelencia acumulada. Sacerdote de la coherencia, que asume tácticas novedosas para proscribir lo absurdo de ser valiente. Su verbo es perfilo, letra enérgica que resucita el deseo insaciable por una prensa estricta, cruda, sin sombras…

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