Más dura será la caída, western juguetón

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Al poner en escorzo la funcionalidad de la historia semi-queer de Jane Campion en El poder del perro; la reivindicación de los mitos efectuada por Potsy Ponciroli en Old Henry y el goce en la asunción lúdica preferida por Jeymes Samuel para Más dura será la caída, nadie conocedor de las oscilaciones del género rebatiría a este comentarista al sostener que 2021 fue un año de diversidad temático-estilística y buena cosecha en general para el western, esa vid genérica mil veces declarada seca y otras tantas reverdecida.

Más dura será la caída, estreno semanal del espacio televisivo La película del sábado, es el filme del oeste que tranquilamente podrían haber rodado tres hijos díscolos amantes de las figuras paternas de John Sturgess, Sergio Leone y Quentin Tarantino, con filias sonoras tan notables como para además tatuarlas sobre la anatomía de una cinta que, por arriba de todo, denota una gran pasión hacia el inmortal género. Y también a la música.

El escritor, realizador, compositor y productor musical afrobritánico, Jeymes Samuel, es quien ha concebido este electrizante exponente del género protagonizado por un combo de actores negros donde cada uno destaca: desde el talentoso intérprete inglés Idris Elba y la multipistas estadounidense Regina King, hasta Jonathan Mayors, Delroy Lindo y Zazie Beets, los cinco con puestos reservados en las ligas mayores de la industria audiovisual sajona.

Western solo posible dentro del paisaje de reciclajes, pastiches, guiños, constantes homenajes y temeridades genéricas de la posmodernidad, su trama de venganza, sí, se distancia de la exposición canónica, en el motivo central de esta. El realizador coloca dicha baza como guinda de un pavo aderezado con mucha energía narrativa, ritmo in crescendo y por esa especie de sorpresa de niño pequeño ante algo recién acabado de descubrir -explícita en tantas escenas-, aunque en realidad el surgimiento del motivo de su asombro se remonte a los mismos anales de la pantalla. De forma tan singular como inexplicable, ese arrobo cuasi infantil contribuye sobremanera a que su película  resulte tan disfrutable, sin que afirmarlo implique comulgar con la idea insensata de que este sería el western que hubiesen preferidos maestros como Ford y Hawks, algo más a tono con lo registrado, verbigracia, por los Coen en su revisitación de Valor de ley.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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