Martí fija rumbo a la libertad Patria
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“Fijamos rumbo. Llevo el remo de proa. La luna asoma, roja, bajo una nube”. Así narra José Martí los momentos intensos en que zarparon en un bote, desde un barco que los bajó algo lejos de la costa cubana, y que siguió su viaje, aquella noche del 11 de abril de 1895. De aquel bote de remos, en medio de la oscuridad y la turbulencia de las aguas, saltaron a tierra seis figuras casi invisibles. Dos de ellos eran los más importantes líderes de la “Guerra Necesaria”: José Martí y Máximo Gómez.
La expedición de Martí y Gómez fue costeada por la emigración cubana que adquirió, por cinco mil dólares, la goleta “Brothers” (hermanos) y fusiles, revólveres, machetes y dos mil balas. Zarpó de Montecristi, en Santo Domingo, el primero de abril de 1895, pero cuando llegó a la isla de Gran Inagua, en la noche del dia dos, el capitán y todos los marineros desertaron. El 5 de abril llegó a esa isla, de paso, el vapor de bandera alemana “Nordetrant”, cuyo capitán era simpatizante de la causa cubana y aceptó realizar la travesía con los patriotas a bordo, y bajarlos en un bote cuando estuvieran relativamente cercanos a las costas cubanas. Zarparon de Gran Inagua el día 10. A distancia considerable, los patriotas bajaron en el bote en medio de una noche tormentosa. Eran las maneras de cumplir los compromisos con la patria amada, después del revés del puerto de La Fernandina, en La Florida, donde las autoridades norteamericanas incautaron los barcos y las armas adquiridas por José Martí con mucho esfuerzo.
Desembarcaron por Playitas de Cajobabo, en el actual municipio de Imías, en Guantánamo. Además de Martí y Gómez, en la diminuta expedición iban los generales cubanos Francisco Borrero y Ángel Guerra, y los dominicanos César Salas y Marcos del Rosario. Llegaban por fin a Cuba en esa odisea peligrosa que para aquellos luchadores era sólo una vicisitud más. Diez días antes, habían arribado en la goleta “Honor”, los hermanos Antonio y José Maceo, Flor Crombet y otros patriotas, en otra odisea inolvidable.
“Honor” en Duaba, la decisión de luchar
Martí, Gómez y sus cuatro acompañantes, contactan el día doce con campesinos patriotas que los auxiliaron. El día 14 llega el capitán mambí Félix Ruanes con 50 hombres armados, y el día 25 se unen a las tropas que ya comandaba José Maceo, e iniciaron desde Playitas una ruta de 400 kilómetros de caminos llenos de peligros y obstáculos, hasta Dos Ríos, donde el Apóstol caerá para entrar en la gloria patria aquel aciago 19 de mayo, treinta y ocho días después del desembarco que hoy recordamos. La muerte prematura del artífice de la guerra independentista privó a la contienda que apenas se iniciaba de su más esclarecido guía., pero él había contribuido a la formación de un pueblo que, como diría Fidel Castro en “La historia me absolverá”, “es digno y fiel a su memoria”.
En la ruta de 400 kilómetros hacen en total 27 campamentos, y el 15 de abril el Generalísimo Gómez, en Consejo de Jefes, nombra a Martí, que es el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Mayor General del Ejército Libertador.
Muchos años después, Fidel Castro reeditará ese recorrido histórico de Martí y Gómez, y al referirse al Diario del Maestro, dice Fidel: “Todo lo que se lee en él es optimismo, entusiasmo y orgullo, se comprende por todo el texto, y lo rubrica su frase: – ¡Dicha grande!”, y califica de proeza extraordinaria todo lo realizado por nuestros Padres Fundadores. “De ellos retomamos las banderas” -dice Fidel.
Ahora, en las nuevas condiciones históricas, nuestro pueblo, junto a sus líderes renovados, siguen el rumbo del Maestro. Como Martí en aquel bote, como Fidel y Raúl, llevan el remo de proa para fijar el rumbo correcto, y continuar navegando hacia el futuro.
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