Martí: Contemporáneo y compañero

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Fue nuestro Carlos Rafael Rodríguez quien así llamó a José Martí Pérez, hoy compañero más presente en estos tiempos de combate contra una pandemia que desenmascara a políticas neoliberales y a políticos que ponen en riesgo —o en la balanza-— el porvenir de la humanidad.

Muchas veces ante las pruebas que nos presentan las circunstancias tenemos el socorro de una frase, un pensamiento del Apóstol, que desbordan un siglo y se manifiestan con variaciones de arcoíris en los maestros de nuestra niñez, en la actividad de las ciencias políticas, en la investigación de la academia, las ciencias y la naturaleza, en su autoría de la Revolución Cubana que su discípulo mayor nos entregó para que la defendiéramos y engrandeciéramos y no la dejáramos morir. Todo es símbolo de conciencia, multiplicación de virtudes, desempeño de sueños y valores, vindicación de Cuba.

Hoy en el turbulento reposo obligado por la Covid-19, ese hombre de la Edad de Oro, torbellino de pasiones y enseñanzas que es nuestro amigo de la infancia, ese Héroe de Dos Ríos que no mártir, nos dejó aquel 19 de mayo de 1895, tenaces fuerzas éticas para proseguir la aventura de la vida, para diseminar mieles blancas que apacigüen amarguras tantas;  fuerzas morales para levantar la dignidad del planeta trabajador sobre la codicia y la voracidad del sucio capital ensangrentado, de la mentira indecente de sus medios propagandísticos de desinformación;para levantar la voz y la pasión redentora sobre todo lo que aturde y confunde, para enarbolar la creación y la verdad de Martí y de Fidel para, junto a sus sucesores legítimos y queridos, hacernos sus soldados nuevos.

En la actualidad que viven el planeta y la nación cubana en él, Martí y Fidel, siguen siendo más que el camino, el horizonte, tratando de vivir conforme a su práctica. Ellos son imprescindibles. Y nosotros somos privilegiados que poseemos el conocimiento del Martí total, no solo el político esclarecido, no solo el orador que estremece y compulsa, no solo el poeta que enamora y llega al corazón y a la mente humana, de manera tal que sabemos en cada momento si cultivar la rosa blanca o colgarnos el machete mambí al cinto.

No hay que olvidar que aquel poeta, aquel humanista, por amor a su país, organizó una guerra, armó a los humildes de ideas y sueños, sentenció a muerte a los tiranos y traidores,  abrazó a los valientes y murió Apóstol, Maestro, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y Mayor General frente al enemigo, en la manigua, de cara al sol, como los hombres buenos.

Ese es el Martí que nos guía hoy y nos dice que “todo Estado social, ya en paz, ya en guerra, es un combatiente que a su manera lucha por el porvenir del mundo, con un plan trazado para combatir el del enemigo: Plan contra plan. Y el poder mayor es nuestra ética. Si la mente se abre, y la moral no falla somos salvos. No hay fuerza que pueda desalojar de las trincheras la ‘República moral’”.

Sí, el pensamiento de José Martí nos acompaña, en él se halla la integralidad de paradigmas que abarcan la ética, la ciencia, la poesía, incluso lo que él llamó “el arte de hacer política”, es decir, todo lo que conforma nuestra cultura de liberación y resistencia.

Y hoy nos permite entender que no será el coronavirus la tumba del imperio. Este tiene su propio sepulturero: la contradicción capital-trabajo. Así interpretamos contemporáneamente a nuestro Martí, que nos sigue acompañando.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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