María Esther, flor guajira de la campiña en Cienfuegos

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Lo mismo la puedes ver desandando los potreros sobre una jaca blanca, que en medio de una animada charla bajo un frondoso algarrobo. O tal vez la encuentres al pie del surco de arroz, guataca en mano, o en visita a un asociado enfermo o simplemente de paso por saber de esta o aquella familia rural. Así de ocupada transcurre la vida de María Esther Cobas Delgado al frente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Félix Edén, del municipio de Aguada, en la provincia de Cienfuegos.

“Este ha sido un año muy duro, reconoce. Hemos tenido que redoblar esfuerzos para lograr los resultados de hoy en medio dela Covid-19, y de contra,escaceses de todo tipo a consecuncia del cruel bloqueo que gravita sobre la economía cubana. Qué hubiera sido de nosotros, si no fuera por la labor de cada campesino en el surco y la entrega abnegada a la tierra”.

Refiere la presidente de la base productiva, pertenciente a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), que tal situación obligó a recurrir a prácticas y métodos casi en desusopara poder prescindir de muchos de los insumos y recursos en falta. Menciona entre ellos, los controles de plagas y enfermedades de las plantas con medios biológicos, la limpia manual, el empleo de la tracción animal en el laboreo de los cultivos, la aplicación consecuente de la agroecología y de los aportes de la ciencia y la técnica a la agronomía.

“Gracias a la inteligencia colectiva, recalca, y las costumbres y tradiciones de trabajo en el campo atesoradas por años por nuestros padres y abuelos, hemos ido capeando el temporal. Por ejemplo, cumplimos con la entrega de los 360 mil litros de leche contratados para el año, y vamos a sellar el compromiso de dejar plantadas 700 hectáreas de arroz en la campaña de primavera…¡ah, escriba, no renunciamos a pertenecer al Movimiento de los 100 mil quintales de viandas, hortalizas y granos”.

Hace casi una veintena de años María Esther se inició al frente de un cargo de la Anap en la CCS Pedro Filgueira. Tal fue la identificación con los productores, aprendiendo cada día de ellos allí donde resultan mejores las enseñanzas de los hombres y mujeres del campo, al pie del surco, que al poco tiempo muchas manos se levantaron para aprobar su elección como presidenta.

Instante en que María Esther, a la izquierda, recibe la Bandera de Honor Niceto Pérez García a nombre de los socios de la “Félix Edén”, de Cienfuegos. / Foto: Armando Sáez.

“Al campesino debe escuchársele, no solo por educación, sino por convicción. Cada uno es una fuente de sapiencia y humanidad. No crea, al principio me fue difícil asumir el reto de dirigir a aquellos hombres que me doblaban en edad. Pero poco a poco, a fuerza de consagración, confianza en mí misma y comprensión, salimos adelante. Además, me ayudó mucho mi estirpe; soy hija y nieta de una familia guajira muy humilde, que me enseñó desde niña a amar la tierra y a sacar de ella los mejores frutos”, confiesa.

A poco de recibir a nombre de los socios de la “Félix Edén”, la Bandera de Honor Niceto Pérez García, otorgada por la dirección de la Anap, y con la natural emoción del momento declara: “A esta organización le he engregado los mejores años de mi junventud, incluyendo el sacrifio de privarme de estar más tiempo con mis hijos; a cambio he recibido las vivencias de todos los días y el respeto y admiración demostrados por mis compañeros anapistas, y de vez en cuando el reconocimiento moral, como este preciado galardóncolectivo a pocas horas del aniversario 60 de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños este 17 de mayo”, admite.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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