Marcha del “26”, canto a la rebeldía, la libertad y al combate

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Apenas 48 horas antes de los asaltos a los cuarteles Guillermón Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, el principal dirigente de la acción, el joven abogado Fidel Castro Ruz, escuchaba las notas del himno Marcha de la Libertad, que a la postre trascencería como la Marcha del 26 de Julio.

“Durante una de las prácticas de tiro, en la finca Santa Elena, del término habanero Los Palos, Fidel se me acerca, y con esa franqueza y soltura que lo caracterizaron me dijo: ‘Thompson, es necesario que hagas un himno para el Movimiento. ¿Tú crees que puedas tenerlo en tres días?”, así lo recuerda Agustín Díaz Cartaya, autor de la histórica composición y uno de los combatientes de la Generación Centenario, como se indentificó aquel valeroso grupo que no quería dejar morir al Apóstol, José Martí, a cien años de su natalicio.

“Por supuesto que la respuesta fue afirmativa, rememora Cartaya, era la primera vez que pertenecía a un movimiento revolucionario, primera vez que no me sentía discriminado por negro, primera vez que se me daba la oportunidad de luchar y hacer, primera vez que se me pedía hiciera algo que tuviera tanta importancia histórica”.

En menos del tiempo solicitado ya el artista tenía lista la letra del himno, y la puso a consideración del líder de la Revolución que recién comenzaba, en un encuentro en la  casa de Mercedes Valdés de Oro, en San Celestino y Campa, Marianao.

“La impresión que le causó (a Fidel) fue grata, por lo tanto la aprobó”, precisa el músico.

Diaz Cartaya revive los recuerdos de la víspera del asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, cuando Fidel visitó al grupo encargado de esa misión, en la posada Gran Casino. “En el transcurso de ese histórico encuentro se  avivan las aptitudes de los futuros combatientes y recuerdo cuando hablamos esa noche advertí el dominio que tenía de sí mismo y su sensibilidad humana. Me preguntó por la marcha y cómo me sentía”.

Cuenta Cartaya que tras los acontecimientos del 26 de Julio y el ensañamiento de la tiranía, la represión y asesinatos de tantos jóvenes, ya presos en la cárcel de Boniato, Fidel le encargó a Haydée Santamaría y Melba Hernández la necesidad de hacerle algunas modificaciones a la Marcha. Él pedía se hiciera énfasis en los compañeros caídos, la sangre derramada por la libertad de Cuba. De tal suerte, quedó completamente modificada la tercera estrofa de la obra original.

“Así fue aprendido por todos. En poco tiempo se convirtió en Marcha del 26 de Julio y comenzó a entonarse con entusiasmo sin igual.

“Sin lugar a dudas se cumplía el deseo de Fidel de convertir el himno en una potente arma cívica, sus notas estremecieron y desajustaron, en las distintas vistas del juicio por los hechos del Moncada, el ánimo prepotente de los golpistas”, rememora Díaz Cartaya.

Sabido es que en la visita que realizara el tirano Fulgencio Batista al presidio Modelo, de Isla de Pinos, donde se encontaban recluidos los moncadistas, Fidel los conminó a cantar la Marcha del 26 con todas las fuerzas que fueran capaces de imprimirle, y de esta forma expresar el repudio al régimen. Al mismo tiempo demostraron que no habían olvidado los crímenes y a los hemanos caídos. Seguía en pie la disposición de mantenerse en la lucha. Como represalias a la manifestación de rebeldía, Fidel y Raúl fueron incomunicados, mientras, el autor del himno resultó salvajemente torturado.

“ESTUDIO LISTO, GRABAMOS”

Correspondió al destacado músico cubano, Carlos Faxas Valerino, dirigir los arreglos y grabación de la Marcha del 26 de Julio. En entrevista concedida a un medio nacional, el director del afamado cuarteto Los Faxas contó que a finales de diciembre de 1956, por encargo del M-26-7, en la persona del jefe de Acción y Sabotaje en la capital, Faustino Pérez, se concibió la grabación de la composición de Díaz Cartaya.

“Comenzamos a procurar los artistas que tomarían parte, refiere Faxas (…). Los ensayos se hicieron por separado, incluso, no se pudo ensayar con todo el personal completo. Solo se conocieron y estuvieron juntos el día de la grabación, para guardar la debida compartimentación”.

En definitiva, el 15 de febrero de 1957, en un estudio de Radio Cadena Habana, en los bajos del Centro Gallego, en San José y Prado, al costado del Capitolio Nacional, se grabó la emblemática marcha. Obra del destino y de la casualidad, en ese mismo momento, Marta Fernandez, esposa del tirano, presidía un acto en el edificio aledaño.

El disco con la Marcha del 26 de Julio muy pronto se hizo popular, y entre los cubanos se escuchaba de manera clandestina.

La composición, además del impacto por el contenido patriótico y la incitación a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, contribuyó a rescatar fondos para el Movimiento.

La placa con la grabación fue llevada por el más tarde mártir de la Patria, Evelio Rodríguez Curbelo, a la Sierra Maestra, y a partir de entonces se convirtió en el tema musical de la flamante emisora guerrillera Radio Rebelde.

“Así es la historia de esta marcha, la cual ha adquirido y adquiere una total vigencia en el decursar de la Revolución, y ha servido para enaltecer la conducta patriótica de distintas generaciones de revolucionarios”, concluyó Carlos Faxas Valerino.


Letra de la Marcha del 26 de Julio

Marchando, vamos hacia un ideal

sabiendo que hemos de triufar

en aras de paz y prosperidad

lucharemos todos por la libertad.

Adelante, cubanos, que Cuba premiará nuestro heroísmo,

pues somos soldados que vamos a la Patria a liberar

limpiando con fuego, que arrase con esa plaga infernal

de gobernantes indeseables y de tiranos insaciables

que ha Cuba han hundido en el mal.

La sangre que en Cuba se derramó

nosotros no debemos de olvidar

por eso unidos debemos estar

recordando a aquello que muertos están.

El pueblo de Cuba sumido en su dolo se siente herido

y se ha decidido hallar sin tregua una solución

que sirva de ejemplo a esos que no tienen compasión

y arriesgaremos decididos por esta causa hasta la vida

¡Qué viva la Revolución!

Fuente: Dos marchas epopéyicas, Editorial Política, La Habana 1999.

Nota del Editor: Carlos Faxas falleció en septiembre de 2014.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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