Manuel Sanguily: Patriota en la prosa y la acción

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El 26 de marzo de 1848 nació, en La Habana, un hombre que sirvió a Cuba con vigor y elegancia: Manuel Sanguily y Garritte, quien dio un valioso aporte a las luchas por la independencia de su patria en el siglo XIX, no solo en el campo de batalla, sino también con la oratoria y las letras.

Cursó estudios en el Colegio El Salvador, considerado una verdadera cantera de patriotas y dirigido por José de la Luz y Caballero. Desde muy corta edad, Sanguily, dotado de una sorprendente inteligencia y verbo enérgico, dio muestras de singular elocuencia y destreza en la palabra escrita.

Estalló la Guerra de los Diez Años y el joven dejó atrás estudios, comodidades y la promesa de un futuro brillante para consagrarse a la causa redentora. Bajo las órdenes de Ignacio Agramonte, Máximo Gómez, Calixto García, Vicente García y Henry Reeve, participó en acciones con un desempeño tal que lo elevaron al rango de coronel.

Por esa época colaboraba también con publicaciones insurrectas como La Estrella Solitaria, El Cubano Libre y Boletín de la Guerra. Sin embargo, el hecho de alternar esta actividad con las misiones revolucionarias lo llevó a postergar su quehacer intelectual, que se hizo más evidente en periodos posteriores.

El Pacto del Zanjón lo sorprendió en Nueva York. Decepcionado y pobre, decidió entonces continuar los estudios universitarios en Madrid, donde obtuvo el título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, en enero de 1880. No obstante, cuando regresó a Cuba rehusó ejercer la carrera antes de prestar juramento de fidelidad a España.

La Guerra del ‘95 encontró una vez más en el coronel Sanguily a un fervoroso combatiente. Desde los Estados Unidos, colaboró con su verbo e influjo con la causa independentista, mientras gestionaba la libertad para su hermano el mayor general Julio Sanguily, preso desde el inicio de la contienda por su labor conspirativa a favor de Cuba.

Desconcertado ante el aborto de la revolución frustrada  por la intervención norteamericana, alzó su voz como pocos en aquel momento, con energía y contundencia, para denunciar el verdadero carácter de la injerencia yanqui en la Isla. “Con las armas americanas pretenden impedir que seamos cubanos. Con la lengua de los americanos pretenden que ni lo queramos siquiera…”, alertaba.

Ello lo llevó a participar de manera activa en la Asamblea Constituyente y se opuso después al Tratado de Reciprocidad Comercial suscrito en 1903 entre Cuba y Estados Unidos, pues consideraba que tal convenio no traería ventaja alguna al pueblo de la Mayor de las Antillas.

Manuel Sanguily desempeñó también cargos políticos relevantes durante los primeros años de la República. El ilustre orador y patriota fungió como presidente del Senado, delegado ante la Conferencia Internacional de La Haya y secretario de Estado. Pero, caracterizado siempre por la austeridad, el patriotismo, la honestidad, el valor y la justicia, al sentirse defraudado se alejó de la política.

Incluso en el último artículo que publicó, meses antes de su fallecimiento, el 23 de enero de 1925, Sanguily daba constancia de su afán incesante por despertar el entendimiento de sus compatriotas ante la realidad de la mediatización, así como de su fe en la palabra como elemento esclarecedor.

Más de siete décadas vivió el insigne patriota y ninguno de sus trabajos literarios estuvo exento del tema Cuba. Firme en la oratoria, elegante en la prosa, colaboró con profusión en la prensa diaria. Realizó reseñas y críticas sobre figuras de talla universal como Zola, Tolstoi y Taine; sin olvidar a otras de renombre nacional como José de la Luz y José María Heredia, a quien dedicó numerosas páginas.

“Había en su voz un acento de seguridad, de confianza, que captaba enseguida no sólo el respeto, sino la simpatía de quien se acercaba más que a hablarle,(…) a oírle, a recibir su consejo sabio, cargado de benevolencia y de tolerancia”, escribiría sobre él José María Chacón y Calvo.

Aunque no siempre bien ponderado, Manuel Sanguily, pervive en la  memoria nacional por su prosa y amor a la patria.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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